La reanimaci¨®n del gigante
Estados Unidos ignora los consejos del FMI y del G-7 para escapar de la recesi¨®n con un descenso de intereses
El presidente de Estados Unidos, George Bush, ha desplegado esta semana todos sus esfuerzos para intentar convencer a la comunidad internacional sobre la conveniencia de bajar los tipos de inter¨¦s y salir as¨ª de su recesi¨®n. Sus socios en el Grupo de los Siete (Canad¨¢, Jap¨®n, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia) aceptaron la propuesta, pero con dos objeciones demasiado pesadas.
La ca¨ªda deb¨ªa ser a medio plazo y, a corto, hab¨ªa que poner el acento en la lucha contra la inflaci¨®n. La respuesta de EE UU no se ha hecho esperar. Su prioridad es salir de la recesi¨®n, por lo que su decisi¨®n ha sido recortar, inmediatamente y en medio punto, sus tipos de inter¨¦s. La reserva federal justific¨®, a trav¨¦s de un comunicado de prensa, el recorte del 6% al 5,5% del tipo de descuento que se aplica a los bancos por la debilidad de la econom¨ªa estadounidense, especialmente en las ¨¢reas industriales y de bienes de equipo, y ante la ca¨ªda de la inflaci¨®n.En ning¨²n momento aparece, sin embargo, las conclusiones del FMI o del propio G-7. El Fondo ha minimizado estos d¨ªas la importancia de la desaceleraci¨®n econ¨®mica de este a?o pues, seg¨²n las previsiones de este organismo internacional, la recuperaci¨®n est¨¢ a la vuelta de la esquina.
El FMI ha reiterado la tesis de que "si se fuerza una ca¨ªda inmediata de tipos de inter¨¦s s¨®lo se obtendr¨¢n beneficios a corto plazo". A cambio, el Fondo defiende que "se sienten las bases para que bajen los tipos de inter¨¦s reales a medio plazo".
Estas bases, seg¨²n explic¨® el presidente (saliente) del comit¨¦ interino del Fondo, Michael Wilson, consiste en "una pol¨ªtica monetaria dedicada a luchar contra la inflaci¨®n" -es decir, de altos tipos de inter¨¦s a corto- y "una pol¨ªtica fiscal que reduzca la presi¨®n sobre los tipos de inter¨¦s debido a las demandas de los Gobiernos sobre un ahorro cada vez rn¨¢s escaso".
Con tantas exigencias, ese medio plazo que los m¨¢ximos responsables de las econom¨ªas de los pa¨ªses industriales han defendido estos d¨ªas en Washington puede posponerse indefinidamente. Entre tanto, los sacos de dormir de los homeless blancos y negros se alinean en las c¨¦ntricas calles de la capital de EE UU como parte del paisaje urbano de final de siglo para cualquiera que quiera pasear a primera hora de la ma?ana. La bulliciosa Nueva York, mientras, ve c¨®mo cierran cada d¨ªa las hasta hace poco boyantes empresas de serviolos del templo del capitalismo.
Y el problema es que todo eso se paga con votos, con lo que la disyuntiva entre la coordinaci¨®n econ¨®mica :internacional y los problemas dom¨¦sticos ha tenido una respuesta inequ¨ªvoca por parte del presidente Bush.
El caso franc¨¦s
No lo tiene tan f¨¢cil, sin embargo, su compa?ero de batalla europeo en la lucha por el recorte de los tipos de inter¨¦s. El ministro de Econom¨ªa franc¨¦s, Pierre B¨¦r¨¦govoy, no s¨®lo ha ocupado su tiempo en la ya pertinaz cr¨ªtica a los tipos de inter¨¦s espa?oles. Adem¨¢s, quiere bajar los suyos. Una decisi¨®n unilateral de este calibre no exige ser una potencia como EE UU pero es inviable cuando el pa¨ªs que la propone est¨¢ sujeto a la disciplina del mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME) y es, adem¨¢s, la divisa m¨¢s d¨¦bil del mismo.
El dilema, para el Gobierno franc¨¦s y sus electores, es que la econom¨ªa gala cumple las condiciones para abordar una pol¨ªtica de reactivaci¨®n econ¨®mica a trav¨¦s de menores tipos de inter¨¦s. Su inflaci¨®n se sit¨²a en niveles semejantes a los de Alemania y no tiene un d¨¦ficit p¨²blico creciente como aquel pa¨ªs, aunque s¨®lo sea porque no se ha unificado con nadie.
Mientras, el crecimiento econ¨®mico franc¨¦s cae y su desempleo aumenta, con o sin la mordaz cr¨ªtica del ministro de Econom¨ªa espa?ol, Carlos Solchaga, quien ha asegurado que "parece que est¨¢n notando la recesi¨®n en sus cifras de crecimiento y desempleo, aunque no s¨¦ si tienen estad¨ªsticas trimestrales, no s¨¦ si son fiables, ni tampoco si las hacen p¨²blicas". Lo que s¨ª sabe el responsable de Econom¨ªa del Gobierno espanol es que la principal reticencia antes de que la peseta entrara en el SME se dirig¨ªa a la asimetr¨ªa del mismo a favor de la divisa m¨¢s fuerte y en contra de la m¨¢s d¨¦bil. Entonces la m¨¢s fuerte era el marco, ahora lo es la peseta.
Quiz¨¢ por esto Solchaga no ha acompa?ado a su hom¨®logo alem¨¢n, Theo Waigel, ni al carism¨¢tico Karl Otto Poelil, en la defensa germana de una pol¨ªtica monetaria estricta.
Theo Waigel, ministro de Econom¨ªa alem¨¢n, puso a su pa¨ªs como ejemplo pues, a pesar de la impopularidad de las medidas, no s¨®lo se resiste a bajar los tipos de inter¨¦s sino que ha elevado (pese a las promesas previas a las elecciones) sus impuestos. Waigel olvida mencionar que tan f¨¦rrea actitud no s¨®lo no est¨¢ acompa?ada de una recesi¨®n en ciernes, como soportan EE UU, Francia y, con distintos par¨¢metros, Reino Unido, sino que camina al lado de una fuerte presi¨®n de la demanda interna por su reunificaci¨®n. De esta forma Waigel no se enfrenta a una recesi¨®n sino a los s¨ªntomas de un recalentamiento de su econom¨ªa, seg¨²n han se?alado los expertos del FMI.
La estrategia de neutralidad, mientras, ha sido adoptada por Reino Unido, pa¨ªs miembro del Grupo de los Siete. El peligro de recesi¨®n en esa econom¨ªa s¨ª est¨¢ acompa?ado, al contrario que en Francia, de una elevada tasa de inflaci¨®n y de problemas de d¨¦ficit p¨²blico que no son f¨¢ciles de solucionar con mayores impuestos.
Espa?a -que aunque no forma parte del G-7 apareci¨® de forma reiterada en la pol¨¦mica del pasado domingo- tambi¨¦n ha adoptado un papel de neutralidad en los discursos que contrasta con la firmeza de sus actuaciones.
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