El fantasma de Stalin
NO HAY analog¨ªa posible, pero mucha gente el mundo entero se acord¨® ayer de Salvador Allende cuando supo del golpe de Estado contra Gorbachov, protagonizado por quienes no quieren que las cosas cambien. La destituci¨®n forzosa de Gorbachov y la toma del poder en Mosc¨² por un denominado Comit¨¦ Estatal para el Estado de Emergencia gener¨® de repente una profunda angustia en los ciudadanos de todo el planeta. Qu¨¦ va a pasar en esa Union Sovi¨¦tica en la que, desde hace seis a?os, la perestroika ha transformado el sistema pol¨ªtico, instaurando ¨®rganos de poder elegidos por los ciudadanos y altos niveles de libertad?
Es a¨²n pronto para dar una respuesta definitiva, ya que no se tienen noticias suficientes sobre lo que est¨¢ ocurriendo en ese territorio inmenso -m¨¢s parecido a un continente que a un pa¨ªs- que es la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Sin embargo, un dato est¨¢ claro: en el grupo que ha asumido el poder, los militares y el jefe del KGB tienen el peso determinante, lo cual se refleja de manera clara en el lenguaje de los textos emitidos por dicho Comit¨¦. Al lado de los generales y jefes del aparato represivo figuran asimismo, entre los dirigentes del golpe, mediocridades pol¨ªticas como el vicepresidente, Yan¨¢yev, y el jefe del Gobierno, P¨¢vlov, conocidas por su oportunismo camale¨®nico en las m¨¢s diversas situaciones. Cuando, a finales del a?o pasado, Edvard Shevardnadze present¨® su dimisi¨®n como ministro de Exteriores anunci¨® ante el S¨®viet Supremo que tomaba esa decisi¨®n ante la amenaza creciente de una nueva dictadura, para evitar la cual nadie -y la alusi¨®n a Gorbachov era obvia- tomaba medidas eficaces. En las semanas siguientes los rumores sobre el peligro de un golpe fueron disminuyendo, porque el restablecimiento de cierto acuerdo entre Yeltsin y Gorbachov parec¨ªa crear una base social m¨¢s fuerte para consolidar el proceso democr¨¢tico. Hoy es evidente que la conspiraci¨®n se ven¨ªa desarrollando desde hace m¨¢s de un a?o.
En las ¨²ltimas semanas, con motivo de la celebraci¨®n del ¨²ltimo Comit¨¦ Central del PCUS, en el que se discuti¨® el nuevo programa presentado por Gorbachov, dos hechos han sido particularmente significativos. Por un lado, un llamamiento suscrito por dos viceministros -el de Defensa y el del Interior- tomando una posici¨®n neta contra la reforma; lo l¨®gico hubiese sido su inmediata destituci¨®n. Ahora est¨¢ claro que no hac¨ªan sino expresar la opini¨®n de sus superiores, que son los protagonistas del golpe. Por otra parte, en los debates del Comit¨¦ Central, los conservadores -a diferencia de lo que hab¨ªan hecho en el pasado abril- evitaron atacar a Gorbachov y aceptaron incluso, como base para un congreso previsto en noviembre, un programa socialdem¨®crata, que enterraba todos los dogmas de la ideolog¨ªa marxista-leninista. Esta pasividad se interpret¨® como se?al de que los conservadores se preparaban a dar la batalla en el futuro congreso. Hoy es amargamente obvio que quer¨ªan crear una sensaci¨®n de tranquilidad para facilitar el golpe contra Gorbachov.
Los organizadores del golpe se han aprovechado de las debilidades objetivas de la perestroika, sobre todo en el terreno econ¨®mico. Debilidades que nacen de la inexistencia de una sociedad civil capaz de convertirse en factor din¨¢mico de la reforma y de la transici¨®n de un esquema de planificaci¨®n central hacia una econom¨ªa de mercado. Al final; no hab¨ªa ni, plan ni mercado. Temeroso de precipitar este golpe, Gorbachov se mantuvo en una actit¨²d centrista, oscilando entre los dem¨®cratas radicales y los comunistas ultras: as¨ª ha acabado aisl¨¢ndose de los sectores m¨¢s consecuentemente reformistas y de sus colaboradores m¨¢s prestigiosos. Sin embargo, los propios golpistas se han visto obligados a reconocer, en la pr¨¢ctica, la raz¨®n profunda de Gorbachov al emprender una reforma que ha puesto en cuesti¨®n y ha roto con todo el proceso hist¨®rico iniciado en la revoluci¨®n de 1917. Es significativo que en los llamamientos del Comit¨¦ de Emergencia no se mencione al partido comunista; ni siquiera se habla de socialismo. Emerge as¨ª cierta semejanza -en otra etapa hist¨®rica- con lo ocurrido en Polonia, en el golpe de Jaruzelski de 1980 para destruir Solidaridad: el partido comunista qued¨® marginado, y los actores del golpe fueron el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa. Ayer se elimin¨® a Gorbachov por m¨¦todos militares, invocando la patria, el orden y la moralidad, como en cualquier fen¨®meno golpista de manual cl¨¢sico.
?ste ha tenido lugar en la noche del 18 al 19 de agosto por una raz¨®n concreta: el 20 estaba prevista la firma por varias rep¨²blicas, y principalmente Rusia, del nuevo Tratado de la Uni¨®n, que tiende a crear una nueva estructura en lo que ha sido hasta ahora la URSS, cediendo altos niveles de soberan¨ªa a cada rep¨²blica, pero conservando un sistema federal y un poder central con competencias sustanciales. En un periodo en que las tendencias nacionalistas parec¨ªan llevar a la desintegraci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la negociaci¨®n de un nuevo sistema federal con nueve rep¨²blicas -dejando en suspenso el caso de las seis restantes- ha sido el mayor ¨¦xito de Gorbachov en pol¨ªtica interior. Bor¨ªs Yeltsin, el presidente electo de Rusia, le ha prestado una ayuda fundamental para lograr ese resultado.
