"Corremos el riesgo de ir hacia un Estado policial"
El Partido Popular va a rebasar el domingo el famoso techo de Fraga. En poco m¨¢s de un a?o, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le ha cambiado el paso a un partido que siempre tuvo cierto tufo franquista. Puesto a centrar a sus huestes, este inspector fiscal de Valladolid, de 38 a?os, ha hecho un conglomerado ideol¨®gico dispar, en el que mezcla el liberalismo thatcherista con una doctrina social de corte wojtyliano. Su problema sigue siendo la comunicaci¨®n con las masas. Su autocontrol le evita cometer errores graves, pero le impide tambi¨¦n despertar pasiones.
Pregunta. Hace unos meses advirti¨® que ¨¦sta iba a ser una campa?a particularmente sucia. ?Tiene hoy esa sensaci¨®n?Respuesta. La tuve y quise hacer esa advertencia. A estas alturas creo que hay una campa?a sosegada por parte de algunos, entre los que me incluyo, que ofrecemos argumentos, sin duda cr¨ªticas e ideas de futuro, y otra de descalificaci¨®n, por parte fundamentalmente del PSOE y de sus principales dirigentes.
P. Usted ha elevado el tono estos d¨ªas y ha hablado incluso del riesgo de un estado policial.
R. He dicho que si quieren hacer un Estado policial, que se vayan a otra parte. Yo soy de los convencidos de que el poder tiene que tener l¨ªmites. La funci¨®n, por ejemplo, de los medios de comunicaci¨®n en una democracia es velar permanentemente por los l¨ªmites del poder.
P. Se ha referido a la Ley de Seguridad Ciudadana y a la de protecci¨®n inform¨¢tica. ?Qu¨¦ riesgos ve en esos proyectos?
R. No veo ninguna justificaci¨®n para que los archivos policiales puedan incluir datos que afectan a la esfera privada, como es todo lo referido a las creencias religiosas o al ejercicio de la sexualidad. Tampoco concibo que la polic¨ªa pueda entrar en una casa sin orden judicial. ?Es esto incompatible con una garant¨ªa de seguridad? No, eso est¨¢ mucho m¨¢s cerca del Estado policial, donde fuerzas de seguridad irrumpen en los domicilios sin otro criterio que el suyo o usan la inform¨¢tica para controlar mejor a los ciudadanos. Eso es m¨¢s propio de un Estado policial. Las libertades y la democracia han sido la conquista m¨¢s importante en Espa?a para que ahora venga nadie a debilitarla.
P. ?Existe ese peligro?
R. Este pa¨ªs ten¨ªa un ejercicio de libertad y una sensaci¨®n de libertad m¨¢s intensa del 77 al 82 que desde ese a?o en adelante. Hay que recuperar cierto esp¨ªritu de aquellos a?os. Es obvio que entonces hab¨ªa un objetivo nacional claro: conseguir la democracia. Ahora debemos renovar y regenerar nuestra democracia.
P. El Gobierno justifica algunas medidas excepcionales por el riesgo terrorista...
R. Ning¨²n Gobierno ha tenido m¨¢s comprensi¨®n y ayuda frente al terrorismo que ¨¦ste. No creo que ni Gonz¨¢lez ni sus ministros del Interior se puedan quejar. Otra cosa es la eficacia. Hace poco me hablaban en San Sebasti¨¢n de las carencias que a¨²n tiene la polic¨ªa. En segundo lugar, y salvo que se desmienta con rotundidad, creo que en Argel se habl¨® demasiado. El compromiso pol¨ªtico de aislar el terrorismo debe mantenerse, pero sin generar confusi¨®n.
P. En esos proyectos se apela a la inseguridad, a la droga...
R. La inseguridad se ha incrementado alarmantemente por medidas equivocadas, como la salida de los famosos 12.000 presos. Por otra parte, la conexi¨®n entre drogadicci¨®n y delincuencia est¨¢ archidemostrada y el Gobierno tiene ah¨ª una grav¨ªsima responsabilidad.
