El delator

Paulo Figueiredo, soltero, de 31 a?os, es un hombre tranquilo, de mirada apacible y huidiza, empe?ado en desvivirse para satisfacer con sus explicaciones a los jueces. Es el preso modelo que nunca antes hab¨ªa encontrado en 15 a?os de ejercicio profesional el maestro de la c¨¢rcel de Gradignan (Burdeos).Cuesta ver en ¨¦l a quien, en uni¨®n de dos compatriotas, agot¨® el cargador de su pistola autom¨¢tica disparando indiscriminadamente contra los clientes del bar Batxoki de Bayona, adultos y ni?os, el 8 de febrero de 1986. Lo hizo, seg¨²n ha confesado, para cobrar los dos millones de pesetas prometidos por Amedo a cambio de cada cad¨¢ver y poder comprarse una casa. Al final, no ha visto un c¨¦ntimo.

En su defensa, Figueiredo, nacido en Angola, alega haber sido enga?ado por Amedo. El subcomisario le convenci¨® con el se?uelo de "un trabajo casi oficial y protegido por las dos polic¨ªas afectadas". El acusado se refiere con enorme frialdad a 1a misi¨®n" encomendada a ¨¦l y a sus compa?eros.

La polic¨ªa francesa, dijo, le abri¨® los ojos sobre los GAL. Se sinti¨® "enga?ado", afirma, e inmediatamente cont¨® "toda la verdad". Sus declaraciones de febrero de 1986 permitieron a los jueces de Francia, Portugal y Espa?a encontrar la pista de Amedo.