Las tropas sirias entran por primera vez en acci¨®n
JUAN JES?S AZN?REZ ENVIADO ESPECIAL, El rutinario bombardeo de la aviaci¨®n aliada sobre Irak y Kuwait, al que por segundo d¨ªa consecutivo se uni¨® el acorazado Missouri con granadas de ob¨²s de 900 kilos disparadas desde el Golfo, a menos de 40 kil¨®metros de las costas de? emirato, destruye dep¨®sitos, interrumpe v¨ªas de comunicaci¨®n, agrieta bunkers y supuestamente socava la moral de los soldados iraqu¨ªes, agazapados en sus fortificaciones. La noche del lunes, y por primera vez desde que comenz¨® la guerra, un destacamento de tropas sirias sostuvo un intercambio de disparos en la zona fronteriza entre Arabia Saud¨ª y Kuwait con fuerzas iraqu¨ªes que hostigaron con fuego de mortero.
Los ataques aliados no parecen, sin embargo, haber reducido decisivamente el n¨²mero de carros de combate iraqu¨ªes y las piezas de una artiller¨ªa antia¨¦rea que en algunas zona disparan desde silos subterr¨¢neos. El mando conjunto, por su parte, parece buscar la destrucci¨®n de al menos el 50% de las defensas de Sadam Husein en el emirato para lanzar la ofensiva por tierra. Mientras tanto, el nuevo ministro de Defensa franc¨¦s, Pierre Joxe, visit¨® ayer a sus tropas en la zona y el ministro del Interior saud¨ª anunci¨® la detenci¨®n de los autores del atentado perpetra do el domingo en Yedda contra un autob¨²s ocupado por un grupo de militares norteamericanos y saud¨ªes, tres de los cuales resultaron heridos leves.Cuando el teniente Bill Stewart, piloto estadounidense de combate, despega del portaaviones Roosevelt con un A6E-Intruder catapultado a la velocidad del sonido dice pensar en su familia. "?Volver¨¦ a ver a mi esposa e hijos?". Posiblemente sea la misma reflexi¨®n del soldado iraqu¨ª que en su agujero del desierto kuwait¨ª adivina el descenso de una bomba de media tonelada con malas intenciones. Stewart piensa sobre todo en sus hijos cuando, para alcanzar con precisi¨®n el refugio del soldado iraqu¨ª, debe sobrevolar en l¨ªnea recta y mantenerse un tiempo al alcance de la artiller¨ªa antia¨¦rea, conocida como la Triple A.
La ferocidad de los gurjas
Cada minuto, desde que comenz¨® la guerra, despega un avi¨®n de las diferentes bases aliadas en Arabia Saud¨ª y los pa¨ªses comprometidos en la coalici¨®n militar contra Irak. Previamente, los tripulantes de todas las escuadrillas han sido reunidos por sus mandos y dotados de un plan de vuelo, fotograf¨ªas y la informaci¨®n recogida por los sat¨¦lites de espionaje sobre los objetivos a destruir: almacenes de suministro, puentes, cuarteles y fundamentalmente los emplazamientos de la legendaria Guardia Republicana, a la que de tanto nombrar y buscar se empieza a atribuir en los regimientos la ferocidad de los gurjas y la ciega decisi¨®n de un tercio legionario.
"Los iraqu¨ªes cavan mucho y est¨¢n muy bien escondidos. Les estamos castigando mucho, pero es dif¨ªcil cuantificar el da?o producido", subraya Manfred Rietsch, comandante de un grupo de cazas. Rietsch reconoce no respetar en sus incursiones las horas de rezo musulmanas y dice que en una ocasi¨®n destruy¨® gran parte de un convoy cuando sus conductores, mientras oraban, lo hab¨ªan. abandonado al cuidado de una peque?a dotaci¨®n. Seg¨²n este oficial, la ¨²nica manera de comprobar la verdadera eficacia de los bombardeos ser¨¢ cuando la infanter¨ªa avance hacia Kuwait y se enfrente con las fuerzas iraqu¨ªes sobrevivientes. El h¨¢bito de bombardear sin encontrar resistencia en el aire (una parte de la fuerza a¨¦rea iraqu¨ª ha sido destruida, otra se ha desplazado a Ir¨¢n y la otra permanece en hangares ocultos) preocupa a los jefes de escuadrilla, que temen un exceso de confianza de sus pilotos y riesgos innecesarios. Hay pilotos que han volado una y otra vez sobre un mismo punto, lo han bombardeado y nunca tuvieron respuesta armada. "Pero seguro que cuando los iraqu¨ªes nos tengan en el punto de mira y al alcance disparar¨¢n", indic¨® uno de los oficiales.
Los pilotos deben decidir entre volar a una altura y exponerse a no dar en el blanco o bajar y arriesgarse al fuego de las bater¨ªas de tierra. La aviaci¨®n aliada se encuentra, por otra parte, con el problema de la gran extensi¨®n del desierto kuwait¨ª, con zonas todav¨ªa no castigadas que pueden esconder una parte importante del aparato militar de Irak. Los radares, por otra parte, permiten a la infanter¨ªa y a los blindados replegarse cuando ataca la aviaci¨®n aliada. Las explosiones secundarias, las humaredas que ocultan la costa kuwait¨ª y las filmaciones posteriores a las incursiones demuestran que la destrucci¨®n de las instalaciones iraqu¨ªes es grande.
El comandante Mike Healey expresa sus dudas sobre el grado de capacidad militar que las fuerzas de Sadam hayan logrado salvar de los bombardeos y el n¨²mero de misiles SAM sovi¨¦ticos tierra-aire en servicio. "Todos quieren una guerra r¨¢pida y decisiva, pero tomar¨¢ semanas comprobar hasta qu¨¦ punto los iraqu¨ªes est¨¢n dispuestos a presentar batalla".
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