El hombre antorcha
Intenta quemar una casa y acaba como un bonzo en la piscina.
?Qu¨¦ puede hacer un hombre mientras el fuego sube por sus piernas? Huir por el ascensor, dejando mientras desciende 10 pisos una huella quemada; pedir, "aullando de dolor", que le abran el portal y, como una antorcha viva, tirarse a la piscina dejando tras de s¨ª un inquilino con la mano quemada, un reguero de pastillas y billetes de 1.000 y 2.000 pesetas. Rafael Latorre, de 39 a?os, se prendi¨® fuego ayer mientras intentaba incendiar el d¨¦cimo piso de un edificio, en Alberto Alcocer, 32.
Alrededor de la medianoche, Latorre roci¨® con gasolina el descansillo y dos de las seis puertas de la d¨¦cima planta del edificio donde viven sus padres mientras gritaba: "?Tengo derecho a entrar en mi casa!". Asustado por la presencia de un vecino, Miguel Garc¨ªa, que intent¨® detenerle, prendi¨® fuego a la gasolina sin darse cuenta de que el l¨ªquido inflamable empapaba el bajo de sus pantalones. Con el cuerpo en llamas, cogi¨® el ascensor, se abalanz¨® al portal y "como un toro desenfrenado", seg¨²n Jos¨¦ Luis Antor¨¢n que le abri¨® la puerta, se lanz¨® a la piscina de la finca."Sali¨® aullando, con la camisa y los pantalones incendiados", explica Antor¨¢n, que vive en el und¨¦cimo piso. "Asustado, me precipit¨¦ al ascensor para apagar las llamas. En el suelo hab¨ªa un mont¨®n de pastillas Catovit [un estimulante], una lata de gasolina, las llaves del coche y un mont¨®n de dinero". Mientras Antor¨¢n se dirig¨ªa al ascensor, la mujer de Garc¨ªa bajaba las escaleras desde el d¨¦cimo con su ni?a de ocho meses gritando "?fuego!".
El ruido alert¨® a los vecinos. Javier e Ignacio, que viven en el sexto y el s¨¦ptimo, fueron al garaje por los extintores y subieron al d¨¦cimo para intentar sofocar el fuego. Mujeres y ni?os en pijama bajaban las escaleras huyendo de las llamas, aunque sin saber d¨®nde se encontraban. En el ¨²ltimo piso, Francisco Pedrera se asomaba a la mirilla para averiguar de d¨®nde sal¨ªa el olor a quemado. "Llam¨¦ a la polic¨ªa, pero ya les hab¨ªan avisado. Cuando abr¨ª la puerta para escapar a la calle, los bomberos me gritaron desde la planta incendiada que cerrara, que todo estaba controlado", afirma Pedrera.
Coches pateados
Unas 40 personas del edificio esperaban nerviosas en el portal cuando, con las ropas en jirones y el cuerpo quemado, Latorre sali¨® de la piscina, pas¨® a su lado y ya en la calle la emprendi¨® a patadas con los coches aparcados, mientras ped¨ªa a gritos que llamaran a su familia y que le llevaran al hospital porque estaba muy mal. La polic¨ªa le envolvi¨® en una manta y le llev¨® al hospital de La Paz con un 70% del cuerpo quemado. Ayer estaba inconsciente y asistido por un respirador.Jos¨¦ Bermejo, que trabaja como camarero en una taberna andaluza cercana, se encontr¨® con Latorre dando patadas. "Le reconoc¨ª inmediatamente: la cara era lo ¨²nico que no ten¨ªa quemado. El resto de la piel se le ca¨ªa a cachos. Hab¨ªa estado en la taberna dos meses antes, se bebi¨® tres litros de agua y empez¨® a vomitar. Pidi¨® que llam¨¢ramos a un hospital y, al final, se march¨® solo", cuenta Bermejo.
Ayer por la ma?ana, los padres de Latorre, que no estaban en el edificio en la noche del incendio, acudieron a recoger los objetos que hab¨ªa dejado su hijo en el coche. En Alberto Alcocer, 32, muy cerca del hotel Eurobuilding, los vecinos trataban de averiguar qui¨¦n era Latorre. Carmen, que vive en el sexto, le vio paseando con sus padres, que viven en el noveno. "Alguna vez subimos juntos en el ascensor", comenta Carmen. "Parec¨ªa muy agradable".
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