Suspiros de Al ?ndalus, goles de Ab¨² Traguenio
Las dos ramas del arabismo espa?ol buscan criterios comunes y reivindican un espacio en la cultura moderna
La guerra del Golfo puede haber roto para siempre la ret¨®rica de la hermandad hispano¨¢rabe. Los arabistas espa?oles, pese a ello, tratan de superar en casa viejas rivalidades gremiales entre medievalistas y contempor¨¢neos y seguir trabajando por fomentar los nexos con el mundo ¨¢rabe. Unos nexos humanos e intelectuales que realmente siguen siendo privilegiados en el caso espa?ol, aunque el oficialismo de ambos lados del Mediterr¨¢neo malogre el entendimiento real. El desconocimiento mutuo ha abonado el terreno para la tragedia de hoy.
MIGUEL BAY?NUn congreso de arabistas viene a ser, para el profano, un sitio donde un se?or lee una ponencia sobre, por ejemplo, El cultivo de alcaparras en el califato de C¨®rdoba, le sucede otro que habla de Qasidas de la pedan¨ªa de Alhaur¨ªn, y luego que otro arguye sobre Mah¨ªlismo y nasserismo en la vida moderna. El observador profano intuye la existencia de taifas, pero todos los congresistas lo niegan severamente.Sin embargo, esa caricatura puede estar en v¨ªas de defunci¨®n. La profesi¨®n de arabista quiere cobrar sitio real en la cultura espa?ola. La soterrada guerra civil entre medievalistas y contempor¨¢neos empieza a ser del pasado. El patriarca del arabismo espa?ol, Emilio Garc¨ªa G¨®mez, escribi¨®: "Son los arabistas gremio escaso y asustadizo, desasistido por lo com¨²n de la atenci¨®n p¨²blica". Garc¨ªa G¨®mez, creador de la revista Al ?ndalus, fue el impulsor de un arabismo de evocaci¨®n del pasado musulm¨¢n espa?ol. "El arabismo espa?ol fue siempre un orientalismo", dice Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa, profesor titular de Historia del Islam en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Pero los medievalistas dicen no estar ya atentos s¨®lo a estudiar el Al ?ndalus cl¨¢sico. "?sa fue una postura imperante sobre todo tras la guerra civil", indica Manuela Mar¨ªn, jefe del Departamento de Estudios ?rabes del Instituto de Filolog¨ªa, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas en Madrid. "Ahora se ve ya la necesidad de investigar tanto lo medieval como lo contempor¨¢neo. Hemos elaborado un documento, para ser elevado a la presidencia del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), en el que se solicitar¨¢ abrir una l¨ªnea de investigaci¨®n sobre lo contempor¨¢neo, que hasta la fecha no entraba en los planes del Consejo. Lo que ocurre en el caso del islam es que sin el pasado no se entiende el presente. Cuando Sadam cuenta que se le aparece Mahoma est¨¢ hablando de modo comprensible para los ¨¢rabes, en cuya tradici¨®n no choca ese tipo de sucesos. Buena parte del problema actual viene de que Occidente y los ¨¢rabes no entienden la mente del otro". Luis Molina, vicedirector de la Escuela de Estudios ?rabes del CSIC en Granada, ve l¨®gico estudiar Al ?ndalus: "Significa ocho siglos de la historia espa?ola".
El CSIC, en el campo del arabismo medievalista, promueve publicaciones, congresos, y propicia el trabajo de becarios y la investigaci¨®n en el arte y en la arqueolog¨ªa, la medicina y la agricultura, los nexos de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica con el Magreb y la historia cultural, todo en relaci¨®n con Al ?ndalus.
Los contempor¨¢neos siguen siendo quienes eran: comprobando c¨®mo la realidad, dolorosamente, les da la raz¨®n acerca de la importancia del mundo ¨¢rabe actual. "Cuando hace a?os algunos empezamos a plantear que adem¨¢s del pasado hab¨ªa que conocer el presente de los ¨¢rabes", recuerda Pedro Mart¨ªnez Mont¨¢vez, de cuya labor en la Universidad Aut¨®noma de Madrid se deriv¨® la escuela contempor¨¢nea, "nos tildaban de intelectuales de tercera". Mart¨ªnez Mont¨¢vez recuerda que mantener "una postura progresista nos vali¨® muchas enemistades, incluida la del oficialismo ¨¢rabe. Las relaciones entre Espa?a y el mundo ¨¢rabe han estado siempre impregnadas de oficialismo, y eso provoca el desconocimiento real".
