Baker-Finch, a golpes de experiencias
El campe¨®n del Open Brit¨¢nico de golf dice que se siente en la cumbre del mundo
ENVIADO ESPECIAL, Ian Baker-Finch palme¨® las manos de su caddie despu¨¦s de su putt triunfador, se quit¨® la visera y la aire¨® agradeciendo la ovaci¨®n del p¨²blico de Southport. Despu¨¦s se despoj¨® de sus gafas y unas cuantas l¨¢grimas testimoniaron su emoci¨®n. Estaba viviendo un momento hist¨®rico para ¨¦l, su inscripci¨®n en el Grand Slam del golf como vencedor del Open Brit¨¢nico. "?Qu¨¦ puedo decir?", se pregunt¨® en voz alta y con el trofeo en sus manos; "Es fant¨¢stico, me siento en la cumbre del mundo". "He volcado en el campo mis experiencias en el torneo", coment¨®.
A sus 30 a?os, Baker-Finch, un australiano de Nambour aficionado a todos los deportes, pero especialmente al tenis, vio cumplido el domingo su mayor deseo: anotar el Open en su palmar¨¦s. Su mujer, Jennie, y su hija, Hayley, de dos, se estrecharon con ¨¦l en el green. Sus compatriotas Mike Harwood, el segundo; Craig Parry, el octavo, y Greg Norman, el noveno, le felicitaron. Hab¨ªan rivalizado con ¨¦l y perdido. Pero era un buen d¨ªa para ellos y su pa¨ªs.Baker-Finch lleva 13 triunfos a lo largo de su carrera, en la cual ha recurrido alguna vez a un psic¨®logo para afrontar con m¨¢s seguridad mental los putts, sobre todo los cortos. El primero lo obtuvo en Nueva Zelanda en 1983. En el circuito oce¨¢nico logr¨® seis m¨¢s; en el japon¨¦s, tres; en el norteamericano, el suyo habitual (totaliza unas ganancias de 1,3 millones de d¨®lares), uno, y en el europeo, dos, pues tambi¨¦n se impuso en el Open de Escandinavia en 1985. En la temporada actual ha sido el segundo en los torneos estadounidenses de Hilton Head y Sutton y el tercero en el de Williamsburg. Pero fue en Southport, anteayer, donde se convenci¨® de sus posibilidades futuras: "Me he probado a m¨ª mismo que soy un campe¨®n".
Ahora se lo probar¨¢n los agentes publicitarios. Las ofertas multimillonarias le van a llover desde todos los ¨¢ngulos, pero especialmente desde los norteamericanos y los australianos. Desde los primeros, porque, en ¨¦poca de vacas flacas, se le considera un jugador propio al pertenecer a su tour. Desde los segundos, porque se andaba buscando un recambio para Norman, el gran exponente patrio, pero que ¨²ltimamente parece algo alica¨ªdo. BakerFinch ha entrado, como ¨¦ste lo hiciera en 1986 en Turnberry (su ayudante fue el suyo de ahora, Bender, "el mejor"), en la leyenda iniciada por Peter Thomson, un viejo paisano que se adjudic¨® el Open en 1954, 1955, 1956, 1958 y 1965 y que, por descontado, ha apellidado a una de las calles de las carpas del club Royal Birkdale.
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