El mundo debe presionar a los golpistas
Ahora, el primer objetivo del Comit¨¦ Estatal es impedir que ese Tratado sea firmado. Formalmente dice que debe ser discutido por todos los sovi¨¦ticos, pero su intenci¨®n aparece muy clara en el llamamiento lanzado al tomar el poder. En ¨¦l rebrota al viejo lenguaje sobre la fraternidad feliz de los pueblos en el seno de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, rota por aventureros que especulan con los sentimientos nacionales. La tesis central es la vuelta a la unidad de la patria, ignorando una realidad tan afianza da como la existencia de Gobiernos nacionales en casi todas las rep¨²blicas, empezando por Rusia, que han re chazado el viejo sistema.
?C¨®mo piensa el nuevo poder de Mosc¨² aplicar tal programa? Si escoge el camino de las armas, estamos ante la perspectiva tr¨¢gica de una serie de guerras, que pueden extenderse a buena parte del territorio sovi¨¦tico. Los vuelos de la aviaci¨®n sovi¨¦tica por el espacio a¨¦reo de las rep¨²blicas b¨¢lticas pueden ser la primera se?al. Pero lo que ha pasado en el propio Mosc¨², a las pocas horas de la proclamaci¨®n del Comit¨¦ de Emergencia, es una indicaci¨®n de las dificultades gigantescas con las que ¨¦ste se va a encontrar. El presidente de Rusia, Yeltsin, y todas las autoridades de esta rep¨²blica han declarado ilegal y nula la creaci¨®n del nuevo poder; y han exigido que se re¨²na el Congreso de los Diputados y que Gorbachov siga ocupando su cargo. El mundo entero ha visto por televisi¨®n la valent¨ªa con la que Yeltsin ha lanzado una proclama a la huelga general subido en un tanque. A la vez, el S¨®viet de Mosc¨² ha declarado que no reconoce al Comit¨¦ de Emergencia y que no cumplir¨¢ sus decretos. Resulta estremecedora la actitud de numerosos ciudadanos de Mosc¨² manifest¨¢ndose en medio de los tanques en defensa de su libertad, hablando con los soldados y coreando "el golpe fascista no pasar¨¢". No se sabe nada de lo que est¨¢ pasando en las rep¨²blicas y se ha establecido, como en tiempos breznevianos, un control r¨ªgido sobre la informaci¨®n. ?Piensan Yan¨¢yev y sus comparsas destituir, meter en la c¨¢rcel o fusilar a los Gobiernos de las rep¨²blicas elegidos por el pueblo que se nieguen, como el de Rusia, a reconocerles? Todo indica que si el Comit¨¦ de Emergencia sigue adelante con el proyecto trazado en su llamamiento, provocar¨¢ derramamientos de sangre.
?Cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias en el plano internacional? La preocupaci¨®n, expresada de forma m¨¢s o menos n¨ªtida por los Gobiernos, se ha reflejado al instante en las bolsas de valores con unas ca¨ªdas fort¨ªsimas que en Madrid han sido las mayores de su historia. Con el golpe de Mosc¨² la perspectiva de un nuevo orden internacional y de una integraci¨®n de la URSS en el mercado mundial se borra del horizonte. El futuro se ensombrece y se esfuma la esperanza de una vida internacional basada en la cooperaci¨®n, y el desarme.
El Comit¨¦ de Emergencia ha afirmado que la URSS permanecer¨¢ fiel a les tratados y acuerdos firmados. Entre ellos reviste enorme trascendencia el tratado START sobre reducci¨®n de armas nucleares estrat¨¦gicas. Pero en la aplicaci¨®n del START, en todo el proceso de desarme, incluso en otros campos de pol¨ªtica exterior, como la proyectada conferencia sobre Oriente Pr¨®ximo, una condici¨®n fundamental es la confianza mutua lograda en los ¨²ltimos a?os entre la URSS y EE UU. Tal confianza, ha sido rota. La actitud hacia el nuevo poder establecido en Mosc¨² tendr¨¢ que ser radicalmente distinta. Nose puede pensar en seguir adelante con planes de ayuda y, cooperaci¨®n cuya realizaci¨®n es taba intr¨ªnsecamente ligada al progreso de la perestroika. El Consejo de Ministros de la CE fijar¨¢ hoy en La Haya una posici¨®n, que debe ser tajante: no se puede mercadear con la derriocracia. Europa debe dejar muy claro que no es tolerable que se pretenda restablecer el orden en la URSS por las armas. La opini¨®n internacional debe prepararse a ejercer la presi¨®n m¨¢s en¨¦rgica para apoyar a los sectores sovi¨¦ticos m¨¢s abiertos, dispuestos a defender la reforma y la democracia. Hay que evitar el retorno del fantasma de Stalin.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Consejo UE
- Tratado Start
- Crisis burs¨¢til
- Opini¨®n
- Pol¨ªtica exterior
- Golpes estado
- Tratado nuclear
- URSS
- Estados Unidos
- Tratados desarme
- Bloques pol¨ªticos
- Uni¨®n Europea
- Conflictos pol¨ªticos
- Bolsa
- Organizaciones internacionales
- Bloques internacionales
- Partidos pol¨ªticos
- Relaciones exteriores
- Mercados financieros
- Finanzas
- Pol¨ªtica
- Armas nucleares
- Armamento
- Defensa