Ense?anza
Carmen Ruiz-Bravo, hoy al frente de la editorial CantArabia, est¨¢ de acuerdo: "La gente en todo el mundo comprende bien la verdad ecol¨®gica de que la tierra o el agua son una. Pero no hay una concepci¨®n similar, unitaria, sobre la humanidad: se sigue considerando que los otros son otra cosa. Hay una gran ceguera europea, y, por tanto, espa?ola, sobre los ¨¢rabes".
Ni Mart¨ªnez Mont¨¢vez ni Carmen Ruiz-Bravo creen haber apoyado nunca una hostilidad entre medievalistas y contempor¨¢neos: "Sin el pasado no puede entenderse lo que hoy sucede, y eso se lo repetimos a los alumnos j¨®venes, que son entusiastas del mundo ¨¢rabe pero llegan a la facultad ignorando no s¨®lo qui¨¦n fue Nasser, sino tambi¨¦n Averroes".
"La pol¨ªtica educacional espa?ola", contin¨²a, "ha sido en general de indiferencia hacia lo ¨¢rabe, y sigue si¨¦ndolo en cuanto al presente: el programa Al ?ndalus 92 tiene inter¨¦s erudito, pero no roza siquiera la tem¨¢tica de la emigraci¨®n contempor¨¢nea ¨¢rabe a Iberoam¨¦rica". Mart¨ªnez Mont¨¢vez suele repetir una constataci¨®n: "El Quinto Centenario edita La Espa?a judia y, diferencia sintom¨¢tica, El Islam en Espa?a. una cosa dice ser Espa?a, y la otra algo que llega de fuera".
Los arabistas espa?oles se consideran en lo acad¨¦mico a un nivel homologable con sus colegas europeos. "Lo cierto", dice Jes¨²s Riosalido, que de 1982 a 1987 dirigi¨® el Instituto Hispano¨¢rabe de Cultura y hasta septiembre ¨²ltimo desempe?¨® el cargo de embajador en Siria, "es que debi¨¦ramos estar no al mismo nivel que los europeos, sino m¨¢s alto, porque tenemos, por as¨ª decirlo, m¨¢s razones. Pero hace falta mayor apoyo de la Administraci¨®n para la investigaci¨®n".
Para Marcelino Villegas, profesor titular de Lengua y Literatura ?rabes en la Universidad de Alicante y reputado traductor del premio Nobel egipcio de Literatura, Naguib Mahfuz, los arabistas espa?oles tradicionalmente han hecho de Al ?ndalus su campo de batalla: "En Espafia, al contrario que en Europa, ha habido poca investigaci¨®n sobre el Oriente cl¨¢sico. Pero Al ?ndalus ha sido cosa nuestra".
Cada vez son m¨¢s los arabistas que no ven sentido a la oposici¨®n entre medievalistas y contempor¨¢neos. "Eran mundos digamos impermeables hace a?os", dice Marcelino Villegas, "porque se cre¨ªa que las materias eran impermeables. Pero hoy se ve que la literatura ¨¢rabe de todas las ¨¦pocas es un continuum".
Juan Vernet es una instituci¨®n en el arabismo espa?ol. Ense?aba matem¨¢ticas, pero aprendi¨® ¨¢rabe y es traductor del Cor¨¢n y autor de una biografia de Mahoma, y afianz¨® la investigaci¨®n en la Universidad de Barcelona de la ciencia ¨¢rabe. Ahora acaba de regresar de impartir en Par¨ªs un cielo de conferencias sobre Las relaciones de Al ?ndalus con Europa, patrocinado por el Institut du Monde Arabe.
"A lo largo de mi carrera", se?ala, "se ha producido un cambio para bien en el mundo acad¨¦mico. Antes sal¨ªa a concurso una c¨¢tedra cada cinco o siete a?os, o pod¨ªas optar a ser agregado cultural en alguna embajada en pa¨ªses ¨¢rabes, y ahora, por contra, hay multitud de oportunidades y especialidades".
