Dos billetes

?ltimamente estoy algo paranoico: no tengo m¨¢s remedio que ir de un sitio a otro con la mayor rapidez posible, pero no me apetece nada utilizar los medios a mi disposici¨®n. Como no tengo fortuna para cambiar del medio a mi disposici¨®n, paso horas sentado en los aviones maldiciendo mi suerte. Lo malo es que gran parte del tiempo que paso en ellos transcurre en tierra.Y generalmente en el aeropuerto de Madrid. Cuando finalmente se anuncia que el vuelo -retrasado por la misteriosa y "tard¨ªa llegada del anterior"- est¨¢ listo para embarcarnos, arrastro el malet¨ªn de viaje por kil¨®metros de galer¨ªas de m¨¢rmol imperial para llegar a un finger. El finger es un tubo que en otros aer¨®dromos del mundo conduce directamente al avi¨®n. En Madrid conduce a una escalera al pie de la que espera un autob¨²s que, con el motor en marcha, est¨¢ perfectamente equipado para gasear a los pasajeros. En el avi¨®n, los usuarios son informados de que el tiempo est¨¢ imposible, estamos a punto de ser los primeros para despegar, el tr¨¢fico est¨¢ fatal, abr¨®chense los cinturones que pronto les serviremos la cena de pl¨¢stico. Contin¨²a la huelga de unos y otros (nadie explica que los controladores han empezado la suya sin dec¨ªrselo a nadie). Me pregunto para qu¨¦ se molestan las compa?¨ªas a¨¦reas en sugerir que nuestro vuelo tiene su salida a las 18.05, cuando en realidad ser¨ªa mucho m¨¢s preciso decir que, con algo de suerte, el despegue est¨¢ programado para cualquier momento entre las 19.00 y las 22.30.

Y encima, los espa?oles pagamos los billetes de Iberia dos veces: una, al adquirirlo, y otra, considerando lo mal que va y el absurdo tama?o de su d¨¦ficit, cuando pagamos los impuestos con los que el Estado tapa los agujeros. Como dice un amigo m¨ªo, "mejor es no volar; as¨ª s¨®lo se paga el billete una vez".