P. ?Qu¨¦ har¨ªa usted?
R. En primer lugar, reformar el C¨®digo Penal para que los narcotraficantes sean considerados a todos los efectos como terroristas y no puedan rebajar sus condenas. Tambi¨¦n sancionar¨ªa el consumo p¨²blico de drogas.
P. ?Con sanciones penales?
R. Sancionar¨ªa con medidas administrativas, pero sin descartar que se pueda penalizar el consumo de drogas en p¨²blico.
Consumo de drogas
P. Pero no provoca la misma alarma ver a alguien fumando un porro que pinch¨¢ndose.
R. Evidentemente las medidas deben ser adecuadas, pero distinguir entre drogas duras y blandas ha sido un desastre. Le invito a que se re¨²na con familias en las que hay alg¨²n drogadicto, cosa que yo hago, y se convencer¨¢. El consumo de drogas ha adquirido tales proporciones en nuestro pa¨ªs que hay que atajarlo con una reforma penal.
P. Los jueces se quejan de la poca colaboraci¨®n de los bancos para detectar los narcod¨®lares.
R. Antes de buscar responsabilidades en los dem¨¢s, en el supuesto de que las tengan, hay que hacer las reformas legales que permitan al Gobierno combatir eficazmente la droga. Yo estoy dispuesto a estudiar cuantas medidas sean necesarias para perseguir a los narcotraficantes.
P. Sorprende que esas enormes cifras sean indetectables.
R. La droga no tiene fronteras y me parece positivo lo que pueda hacerse en el ¨¢mbito de la CE o para atajar determinados para¨ªsos fiscales que puedan estar conectados con el narcotr¨¢fico. Yo, personalmente, declaro una lucha sin cuartel contra la droga y har¨¦ cuanto sea necesario.
P. Usted tambi¨¦n promete, como todos, acabar con la pesadilla de la vivienda. ?C¨®mo?
R. En primer lugar est¨¢ la fiscalidad de la vivienda, por la que uno tributa en el impuesto sobre la renta, el del patrimonio, el de transmisiones patrimoniales, el IVA, el de sucesiones y el de bienes inmuebles. Proponemos simplificar todo esto en un ¨²nico impuesto municipal. Por otra parte, se ha abandonado la promoci¨®n p¨²blica de viviendas de protecci¨®n oficial y la creaci¨®n de patrimonios de suelo p¨²blico.
P. ?Se puede abaratar el suelo sin expropiar?
R. Yo tengo mis dudas.de que la expropiaci¨®n sirva como regla general para conseguir suelo m¨¢s barato, a veces ocurre lo contrario, pero se puede recurrir a ella excepcionalmente. Lo que ha ocurrido en Madrid es que en 1982 se hizo un dise?o ideol¨®gico de ciudad, desde la err¨®nea convicci¨®n de que ya no iba a crecer m¨¢s, porque la econom¨ªa de mercado hab¨ªa llegado a su m¨¢xima expansi¨®n. Por lo tanto, no se necesitaba m¨¢s infraestructura.
Autopistas y autov¨ªas
P. M¨¢s infraestructuras, creaci¨®n de suelo p¨²blico, viviendas de protecci¨®n oficial... En defin¨ªt¨ªva, m¨¢s gasto. ?C¨®mo lo casa con la reducci¨®n fiscal que ofrece?
R. En t¨¦rminos generales yo propongo congelar la presi¨®n fiscal, que es una manera de reducirla. Pero hay, otro aspecto que se tiene muy poco en cuenta y es el de la oferta. El sector p¨²blico tiene un grav¨ªsimo problema de ineficiencia. Hay que abordar en serio una pol¨ªtica de liberalizaci¨®n y desregulaci¨®n. Esto nos permitir¨¢ liberar recursos.
P. ?Cree de verdad que s¨®lo por la v¨ªa de una mayor eficacia puede saldar este pa¨ªs su tremenclo d¨¦ficit de infraestructuras?
R. Usted conoce el eurot¨²nel entre Gran Breta?a y Francia. N o hay una peseta de capital p¨²blico, ni siquiera como aval.
