Corresponsales en el frente

"?Qu¨¦ haces? ?Te quedas?". La pregunta se repite una y otra vez entre los periodistas en los pasillos del hotel Al Rachid, donde est¨¢n concentrados. No hace falta decir m¨¢s. Todos sobreentienden que quedarse significa quedarse hasta el 15, la fecha marcada con rojo en sus agendas.Las apuestas est¨¢n divididas. Por un lado, los que consideran que la guerra es inminente. Por otro, los que tienen la corazonada de que el conflicto b¨¦lico es una locura impensable. En muchos casos, ambas posibilidades pesan por igual en una misma persona, que salta de una a otra seg¨²n el humor del momento.

A Tod Robertson, de The Washington Post, le gustar¨ªa quedarse, pero su jefe insiste en que debe ponerse a salvo. Dada su nacionalidad y el prestigio de su publicaci¨®n, el Ministerio de Informaci¨®n insiste en que le garantiza una plaza cada d¨ªa en uno de los dos vuelos a Amin¨¢n. Su compa?ero Patrick Tyler, de The New York Times, lo tiene decidido. Si en alg¨²n momento desea marcharse y no puede hacerlo en avi¨®n, coge un coche y se va a la frontera jordana, con o sin permiso.

Como ellos, 15 espa?oles y otro centenar m¨¢s de periodistas entretienen sus escasos ratos de ocio proyectando v¨ªas de escape o medidas de autoprotecci¨®n. El hotel de los periodistas se encuentra en el centro de un tri¨¢ngulo irregular formado por el palacio presidencial, la sede del partido Baaz y el edificio de la televisi¨®n. La direcci¨®n del Rachid no ha querido ense?ar su refugio antia¨¦reo a los periodistas, pero debe de ser bastante seguro puesto que este hotel se construy¨® con la intenci¨®n de albergar a los jefes de Estado de los Pa¨ªses No Alineados en una reuni¨®n que nunca se celebr¨® en Bagdad en 1982 por culpa de la guerra con Ir¨¢n.

"En caso de ataque, me ir¨ªa a la Embajada sovi¨¦tica, pues no la atacar¨¢n", manifiesta Tyler para darse ¨¢nimo. Yasir Arafat asegur¨® ayer que ¨¦l va a quedarse e invit¨® a una informadora japonesa a cenar con ¨¦l ma?ana.