De Quincey en la cubierta

Dos hombres se conocen en la cubierta de un crucero. Uno tiene una cajita de m¨²sica y el otro inicia un largo viaje hacia cierta regi¨®n desconocida, alejada de la civilizaci¨®n. Este segundo se da cuenta de que ha olvidado probablemente sus palos de golf y alg¨²n otro objeto personal de esos que tienen el poder m¨¢gico de calmar las inquietudes del alma. Repara entonces en la cajita de m¨²sica de su acompa?ante y decide compr¨¢rsela por 60 guineas, justo en el momento en que la sirena de la peque?a embarcaci¨®n anuncia la llegada a puerto. Se despiden.Es el inicio de una brumosa historia escrita por Thomas de Quincey, que sirv¨ªo de p¨®rtico a John Stuart Mill para reflexionar sobre la particularidad de toda transacci¨®n econ¨®mica. La particularidad, por singular que sea, est¨¢ sujeta a las leyes de la econom¨ªa, y en el fondo es la fuerza motriz del mercado. En las bolsas se han sembrado tomas de participaci¨®n precisamente por decisiones muy particulares, ya que, la oferta y la demanda se alimentan as¨ª en tiempos dif¨ªciles, en espera de las grandes ocasiones como la de ayer. Por esta causa, la explosi¨®n compradora en la primera sesi¨®n de la semana, acompasada por la inercia de la apertura en Tokio, encontr¨® gran contrapartida.