"Sobrevivimos sin grandes sue?os"
La comarca extreme?a de Villuercas est¨¢ catalogada por la CE como bolsa de pobreza
En Navalvillar de Ibor, en plena comarca cacerefia de Villuercas, la mayor¨ªa de los vecinos -son 640 habitantes- temieron hace dos a?os que su medio de vida, el cuidado de las cabras, se acabase con el coto de caza ele 2.300 hect¨¢reas que hab¨ªa pertenecido a un marqu¨¦s y que la Junta excpropi¨® con pol¨¦mica incluida. El asunto est¨¢ pendiente de un fallo judicial, aunque ellos contin¨²an acudiendo al monte con sus animales. Tambi¨¦n est¨¢n a la espera de los tribunales alrededor de 300 jornaleros de la localidad granadina de Padul, acusados del fraude de la peonadas. Son dos puebos de Espa?a que tratan de sobrevivir. El primero, catalogado por Bruselas como bolsa de pobreza.
Los 70 a?os de ?ngela Rodas Escudero no suponen obst¨¢culo para que corra y grite detr¨¢s de una manada de cabras. Se inclina sobre la tierra, recoge una vara de olivo y la agita reclamando la reuni¨®n de los desperdigados animales. Las cabras son su medio de vida y de la mayor¨ªa de los vecinos de Navalvillar de Ibor (646 habitantes), en plena Villuercas, comarca catalogada por Bruselas como bolsa de pobreza."Siempre he sido esclava", se lamenta ?ngela, que muy joven y con dos v¨¢stagos perdi¨® a su marido. "Lo que falta es que tengamos pan para poder vivir", dice esta vieja cabrera que recuerda en este hermoso paisaje hubo un tiempo en que junto a las cabras pastaban tambi¨¦n vacas, ovejas y cerdos. Apenas har¨¢ dos a?os temi¨® quedarse sin espacio para sus animales: "Comenzaron a vallar todo esto y eso significaba que los jabal¨ªes y los cerdos se com¨ªan lo que se pon¨ªa a su alcance".
Pero ?ngela y todos los cabreros de Navalvilla de lbor se opusieron a que las humildes tierras de su pueblo quedaran reduc¨ªdas a un coto de caza como pretend¨ªan los propietarios de una dehesa de 2.300 hect¨¢reas que hab¨ªa pertenecido al marqu¨¦s de la Romana y que la Junta de Extremadura expropi¨® en medio de una fuerte pol¨¦mica. Pendiente a¨²n el asunto de los tribunales, los cabreros siguen acudiendo al monte con sus animales y la vida contin¨²a mon¨®tona en este peque?o pueblo, muchas de cuyas casas ofrecen a los ojos del visitante sus descarnados ladrillos.
Teodoro comparte su dedicaci¨®n a las cabras con su trabajo en el bar. "En un peque?o pueblo dif¨ªcilmente puedes vivir s¨®lo de una cosa", puntualiza este lugare?o que se autoproclama "el primer animal aut¨®ctono de la zona y que un d¨ªa, "cansado de andar con las maletas en las costillas", regres¨® "porque quise". Con apenas 500.000 kilos de aceitunas y 700.000 de castafias en a?os buenos y unas 2.500 cabras desde los despachos de Bruselas calificaron la zona como bolsa de pobreza: "?Hombre, y el culo del mundo si me apuras!, pero hace falta m¨¢s justicia social y llorar menos", reclama Teodoro. "Ciertamente aqu¨ª las perspectivas no son buenas, pero tampoco lo son para el alba?il que pierde el trabajo en Madrid, aunque si acaso ¨¦l tiene m¨¢s oportunidades". Radicaliza la cuesti¨®n cuando afirma que el asunto est¨¢ en "ser o no ser extreme?o. Yo me decid¨ª a volver para vivir aqu¨ª. Lucho por mi tierra a mi manera". Critica a jueces que hablan peyorativamente de la cultura de la cabra "que tienen asegurado al final del mes su buen sueldo".
Domingo Mu?oz, el alcalde, afirma "que los peores tiempos ya han pasado", aunque reconoce que "la vida no es f¨¢cil aqu¨ª". La gente "no tiene un duro pero sobrevivimos tranquilos sin grandes sue?os". 646 habitantes, 80 parados "y casi todo el mundo con subsidio". Habr¨¢ que unir lo que dan las cabras, "rentables por la prima de Bruselas", a las casta?as, los jornales que proporciona la recolecci¨®n del esp¨¢rrago y el tabaco y poco m¨¢s. "Y as¨ª vamos tirando", dice resignado, "pero contento de vivir aqu¨ª".
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