El cine penetra en la condici¨®n tr¨¢gica del descubrimiento y conquista de Am¨¦rica
'Cabeza de Vaca' no acierta en la forma, pero es intelectualmente coherente y arriesgada
ENVIADO ESPECIALCabeza de Vaca es una pel¨ªcula mexicana coproducida por el Instituto Mexicano de la Cinematograf¨ªa y Televisi¨®n Espa?ola. La dirige un cineasta mexicano, Nicol¨¢s Echevarr¨ªa, y la protagoniza el actor espa?ol Juan Diego. Es el primer intento, a nuestro juicio formalmente fallido, pero, en todo caso, el primero ¨¦ticamente coherente e intelectualmente arriesgado de penetrar con la c¨¢mara en el fondo de tragedia que hay bajo el temerario optimismo hist¨®rico con que en Espa?a se ha enjuiciado este enorme y contradictorio suceso hist¨®rico, que a¨²n pesa, tras cinco siglos, sobre la conciencia y la identidad colectivas e Espa?a y, por causas a¨²n m¨¢s evidentes, sobre los pa¨ªses latinoamericanos.
La pel¨ªcula mexicana Cabeza de Vaca est¨¢ lejos de ser safisfactoria. Quiere representar una de las aventuras personales m¨¢s sorprendentes de una aventura colectiva plagada de sucesos hoy casi inconcebibles, a causa de la colosal magnitud del esfuerzo, del horror, de la inventiva, del coraje y de la sanguinaria violencia de sus protagonistas. Es el caso, probablemente inigualado en la historia del esfuerzo y del arte de la supervivencia, de Alvar N¨²?ez Cabeza de Vaca.Este notable personaje, naufrag¨® frente a las costas a¨²n inexploradas de la actual Florida. Logr¨® salvarse y, entre incontables adversidades y horrores -uno de los cuales fue el canibalismo que los supervivientes tuvieron que practicar para salir con vida del atolladoro-, consigui¨® con un pu?ado de hombres entrar en contacto con algunas tribus y aparecer, ocho a?os despu¨¦s, en el M¨¦xico de Cort¨¦s, saltando por encima de obst¨¢culos que hoy parecen sobrehumanos.Cabeza de Vaca conquist¨®, en el sentido noble del t¨¦rmino, a los ind¨ªgenas. La versi¨®n que desarrollan el director Echevarr¨ªa y el guionista Guillermo Sheridan es que las habilidades m¨¦dicas de Cabeza de Vaca, que le sirvieron para su pac¨ªfica conquista, fueron aprendidas por ¨¦l de algunos expertos magos de las tribus caribe?as. El hecho es que este hombre fue de los primeros coriq ulstad ores espa?oles que no pas¨® a la historia por sus haza?as guerreras y pol¨ªticas, sino por su inaudito coraje f¨ªsico y moral.
El enfoque del filme es por tanto apasionante, y s¨®lo queda desear que su ejemplo cunda, que ¨¦ste sea el principio de una averiguaci¨®n visual permanente en una mina de im¨¢genes que todav¨ªa est¨¢n por descubrir y conquistar con las armas no sangrientas de la imaginaci¨®n y la generosidad del buen celuloide.Echevarr¨ªa, pretendienclo representar (m¨¢s que narrar) una de las m¨¢s esforzadas haza?as personales de que hay noticia, es incapaz de un m¨ªnimo de verosimilitud. De ah¨ª que no logre una ficci¨®n, sino su contrario: un fingimiento, una simulaci¨®n.
Quietismo
Un quietismo teatral, ritualismo muy endeble, en el peor sentido, brota de las im¨¢genes. No hay sensaci¨®n de traslaci¨®n, de itinerario, de distancia. Todo parece transcurrir alrededor de un solo ¨¢rbol y de una sola hect¨¢rca de mala llanura. No hay carnino, sino estampas sin vigor, planas, chatas.Los int¨¦rpretes se ven obligados a perder su capacidad de convicci¨®n en una continua sobreactuaci¨®n, mortal en cine. Y, por ello, la desmesura del suceso se degrada en exageraci¨®n; la colosal magnitud de la aventura, tanto en sentido f¨ªsico como ¨¦tico, se degrada en ret¨®rica: y la b¨²squeda del fondo oscuro de la tragedia de la colonizaci¨®n de Am¨¦rica por Espa?a es degradada en tragedia enunciada, no representada: en horror dicho, no visto; en trabajo m¨¢s de ensayistas que de hombres de imagen. Y la ejemplaridad de la pelicula queda reducida a la ejemplaridad de sus intenciones, no de sus resultados.
Complet¨® el d¨ªa un filme checoeslovaco tambi¨¦n sobre el pasado, ¨¦ste reciente, de su pa¨ªs. Se trata de una obra falsaria. que afima con su forma lo que in¨²tilmente pretende negar con sus contenidos. Se titula Cuando las estrellas ten¨ªan color rojo y lo dirige un tal Dusan Trancik, que nos abruma con una lamentable lecci¨®n de impotencia expresiva.
La pel¨ªcula, que s¨®lo tiene de bello el t¨ªtulo, se parece como una gota de agua, a otra a aquellas obras deleznables que se programaban desde las oficinas pol¨ªticas del llamado realismo socialista, que naturalmente no era ni una cosa ni otra. No es posible sin rubor emprender la tarea de desmantelamiento de la imagen del estalinismo checo sin modificar la mirada, sin, buscar nuevas formas para contar en un filme lo contrario de lo que se contaba en los otrosd. Intenci¨®n, pues, antiestalinista, con forma rigurosamente estaliniana: una vulgar denuncia realizacla con las mismas armas que empleaba lo denunciado.
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