P. S¨ª, pero no hay empresa que quiera hacerse cargo de los ferrocarriles...
R. Es cierto, pero yo hablo de lo que se puede hacer. Se pueden construir muchos kil¨®metros de autopistas o autov¨ªas sin un duro de capital p¨²blico. Desde 1982 no se ha hecho un kil¨®metro de autopista y ahora resulta que las autov¨ªas que se est¨¢n construyendo, con retrasos en un 50%, son inseguras porque han seguido los trazados antiguos y necesitan correcciones. Lo peor es que al flinal tendremos que pagar peaje en las autov¨ªas, porque si no ser¨¢ imposible mantenerlas.
P.Usted ha prometido reducir el peso del sector p¨²blico en la econorn¨ªa de un 42% a un 37%, a raz¨®n de medio punto por a?o. ?Piensa conseguir eso privatizando empresas o servicios p¨²blicos?
R. Fundamentalmente, s¨ª.
P. ?Sin retocar la n¨®mina de funcionarios?
R. A m¨ª me parece que el Estado es, en l¨ªneas generales, ineficaz. No tiene sentido que la Administraci¨®n central crezca al mismo tiempo que se desarrolla el Estado auton¨®mico. Ha llegado el momento de apostar por el desarrollo pleno de la Constituci¨®n o replantearse el tema. Creo que hace falta m¨¢s descentralizaci¨®n y un mecanismo que permita ajustar las competencias de autonom¨ªas y ayuntamientos.
P. Hablando de autonom¨ªas, Fraga propone una reforma constitucional para convertir el Senado en C¨¢mara territorial.
R. Hablar de reformas de la Constituci¨®n era hace unos a?os un tema tab¨², tal vez merecidamente tab¨², porque toda Constituci¨®n necesita una etapa de con
"Corremos el riesgo de ir hacia un estado policial"
solidaci¨®n, que creo que se ha conseguido. El Senado se ha convertido en una C¨¢mara de escasa credibilidad, meramente repetitiva...P. Eso de repetitiva se presta a un chiste f¨¢cil...
R. S¨ª, s¨ª, repetitiva en varios sentidos ¨²ltimamente. Si optamos por una pol¨ªtica de desarrollo constitucional, es necesario que las Comunidades Aut¨®nomas est¨¦n mejor representadas en el Senado, que no refleja estrictamente el principio de la territorialidad. Cualquier modificaci¨®n del Senado en este sentido pasa por una reforma constitucional y yo soy partidario de esa reforma, pero tampoco tengo especial inter¨¦s en forzar las cosas. Creo que cualquier reforma de la Constituci¨®n debe hacerse para asuntos concretos, con un acuerdo previo suficiente que impida otro tipo de planteamientos.
P. ?No cree que hay otros puntos de la Constituci¨®n que pueden ser tambi¨¦n objeto de debate, como las listas cerradas?
R. Yo soy partidario de medir cada paso. Creo que fue un error constitucionalizar todo el sistema electoral, pero hay cosas que se pueden hacer sin tocar la Constituci¨®n, por ejemplo cambiar el sistema de elecciones locales, de forma que no se repita el esquema de mayor¨ªas del Congreso en el ¨²ltimo ayuntamiento.
P. Usted es partidario de que la alcald¨ªa recaiga en el primero de la lista m¨¢s votada.
R. Efectivamente. Para hacer eso no hace falta tocar la Constituci¨®n. Esto entra en el cap¨ªtulo de perfeccionamiento de la democracia que dec¨ªa.
P. ?Es consciente de que la profesi¨®n de pol¨ªtico tiene cada vez menos prestigio en este pa¨ªs.
R. Sin duda. Y acontecimientos bien recientes inciden en ello. Este es un oficio con poco prestigio y, adem¨¢s, especialmente duro si uno se lo toma en serio. Pero le voy a decir una cosa, toda alma joven -y la m¨ªa lo es- ve en la acci¨®n pol¨ªtica una conquista diaria de la libertad.
