Reconozcamos a los Estados b¨¢lticos

El golpe ha fracasado. Los golpistas no tuvieron en cuenta el poder del pueblo, que con una sola voz insistieron en que su intento de dar marcha atr¨¢s no triunfar¨ªa. He felicitado personalmente a Bor¨ªs Yeltsin.A lo largo de mi presidencia trabajamos para defender la libertad y la democracia. Esto nos condujo a una larga relaci¨®n con Mija¨ªl Gorbachov, a medida que se mostraba m¨¢s partidario de la libertad.

M¨¢s recientemente, me he convertido en un admirador del presidente Yeltsin, el primer l¨ªder ruso elegido democr¨¢ticamente. Yeltsin defend¨ªa en Rusia una r¨¢pida transici¨®n a una econom¨ªa de libre mercado, el mayor motor de progreso y prosperidad. Y reconoc¨ªa el derecho de los diferentes pueblos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica a gobernarse. Ha extendido el reconocimento diplom¨¢tico a los Gobiernos elegidos de Lituania, Letonia y Estonia, un paso que har¨ªamos bien en imitar.

Son los pueblos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, no las autoridades de Mosc¨², quienes tienen que determinar qu¨¦ lazos de la sociedad civil deben desaparecer. Si la gente de Ucrania, Armenia y Georgia votan a favor de abandonar la Uni¨®n Sovi¨¦tica, hay que permit¨ªrselo. Nada hay m¨¢s importante para la paz mundial que el que se permita elegir libremente a los Estados b¨¢lticos y a las otras rep¨²blicas no rusas el tipo de relaci¨®n que quieren tener con Rusia.

Una vez que la Uni¨®n Sovi¨¦tica se haya disuelto en una confederaci¨®n libre, ?qu¨¦ pasar¨ªa entonces con Rusia? Liberada de las cargas del imperio y del comunismo, el pueblo ruso reafirmar¨¢ su grandeza. Su territorio se extender¨¢ desde San Petersburgo a Vladivostok. Ser¨¢ una naci¨®n de 160 millones de habitantes.

Si son capaces d¨¦ alimentar las semillas de la democracia y del libre mercado que han plantado -y nosotros deber¨ªamos animarles-, pueden conseguirlo. En cinco a?os, sus granjas familiares no s¨®lo les alimentar¨¢n a ellos, sino tambi¨¦n a muchas de las naciones que les rodean. En 15 a?os, aprovechando los grandes recursos de Rusia y las inversiones, que entrar¨¢n a raudales, se encontrar¨¢n entre las mejores del mundo.

Para entonces, las colonias sovi¨¦ticas habr¨¢n desaparecido. Los envejecidos dictadores comunistas de Cuba, Angola, Afganist¨¢n, Vietnam y Corea del Norte habr¨¢n desaparecido, sustituidos por l¨ªderes que gobernar¨¢n seg¨²n la voluntad del pueblo. China tambi¨¦n formar¨¢ parte del campo democr¨¢tico. El mensaje del frustrado golpe de Estado en Mosc¨² est¨¢ teniendo ya sus reflejos en Pek¨ªn. No se puede matar la esperanza con los tanques.

Rezo para que la iniciada transici¨®n est¨¦ caracterizada por el perd¨®n, y no por la revancha y la violencia. Dado que el comunismo ha tenido un enorme coste humano, la tentaci¨®n de vengarse es grande. Hay unos cuantos marxistas-leninistas cuyos cr¨ªmenes son tan recientes e infames que es necesario pedirles, cuentas. Pero confiemos en que el castigo est¨¦ controlado por la cautela. El pueblo ruso fue la v¨ªctima, no el verdugo. Permitamos que el c¨ªrculo vicioso de la violencia y del odio generado por el comunismo termine con su desaparici¨®n.

Nos encontramos en la encrucijada de un nuevo mundo, no definido por el orden, sino por la libertad. El gran esfuerzo por la libertad humana que empez¨® en Estados Unidos hace 200 a?os est¨¢ comenzando su etapa final.. Este grande y noble esfuerzo no es muy diferente a la construcci¨®n de una magn¨ªfica catedral. El mundo es esa catedral. Y nuestros ni?os, e incluso nosotros mismos, ver¨¢n la obra completada -el triunfo global de la libertad humana bajo la protecci¨®n de Dios-.