Dvorak en su autenticidad

Orquesta Filarm¨®nica Checa

Con el patrocinio del Ministerio de Cultura-Caja Madrid hemos celebrado el 150? aniversario de Ant¨®n Dvorak, de manera brillante y adecuada. Vino a Madrid la gran Orquesta Filarm¨®nica Checa, con su maestro titular, Vaclav Neumann, y el tambi¨¦n praguense Jiri Behlovlak, para interpretar exclusivamente m¨²sica de Dvorak.Neumann es un maestro al viejo estilo: humanista, sensible, sin una gestualidad demasiado sistematizada pero capaz de crear y transmitir imponderables bellezas. En algo nos recuerda personalidades como las de M¨¹nch, Beecham, o, entre nosotros, Toldr¨¢. Una vibraci¨®n m¨ªnima pero perceptible y un sonido luminoso otorgan a la cuerda de los praguenses un sello personal bastante diferente del caracter¨ªstico de las orquestas germanas. Quiz¨¢ podr¨ªamos situarla entre la densidad sonora de los filarm¨®nicos berlineses y la flex¨ªbilidad menos rigurosa de los vieneses. Tambi¨¦n la cuerda de viento de madera es excelente, en un grado que no alcanzan los metales, con todo y merecer el prestigio de sus compa?eros.

Director V. Neummann. Solista: LI. Claret, vicolonchelista. Obras de Dvorak. Auditorio Nacional. Madrid, 24, 25 y 26 de abril.

M¨²sica bohemia

Neumann tiene para Dvorak conceptos diversos de los habituales entre nosotros. Esa m¨²sica radicalmente bohemia, sentimental, idealista, abstractamente evocadora Ni cantarina suele enfatizarse por los latinos, en tanto Neumann y otros maestros checos nos la dan con simplicidad en sus valores estrictos. Coincidi¨® entonces con la manera hermos¨ªsima, desnuda de ret¨®rica, extremadamente refinada, del violonchelista Llu¨ªs Claret, quien protagoniz¨® el concierto m¨¢s bello que probablemente se ha escrito para el instrumento. Contempor¨¢neo de las primeras sinfon¨ªas de Rachimaninov y Scriabin, de los Leimmilnkainen, de Sibelius, de la Tercera, de Mahler, el concierto da ocasi¨®n, sin vano servilismo virtuosista, al mayor lucimiento de un gran ejecutante y a la mejor demostraci¨®n de un gran m¨²sico. Claret re¨²ne ambas condiciones, como aut¨¦ntico maestro en todo el sentido del t¨¦rmino, y con la exacta, identificada colaboraci¨®n de Neumann y sus m¨²sicos logr¨® conmover a todos,

Queda, igualmente, en el recuerdo la Octava sinfon¨ªa, que, con la ¨²ltima, del Nuevo Mundo, y el Concierto, suponen la cima del sinfonisnio dvoraquiano, sin que por ello sea despreciable, ni mucho menos, la S¨¦ptima sinf¨®nia en re menor, cargada de resonancias franzianas y concomitancias con Mahler. En tanto, la Cuarta, en la misma tonalidad de re menor, viene a funcionar Como introducci¨®n o preaviso de una creaci¨®n sinf¨®nica evolutiva y personal cuya revisi¨®n, en versiones de tan alto nivel, era, m¨¢s que conveniente, necesaria.El ciclo se clausur¨®, en medio del aplauso general, con el programa del viernes, d¨ªrigido por Jiri BehIolavek, un maestro de fuerte impulso, lejano del idealismo de Neumann, que obtuvo una clara versi¨®n de la Quinta sinfon¨ªa, archivada entre las de menos aceptaci¨®n, y una viva, bien arquitecturada y coloreada, sin dem¨¦rito de expresar con autenticidad su poematismo, de la Novena o del Nuevo Mundo.