Esp¨ªas a media luz
"Puede que, el a?o que viene, un agente del KGB comparta esta mesa con nosotros"
Como en una novela del g¨¦nero, el director general del CESID, Emilio Alonso Manglano, escuch¨® de su ayudante la relaci¨®n de temas tratados antes por el resto de los participantes en el curso de espionaje organizado en El Escorial por la Universidad Complutense. La escena se desarrollaba en la escalera que conduc¨ªa al servicio de caballeros del hotel Felipe II. Los dos hombres estaban solos y hablaban en voz baja. Cuando el jefe del servicio de informaci¨®n militar sali¨® al vest¨ªbulo, abroch¨¢ndose la chaqueta, un enjambre de fot¨®grafos le rode¨®, para captar su nada pr¨®diga imagen. Manglano tambi¨¦n hab¨ªa decidido dar la cara. Aunque s¨®lo a medias, como los dem¨¢s.
Muchos de ellos -no s¨®lo el israel¨ª Isser Harel, que vino a hablar del Mosad- empezaron sus alocuciones citando la Biblia: parece que Mois¨¦s fue uno de los primeros en mandar agentes de informaci¨®n a territorio enemigo. Otros se remitieron a Troya y Ulises, y hasta hubo quien sac¨® a colaci¨®n la China anterior a Cristo. Parece que se esp¨ªa desde que existe el mundo. En cualquier caso, los agentes -muy importantes, casi todos en situaci¨®n de ex, pero eso, ?qui¨¦n podr¨ªa asegurarlo?- reunidos para iluminarnos ten¨ªan otras cosas en com¨²n. La m¨¢s inquietante, que saben m¨¢s que nosotros, y que siempre ser¨¢ as¨ª.Al curso, dirigido por la et¨¦rea Aline Griffith, condesa de Romanones, alias la esp¨ªa vestida de rojo, asistieron alumnos muy especiales. Una cuarta parte de los presentes pertenec¨ªa al dispositivo de seguridad encargado de proteger a los invitados. El resto de los asientos se lo repart¨ªan estudiantes, periodistas y, como se?al¨® Albert Rice, ex director de los Servicios de Seguridad del Estado de B¨¦lgica, "un par de colegas que se han desplazado hasta aqu¨ª para escuchamos". Seguro que eran m¨¢s, entre otras cosas porque semejante c¨®nclave merec¨ªa especial atenci¨®n al filo de los acontecimientos que se est¨¢n desarrollado en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, cuya importancia acab¨® por imponerse a los temas previstos y acab¨® protagonizando la ¨²ltima sesi¨®n, sin duda la m¨¢s interesante.
Fundador del Mosad
"Puede que, el a?o que viene, un agente del KGB comparta esta mesa con nosotros", aventur¨® el propio Rice. Sus colegas no fueron tan optimistas, en especial Isser Harel, que puso siempre su l¨¦xico de guerra fr¨ªa -ni una vez dej¨® de referirse a los servicios de Occidente como los del mundo libre- al servicio de la propaganda de Israel. Este hombre de casi 70 a?os, de origen ruso, emigrante pionero a la Palestina ocupada por el Reino Unido, y uno de los fundadores del Mosad, tiene en su haber la espectacular captura en Argentina de Adolf Eichmann, organizador del holocausto de jud¨ªos en la II Guerra Mundial: "Estuve tan inmerso en aquella misi¨®n que s¨®lo cuando estall¨® la noticia me di cuenta de su importancia. Fui incapaz de asistir al juicio. No soportaba ver a aquel verdugo cara a cara".
Harel, que divide el mundo en terroristas y quienes contra ellos luchan., y que deja entrever que el Fin -la defensa del Estado de Israel- justifica los medios, achaca el fracaso de los servicios secretos, que no supieron prever ni la invasi¨®n de Kuwait ni el golpe en la URSS, a la p¨¦rdida del agente estrat¨¦gico: del factor humano, en definitiva. Con ¨¦l coincide el general Leonard Perroots, ex director de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos: "Los agentes de ahora son m¨¢s bien analistas, que interpretan la informaci¨®n que nos proporcionan los sat¨¦lites y los sistemas electr¨®nicos. Antes de la invasi¨®n de Kuwait por Irak, tuvimos expertos que, estudiando los mismos datos, ostentaban opiniones opuestas". ?l tambi¨¦n sostiene que se ha perdido al buen informador, el que sab¨ªa, como dice Harel, meterse en el c¨ªrculo ¨ªntimo del enemigo y leer en su mente. "En los ¨²ltimos 10 a?os", a?ade Perroots, "el 80% de las traiciones contra Estados Unidos las han perpetrado lo que llamamos voluntarios" . Quiere decir mercenarios, gente que llama a las puertas de cualquier servicio secreto con algo en los bolsillos que ofrecer.