Asepsia
Para Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa, director del seminario La inmigraci¨®n magreb¨ª en Espa?a, actualmente en curso en el Instituto Universitario Ortega y Gasset de Madrid, el arabismo espa?ol debe zambull¨ªrse en el mundo de hoy: "Aspirar a la asepsia es est¨¦ril. Los arabistas espa?oles, lo quieran o no, son hijos de nuestro tiempo, por m¨¢s que durante d¨¦cadas muchos de ellos hayan intentado ser hijos de la escapatoria de nuestro tiempo".A menudo, "el gremio escaso y asustadizo" ha cedido a la tentaci¨®n de echar la culpa de sus cuitas al desinter¨¦s de la Administraci¨®n. Hoy, sin embargo, los medios materiales no son el mayor problema. S¨ª tiene importancia, en cambio, la desconexi¨®n entre las instituciones oficiales: los centros culturales en pa¨ªses ¨¢rabes, dependientes del Ministerio de Asuntos Exteriores, han funcionado por lo general como reinos de taifas.El Instituto Cervantes, gestionado por el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, coordinar¨¢ los centros culturales: su claro prop¨®sito es ense?ar el castellano, pero ello no lo colocar¨ªa al nivel del Goethe Institute, del British Council, o de la Alliance Fran?aise, que por ejemplo s¨ª tiene editado un manual de ¨¢rabe dialectal marroqu¨ª.Desde el punto de vista estrictamente profesional, un fallo del arabismo espa?ol puede haber residido en una dedicaci¨®n prioritariamente filol¨®gica. "Ha sido una especialidad muy encerrada en s¨ª misma", dice Bernab¨¦ L¨®pez. "Los que nos dimos cuenta de por d¨®nde iban los tiros nos hemos ido reconvirtiendo con gran esfuerzo personal: unos hemos tirado hacia lo sociol¨®gico, otros hacia los medios de comunicaci¨®n. El futuro va a romper ese car¨¢cter de microgremio, y la salvaci¨®n del arabismo vendr¨¢ de la irrupci¨®n de economistas, abogados, periodistas, t¨¦cnicos, que vean el aprendizaje de la lengua. y de la civilizaci¨®n ¨¢rabe como un instrumento de integraci¨®n en el mundo de hoy".
Manuela Mar¨ªn ve las cosas de modo parecido: "Hasta ahora la salida de los arabistas espa?oles era la universidad o el Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). Hab¨ªa cierta rigidez de los propios licenciados, y por supuesto de la sociedad. Creo que hace falta imaginaci¨®n. Los arabistas podr¨ªan tener sitio en peri¨®dicos, en empresas de todo tipo. Y los planes de estudio deben adecuarse: en Holanda ya se estudia ¨¢rabe acompa?¨¢ndolo con materias de ciencias pol¨ªticas, de sociolog¨ªa... Hay que ver la lengua y la realidad ¨¢rabe como algo vivo".
El gran reto planteado a Espa?a est¨¢ ah¨ª. La pol¨ªtica arabista del franquismo acert¨® al menos a conectar con la idea m¨ªtica, inscrita en el inconsciente colectivo de los ¨¢rabes, de un Al ?ndalus como para¨ªso y plasmaci¨®n de perfecta convivencia.
Restos de esa idea pudieron tener un papel importante en la liberaci¨®n de los rehenes espa?oles por parte de Sadam Husein: fueron los primeros en ser puestos en libertad. Est¨¢ a¨²n por ver una redefinici¨®n pol¨ªtica hacia el mundo ¨¢rabe por parte de los socialistas espa?oles: la ret¨®rica de la hermandad hispano¨¢rabe ya no les vale, y el hincapi¨¦ en la modernizaci¨®n y en la ¨¦u-ropeizaci¨®n parece llevar impl¨ªcito el deseo de que los europeos no nos confundan con los otros.
Sin embargo, la Administraci¨®n y el arabismo espa?oles podr¨ªan a¨²n aprovechar pol¨ªtica y culturalmente la pervivencia del trato privilegiado que Espa?a tiene en el imaginario ¨¢rabe. A guisa de ejemplo: en un seminario celebrado el mes pasado en Aix-en-Provence sobre Magreb, Europa y Francia, hubo una ponenc¨ªa del tunecino Abdelkader Yeglul titulada ?Es posible un nuevo Al ?ndalus?, y el marroqu¨ª Mohamed Tozy present¨® un estudio, Oriente y Occidente en la pared de un babuchero de Fez, en el que se describ¨ªan las 55 fotografias, recortadas de revistas o calendarios, que decoran el negocio del susodicho artesano: nada menos que siete de ellas -abundancia s¨®lo comparable a los retratos de Nasser- eran de tema espa?ol: desde vistas paisaj¨ªsticas hasta equipos de f¨²tbol o artistas. No es casual. Cuando un ¨¢rabe, ya sea marroqu¨ª o sir¨ªo, se muestra convencido de que en Q¨²rduba o en Garnata la gente habla su lengua, o cuando los ni?os que juegan al bal¨®n en la medina no llaman al delantero Ruminigue o L¨ªnkir sino que le llaman Ab¨² Traguenio, y al portero Subi Barrita... por algo ser¨¢.
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