P. No es esa la impresi¨®n que saca un ciudadano cuando ve que los pol¨ªticos se convierten en una casta privilegiada, que elude incluso la obligaci¨®n de declarar en persona ante el juez.
R. Nosotros hemos votado en contra y hemos anunciado que renunciamos a ese privilegio. Efectivamente, supone establecer dos castas, la de los pol¨ªticos ,y los dem¨¢s ciudadanos. Creo que el pol¨ªtico debe tener una funci¨®n ejemplificadora.
P. Los padres de la Constituci¨®n estaban tan preocupados por asegurar la estabilidad del sistema que terminaron dejando todo el sistema en manos de las c¨²pulas partidarias.
R. Es cierto que se ha podido producir una especie de oligarquizaci¨®n de la vida pol¨ªtica. Pero empecemos por lo m¨¢s f¨¢cil: la elecci¨®n de alcaldes.
P. ?Siente usted que ha aumentado la desigualdad social?
R. Es que ha aumentado. Hay un problema de dualidad social, pero en el futuro las difrencias no las van a marcar ni el patrimonio ni la riqueza, sino las oportunidades de formaci¨®n. Este pa¨ªs no tiene resuelta ni su ense?anza universitaria ni su ense?anza b¨¢sica ni su formaci¨®n profesional. Han bloqueado de tal forma el sistema que el ciudadano no tiene m¨¢s opci¨®n que aceptar el centro que le corresponde o irse a un colegio privado, a un coste inasumible para muchas familias. Con la sanidad ocurre otro tanto.
P. Pero no parece que sus propuestas fiscales de reducir los impuestos directos y alimentar los indirectos vayan a disminuir las desigualdades sociales.
R. El mito socialdem¨®crata de redistribuir la riqueza por la imposici¨®n directa termin¨® hace veinte a?os. Hoy, o se garantiza la solidaridad desde la libertad o no se garantiza. Lo cual no significa que un Gobierno ni tenga que intervenir subsidiariamente.
P. Cree que con su programa puede convencer a uno de esos ocho millones de espa?oles que viven en niveles de miseria?
R. Cuando yo llegu¨¦ a la presidencia de Castilla y Le¨®n hab¨ªa tres centros de asistencia social. Cuando me fui dej¨¦ 113.
P. ?De verdad piensa que un modelo de libre mercado a pleno rendimiento es suficiente para frenar las zonas marginales?
R. Yo no digo que todo debe condicionarse a las reglas del mercado, en absoluto. He le¨ªdo atentamente la ¨²ltima enc¨ªclica de Juan Pablo II, que contiene unos elementos de reflexi¨®n muy importantes. Yo no renuncio, desde luego, a actuar desde el Gobierno. Lo que digo es que una acci¨®n desmedida del Estado genera m¨¢s desigualdad.
P. Ha dicho que no se f¨ªa de Gonz¨¢lez porque no cumple los pactos y que usted hab¨ªa alcanzado un acuerdo con Solchaga sobre la competitividad que Guerra ech¨® abajo.
R. En marzo de 1990 sostuve una conversaci¨®n con Solchaga que b¨¢sicamente se cerr¨® de forma satisfactoria. Yo quise saber si el ministro de Econom¨ªa ten¨ªa todo el respaldo y se me dieron plenas garant¨ªas. Tengo constancia expresa de que esa operaci¨®n no sali¨® adelante por designio de un sector del PSOE. Ellos sabr¨¢n por qu¨¦. A eso es a lo que me refiero cuando digo que en este pa¨ªs se gobierna desde Ferraz. El coste lo estamos viendo estos d¨ªas, con las huelgas de los servicios p¨²blicos.
P. ?Qu¨¦ espera de estas elecciones?
R. Van a marcar el cambio m¨¢s importante de los ¨²ltimos a?os en el panorama pol¨ªtico espa?ol. Las capas medias urbanas van a estar con el Partido Popular. En el 87 el PSOE tema una diferencia de 17 puntos sobre el PP en las capitales de provincia; en las generales del 89 fueron s¨®lo dos puntos. Vamos a ver de qu¨¦ lado cae ahora la ventaja.
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