"Los agentes del Mosad no trabajan por dinero", explica Isser Harel, "porque cobran lo mismo que un funcionario. Nuestro ¨¦xito, sobre el que se han construido muchas leyendas, radica en que reclutamos a gente muy segura, muy investigada, de probada fidelidad". Contra toda evidencia hist¨®rica, niega que utilicen los atractivos sexuales de sus agentes femeninas. Tambi¨¦n niega el libro del ex agente del Mosad Victor Ostrovsky Por el camino del enga?o, en el que denuncia los m¨¦todos despiadados que utiliza la agencia israel¨ª: "Ostrovsky es un degenerado, un corrupto". Niega tambi¨¦n, aunque sin explicaciones, que el Mosad organizara los atentados perpetrados en T¨²nez contra altos dirigentes de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina.
Tras una decepcionante ma?ana dedicada a discutir sobre el papel de la mujer en el espionaje, con -una Christine Keeler que no quiso -aunque quiz¨¢s no supo: el tiempo la ha arrasado- clarificar su papel en el esc¨¢ndalo que, en el 63, le cost¨® el cargo al ministro Profumo en el Reino Unido, y una Aline Griffith que cont¨® pizpiretas batallitas de la II Guerra Mundial, los esp¨ªas ofrecieron el plato fuerte del seminario: una reflexion acerca de su propio papel en el mundo que viene.
Como dijo el prefecto Bernard Gerard, ex director de la Direcci¨®n de Vigilancia del Territorio de Francia, "el KGB es una locomotora de enorme fuerza que ser¨¢ muy dif¨ªcil detener". A?adi¨® que, ocurra lo que ocurra, ser¨¢ dif¨ªcil para los servicios occidentales olvidar " el peso del pasado", refiri¨¦ndose al apoyo proporcionado por la agencia sovi¨¦tica a lo que los ponentes llamaron movimientos terroristas, es decir, a cualquier movimiento de libe raci¨®n. El almirante italiano Fulvio Martini, antiguo director del Servicio de Informaci¨®n y Seguridad Militar de su pa¨ªs, destac¨® que, en los pa¨ªses mediterr¨¢neos, el KGB ha desarrollado, sobre todo, una doble funci¨®n. Por un lado, el espionaje inform¨¢tico -"tienen ver dadera voracidad electr¨®nica, a causa de lo atrasados que est¨¢n all¨ª en este sentido", dijo- y, por otro, lo que llam¨® m¨¦todos activos. Un ejemplo de estos ¨²ltimos ser¨ªa, en su opini¨®n, la excelente imagen de que Gorbachov ha gozado entre nosotros: "Fue obra del KGB, sin duda", a?adi¨®.
Informaci¨®n electr¨®nica
Aunque en sus palabras se notaba cierta nostalgia por la obligada transfiguraci¨®n del que ha sido enemigo p¨²blico n¨²mero 1 y, de alguna forma, la raz¨®n de existir de estos altos esp¨ªas, todos coincidieron en que no es momento de bajar la guardia. "No olvidemos que el final de la guerra fr¨ªa ser¨ªa respecto a la relaci¨®n con la URSS y los pa¨ªses del Este. Queda otra no menos importante: contra China, Cuba, y tantos pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo".
Les queda m¨¢s trabajo, a ellos y a los que se ocultan del todo: el control de la informaci¨®n electr¨®nica, que ofrece a¨²n muchos puntos d¨¦biles, la vigilancia de: la, riqueza industrial y tecnol¨®gica de cada pa¨ªs, y, por supuesto, la lucha contra el crimen organizado y el tr¨¢fico de drogas. Los europeos rechazaron como innecesaria la instituci¨®n de un ¨®rgano coordinador de las tareas de todos los esp¨ªas del viejo continente, de cara a la Europa del 92: ser¨ªa contraproducente, un estorbo. "Ya nos ayudamos rnucho", sonrieron, aunque no proporcionaron ejemplos.
Y as¨ª pusieron punto final al seminario. Como buenos chicos que vuelven a ser engullidos por las sombras.
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