Lo que es y lo que no es Madrid 92
La capitalidad cultural europea de Madrid en 1992 no tiene, seg¨²n el autor, ning¨²n parecido con los Juegos de la Olimpiada de Barcelona o la Exposici¨®n Universal de Sevilla, que necesitan de la puesta patas arriba de la ciudad.
De forma insistente y machacona, proliferan aqu¨ª y acull¨¢ las opiniones, confusas y equivocadas en muchos aspectos, de un Madrid 92 en competencia con los Juegos de Barcelona o con la Exposici¨®n Universal de Sevilla, y las preparaciones necesarias para cada una de ellas... Parece in¨²til repetirlo, porque seguiremos insistentemente oy¨¦ndolo de nuevo por desinformaci¨®n, pero los dos acontecimientos, important¨ªsimos, de Barcelona y Sevilla no tienen como planteamiento ning¨²n parecido con Madrid 92. Tanto la una como la otra necesitan conditio sine qua non unos espacios, edificaciones y ordenaci¨®n del territorio imprescindibles: infraestructuras de agua, de gas, de electricidad, de tel¨¦fono, de accesos, son absolutamente indispensables para poder realizar el objetivo ideado y que deben estar terminadas para 1992. Sin todo esto, los actos no pueden ser llevados a cabo.
En el caso de la denominaci¨®n de Madrid como capital europea de la cultura, tal nombramiento no lleva aparejado de forma esencial la puesta patas arriba de la ciudad, es decir, la reestructuraci¨®n de otra ciudad distinta a la que vivimos. Ni esto es as¨ª ni ¨¦se es el esp¨ªritu del Consejo de Ministros de Cultura al designar capital europea de la cultura cualquier ciudad. Resulta superfluo repetir por en¨¦sima vez que Madrid, cualquier d¨ªa del a?o de cualquier a?o, es una de las ciudades con mayor densidad en acontecimientos culturales y en la que se dan cita desde los grandes int¨¦rpretes musicales y actores hasta los m¨¢s importantes artistas pl¨¢sticos.
El ¨²ltimo ejemplo, Glasgow, ha sido esgrimido como modelo de recuperaci¨®n urbana; pues bien, el t¨ªtulo de la capitalidad fue un premio a 40 a?os de reconversi¨®n que ha hecho de esta ciudad, una de las m¨¢s sucias y con m¨¢s problemas sociales de Europa entonces, una hermosa ciudad de servicio hoy. ?Pero esto ha tardado 40 a?os en hacerse! En urbanismo las cosas son as¨ª. Es como si Berl¨ªn hubiera fracasado en su capitalidad en, el a?o 1988 porque no consigui¨® el desplome del famoso muro, ofreciendo as¨ª una ciudad dividida, no recuperada y oprimida por una corona de espinas.
Empieza uno a pensar que la designaci¨®n de Madrid como capital europea de la cultura para el a?o 92 fue un error, si es que queremos, empecinadamente, hacer de esta celebraci¨®n otra cosa distinta a la que en realidad es. Los que insistentemente reclaman una creaci¨®n de infraestructuras culturales y de acompa?amiento para Madrid, que sin duda son muy necesarias, deben plantearlo ya, hoy mismo, a las instituciones con responsabilidades directas en sus ejecuciones. As¨ª se ganar¨¢ tiempo, y dentro de cuatro, cinco o seis a?os podr¨¢n estar en funcionamiento.
Coordinar y promover
La alocada creencia seg¨²n la cual el consorcio debe ser a un tiempo Ministerio de Infraestructura y de Educaci¨®n y que de la noche a la ma?ana -es decir, en a?o y medio- se pueden rellenar todas las lagunas de d¨¦cadas, cuando menos debe ser tratada de ignorante e ilusa, si no de aut¨¦ntica mala fe. El Consorcio para la Organizaci¨®n de Madrid Capital Europea de la Cultura, por estatutos, tiene como fin principal la coordinaci¨®n de la actividad cultural de las instituciones consorciadas y la promoci¨®n de otras que vengan a completar y no a competir, a acentuar y no a duplicar. El resultado, por tanto, depender¨¢ en gran manera de la capacidad de coordinar y dejarse coordinar, por un lado, y de la inventiva y sagacidad a la hora de promover, por otro.
Pod¨ªamos decir que esta promoci¨®n consiste en una iluminaci¨®n de bandas oscuras; de poner en valor ciertas carencias, capitales, por otra parte, en la historia de la cultura del Estado en general y de Madrid en particular. Luego est¨¢n los presupuestos, y de d¨®nde y qui¨¦n los debe poner. Tambi¨¦n, qu¨¦ queda en Madrid de todo esto, que, por cierto, es mucho. De momento, por favor, no insistamos en pedir que el consorcio se erija en hada madrina que cambie todos nuestros problemas, porque pensando as¨ª tendremos una gran desilusi¨®n.
es director general del Consorcio Madrid 92.
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