Hace un siglo naci¨® en Viena Fritz Lang, uno de los supremos creadores del cine
Goebbels ofreci¨® a este Judio antinazi dirigir la cinematografia del III Reich
El 5 de diciembre de 1890, hoy hace un siglo, naci¨® en Viena Fritz Lang. "Provengo", dijo a Lotte Eisner, "de una vieja familia burguesa". No a?adi¨® "jud¨ªa", ni hizo tampoco alusi¨®n a ello al evocar su ir¨®nico encuentro en 1933 con Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, en el que un virulento aintisemita ofreci¨® a un jud¨ªo antinazi las riendas de la cinematograf¨ªa nazi. Tras su gigantesca obra en Berl¨ªn, que le convirti¨® en punta de la escuela expresionista, Lang huy¨® a Hollywood, donde llev¨® a la cumbre su portentosa carrera.
Su padre era arquitecto y orient¨® a su hijo desde edad muy temprana en las habilidades de las artes pl¨¢sticas. "Esto", dijo Lang a la escritora Lotte Eisner, "me marc¨® para siempre. No llegu¨¦ a comenzar los estudios de arquitectura. Me qued¨¦ en la pintura. Y desde entonces toda percepci¨®n es en m¨ª de tipo visual y raramente auditiva. Nadie ha podido llevarme a una sesi¨®n de ¨®pera sin que me salga del teatro a media representaci¨®n".Era muy joven cuando escap¨® del angosto clima moral de su Viena natal e inici¨® un largo vagabundeo por el mundo, que le llev¨®, gan¨¢ndose la vida con el l¨¢piz y el pincel, a Francia, Alemania, B¨¦lgica, ?frica, Asia Menor, China, Jap¨®n, Bali y las islas de los mares del Sur. Cuanto vio en estos viajes es m¨¢s que probable que alimentara su inagotable arsenal de fantas¨ªa y su inigualada capacidad para expresar de forma inmediata y directa, como algo muy cercano, la idea de lo remoto y lo excepcional.
Nunca dej¨® la pintura y el dibujo. Cuando, despu¨¦s del retorno a Viena, se instal¨® en la aventura del callejeo nocturno, en la que lleg¨® a ser consejero art¨ªstico de un circo y m¨¢s tarde de un cabar¨¦, su equipaje indispensable segu¨ªa siendo un bloc y un l¨¢piz. Y m¨¢s tarde, despu¨¦s de que el legendario productor Erich Pommer le enrolara en el cine y Lang diera el primer salto desde Viena a Berl¨ªn, todos los que m¨¢s tarde le recordaron le asocian a ese mismo bloc en el que dibujaba plano a plano sus pel¨ªculas. De ah¨ª, de su capacidad para fijar im¨¢genes en un papel, proviene probablemente la precisi¨®n casi algebraica de sus encuadres, nunca superada y s¨®lo igualada en ocasiones por otros ge¨®metras de la c¨¢mara como Hitchcock, Eisenstein, Preminger y Ford.
Fritz Lang inici¨® su primer periodo en el cine alem¨¢n -tras su primera y volc¨¢nica fascinaci¨®n por la pantalla: "Qued¨¦ literalmente hechizado viendo aquella pel¨ªcula", en el Par¨ªs de 1909, y nunca record¨® el t¨ªtulo del filme- despu¨¦s de su convalecencia de una herida sufrida en 1917 en el frente ruso, durante la gran guerra. En septiembre de 1918 viaj¨® a Berl¨ªn y, despu¨¦s de un corto periodo de actor, se inici¨® en el trabajo detr¨¢s de la c¨¢mara en julio de 1919, codirigiendo con Otto Rippert La peste de Florencia y dirigiendo ¨¦l solo Sangre mestiza.
Dos periodos alemanes
Pero no fue ¨¦ste el suceso determinante de su futuro en cuanto cineasta, sino su ¨ªntima relaci¨®n con Joe May y Erich Pommer y su encuentro, y posterior matrimonio, con una escritora alemana, Thea von Harbou, un a?o mayor que ¨¦l y excepcional fabuladora de ficciones de grandes vuelos. El pintor encontr¨® as¨ª simult¨¢neamente el apoyo financiero y literario que necesitaba su desmedida ambici¨®n visual. Y llegaron las grandes obras de su primer periodo alem¨¢n: Las tres luces (1921), la serie Doctor Mabuse (iniciada en 1922), Los Nibelungos (1924), Metr¨®polis (1926), 'M', El vampiro de D¨¹sseldorf (1931) y El testamento del doctor Mabuse (1933).En 1933, y mientras en los cines de Berl¨ªn se exhib¨ªa este ¨²ltimo filme, que era un violento alegato, antinazi, los nazis tomaron el poder en Alemania. La esposa de Lang, Thea von Harbou, se afili¨® al nazismo. El cineasta, jud¨ªo y hombre de la izquierda, se vio as¨ª cercado hasta en su propio hogar por un movimiento pol¨ªtico antijud¨ªo y de extrema derecha. Un d¨ªa fue llamado a su despacho por Joseph Goebbels. Sorprendentemente, ¨¦ste puso en sus manos la direcci¨®n del futuro cine nazi. Lang fingi¨® aceptar, volvi¨® a su casa y, sin decir nada a su mujer, escap¨® aquella misma noche a Par¨ªs. No volver¨ªa a Alemania hasta 1958, despu¨¦s de un cuarto de siglo de deslumbrante carrera hollywoodense, para iniciar su ¨²ltima andadura en el cine, el segundo periodo alem¨¢n, donde realiz¨® un nuevo episodio del viejo Mabuse y el doblete de El tigre de Esnapur y La tumba india, su formidable testamento visual.
Durante su corta estancia en Par¨ªs, Lang realiz¨® Liliom y acto seguido se fue a Estados Unidos, donde -de manera sorprendente para ¨¦l- la conservadora Metro-Goldwyn-Mayer le acept¨® un proyecto de pel¨ªcula muy radical, Furia, en la que Lang descarg¨® toda la ira y la violencia acumuladas por su experiencia del fascismo y el horror que provoc¨® su huida de ¨¦l. El filme, uno de los m¨¢s duros y explosivos de la historia del cine norteamericano, gravit¨® sobre toda la carrera hollywoodense de Lang, caracterizada por una ambivalencia entre, por un lado, las amenazas de censuras institucionales y de producci¨®n y, por otro, el enorme prestigio y notables ganancias que la maestr¨ªa de sus obras proporcionaba a los estudios.
Su obra norteamericana contiene, adem¨¢s de la genial Furia y otras muchas grandes pel¨ªculas, t¨ªtulos imborrables del libro de oro del cine: S¨®lo se vive una vez (1936), El ministerio del miedo (1946), La mujer del cuadro (1944), El secreto tras la puerta (1948), Rancho Notorius (1951), Clash by night (1951), Gardenia azul (1952), Los sobornados (1953), Deseos humanos (1954), Moonfleet (1955), Mientras Nueva York duerme (1956) y M¨¢s all¨¢ de la duda (1957).
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