Si hoy es s¨¢bado, esto es Ventas
Los mercadillos ambulantes recorren cada semana 13 de los 21 distritos de la capital
De lunes a domingo, existe la posibilidad de comprar en mercadillos que se instalan en lugares fijos de 13 de los 21 distritos de la capital. No son los artesanos del cuero o la cer¨¢mica. Son vendedores ambulantes que recorren los barrios madrile?os para ofrecer ropa, zapatos, medias, ropa interior, juguetes, flores y hasta fruta. Y es que en Madrid todos los d¨ªas son d¨ªa de mercado.
"Menos tocar y m¨¢s comprar, que le vais a sacar los ojos al mu?eco", rega?a el vendedor a un grupo de mujeres que revuelve una caja de zapatos repleta de diminutos mu?ecos. "?El osito de moda!", vocea el hombre. El puesto de mu?ecos est¨¢ pr¨¢cticamente empotrado entre otro de piezas de tela y el de las medias, y rodeado por un centenar de tiendas al aire libre.Las variadas mercanc¨ªas y las voces de los vendedores trasladan al comprador a lugares ex¨®ticos o a otro tiempo, pero la plaza de toros, las casas del barrio de la Concepci¨®n y la M-30 le devuelven a la realidad. Es el mercadillo de Ventas, que visita este barrio los jueves y repite los s¨¢bados.
"?Cuadraditos no tiene?", pregunta una se?ora. "No, los manteles son todos redondos, de nailon y algod¨®n. El de naiIon, la que sabe lo aprovecha", contesta Victoria. Es pronto y todav¨ªa no hay mucho jaleo. Tiene tiempo para explicar que los puestos son fijos y que "van por lo legal", porque tienen licencia fiscal, est¨¢n dados de alta como aut¨®nomos y pagan al Ayuntamiento. Victoria es gitana y tiene familiares en otros puestos. Algunos recorren pr¨¢cticamente todos los distritos de Madrid en una semana. "Hasta los domingos, que los hay que van a Tetu¨¢n con la fruta", dice. Sin embargo, parece que "desde lo de la colza" ha bajado mucho la venta ambulante de comida.
Una docena de piernas de pl¨¢stico se balancean sobre la estructura met¨¢lica. Es el puesto de medias. "Esto no se puede hacer, guapa; no me saques las medias de las cajas, que me he tirado orden¨¢ndolas hasta las cuatro de la ma?ana, y las tengo todas clasificadas". La mujer levanta la vista toda colorada, pero no se oyen sus disculpas porque alguien grita cerca: "?Venga, ni?as; toallas de verg¨¹enza!".
"iTengo las braguitas!"
Ya es mediod¨ªa, y hay tanta gente que es dif¨ªcil caminar entre los puestos. El zumbido constante de la M-30 y la calle de Alcal¨¢ ha dejado de o¨ªrse por el griter¨ªo de los vendedores. "?Chicas, tengo los manteles y las braguitas!". "Mirad, hijas; mirad qu¨¦ centros de mesa!". "?Chaquetas de caballero a mil pesetas". "Todos los pendientes, a 400!"."?Vamos, que nos vamos!", grita un vendedor mientras empieza a recoger los jers¨¦is con la mirada clavada en la pareja de la Polic¨ªa Municipal que ha paseado por all¨ª toda la ma?ana. Son las dos de la tarde y el mercado ha terminado. Volver¨¢ a abrir sus puertas la semana que viene.
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