Escribir en precario
El reciente congreso de la Asociaci¨®n Colegial de Escritores (ACE) celebrado en Madrid ha puesto de manifiesto una vez m¨¢s la indefensi¨®n los autores. Su situaci¨®n econ¨®mica sigue precaria. El ¨¦xito de la obra no siempre resulta inmediato, y el reconocimiento de su calidad y el aumento de las ventas se producen a largo plazo, a menudo despu¨¦s de muerto el autor.No voy a insistir en los casos de compa?eros que saltaron a la opini¨®n p¨²blica el invierno pasado al no poder afrontar costosos tratamientos m¨¦dicos. A uno de ellos -A. G.- le he visto en el manicomio de M¨¢laga, privado de memoria, y es posible la existencia de otros, m¨¢s secretos, no por ello menos dram¨¢ticos.
En 1964, este importante sector de la creaci¨®n literaria, excluido de la Sociedad General de Autores de Espa?a por el art¨ªculo 9 de los estatutos entonces vigentes, form¨® una comisi¨®n presidida por el inolvidable Angel Mar¨ªa de Lera, que dio vida a la ACE y a un montep¨ªo que garantiz¨® pensiones hasta 1984, fecha en que desapareci¨® al derogarse la Ley de Mutualidades.
En el momento presente, poetas, novelistas y ensayistas est¨¢n considerados en la Seguridad Social como trabajadores aut¨®nomos, obligados a satisfacer cuotas mensuales de 17.000 pesetas. Lo que quiere decir que contin¨²an en la calle.
Mientras los pa¨ªses europeos se agrupan en defensa de sus intereses, ejemplo seguido por entidades financieras y monopolios, los creadores literarios m¨¢s favorecidos -miembros de la SGAE- insisten en la divisi¨®n, al marginar a los autores de libros en sus estatutos de 15 de septiembre de 1989. Sin embargo, la entrada de ACE en la SGAE resolver¨ªa todos los problemas. Seguridad Social. Servicios m¨¦dicos. Recaudaci¨®n del derecho de autor. Distribuci¨®n del libro, a trav¨¦s de agentes y delegaciones de reconocida eficacia. Fondo social nutrido con los beneficios devengados por las obras en.el dominio p¨²blico.
Propiedad que prescribe
No se puede olvidar que ninguna de las propiedades privadas -inmuebles, valores, empresas- prescriben. La ¨²nica que lo hace es la literaria -a los 60 a?os de muerto el autor-, de acuerdo con la Ley de Propiedad Intelectual de diciembre de 1987.
Partiendo del principio de que el escritor debe vivir de su trabajo, sobre todo en un pa¨ªs gobernado por socialistas, sugiero al director general del Libro, Juan Manuel Velasco, presente en el congreso de ACE, dos f¨®rmulas no recogidas en las conclusiones finales. Por este orden.
Impulsar la distribuci¨®n de la obra nueva no publicada en m¨®nopolios editoriales y difundirla a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n del Estado. Ello supone no s¨®lo ingresos para el autor. Significa mucho m¨¢s. Acercar la cultura a un n¨²mero considerable de personas.
Lograda la distribuci¨®n, los organismos competentes reservar¨¢n en los medios aludidos espacios para la cr¨ªtica libres de amiguismos.
En una sociedad de consumo, lo que no aparece en la televisi¨®n o en la radio no existe. Estamos cansados de ver a grupos musicales mediocres alcanzar cotas de gran popularidad traducidas en sustanciosos ingresos porque la televisi¨®n "los mete por los ojos", o la r¨¢dio, por los o¨ªdos. El escritor pide un comentario que podr¨¢ ser adverso, preferible en todo caso al silencio.
El ente p¨²blico, en el tema de los seriales, destinar¨¢ unas cuotas a los escritos por novelistas espa?oles o basados en sus libros. No se debe insistir en la cristalizaci¨®n que padecemos.
Los gozos y las sombras, de Gonzalo Torrente Ballester, aparecida en la d¨¦cada de los cuarenta, pas¨® sin pena ni gloria. Fue la televisi¨®n la que la lanz¨® a la fama y al ¨¦xito econ¨®mico.
No me refiero a otras f¨®rmulas recogidas en la Ley de Propiedad Intelectual o a las conclusiones del congreso de ACE publicadas en la prensa. Me limito, con pragmatismo, a las tres citadas: distribuci¨®n y promoci¨®n del libro, y posibilidad de que la asociaci¨®n colegial forme parte de la SGAE como secci¨®n sui g¨¦neris.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.