Ser ruso en Estonia
(Estonia) ENVIADO ESPECIALNi sostiene la mirada, ni apenas se tiene en pie. Acaba de cumplir 80 a?os. No cree que vaya a morir como no sea de un susto. Su abuelo vivi¨® 103 a?os. Se llamaba igual que ¨¦l: Mija¨ªl Harinov, oriundo de Novgorod, territorio ruso pr¨®ximo a Estonia.
Pero ahora todo se ha vuelto una amenaza. El viejo solloza frente al supermercado Gotka, donde ha comprado pan, cuando le pregunto si teme ser expulsado de esta rep¨²blica independiente por el solo hecho de ser ruso, como lo es un 30% de la poblaci¨®n en Estonia. Entonces dice: "A m¨ª no me har¨¢n da?o pero a mi hijo, que es capit¨¢n del Ej¨¦rcito Rojo y me tiene recogido, quiz¨¢ s¨ª. Perder¨¢ aqu¨ª el trabajo el d¨ªa que nuestras tropas tengan que marcharse. Yo no puedo sobrevivir con una pensi¨®n miserable de 220 rublos al mes".
A este hombre le da igual que Estonia sea independiente. Le da lo mismo que mande Yeltsin o Gorbachov en Mosc¨². Lo que le inquieta es el invierno. Los precios que se han disparado. El final dram¨¢tico de su larga vida, luego de dejarse la piel como obrero de la construcci¨®n y deluchar contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. "Stalin era el h¨¦roe, por mucho que algunos lo maldigan ahora. Sab¨ªa lo que quer¨ªa. Mantuvo la disciplina. Nos hizo fuertes. Ahora Gorbachov no sabe por d¨®nde va. Nos ha llevado a la cat¨¢strofe. Estamos en el caos".
Tambi¨¦n en el barrio obrero de Lasnamaki, un gueto para los rusos, VIad¨ªmir Nikolaiovski, de 73 a?os, busca quien le d¨¦ lumbre para encender una colilla. "N.o venden ni tabaco ni cerillas. Todo agotado. Y lo que queda est¨¢ car¨ªsimo. La chaqueta m¨¢s barata cuesta 400 rubios, que es lo que yo gano todav¨ªa al mes con mi trabajo, que a¨²n conservo". Este hombre naci¨® en Ucrania. Vino a Tallin hace 45 a?os. Est¨¢ solo. Pero no tiene miedo: "Ya es demasiado tarde para tener miedo, pero los j¨®venes rusos deber¨ªan marcharse de Estonia y volver a la patria de sus antepasados. Aqu¨ª somos extranjeros. Les quitar¨¢n el trabajo".
Los j¨®venes rusos de Lasnamaki dicen que no hay que hacer caso a los viejos. No se sienten perseguidos, aunque en el fondo temen el efecto de la discriminaci¨®n. Algunos nacieron en Estonia y se quedar¨¢n aqu¨ª por muy dificil que se ponga la situaci¨®n. Dificil lo est¨¢ para todos. El optimismo inicial alcanz¨® el punto ¨¢lgido cuando el presidente George Bush dio el espaldarazo al reconocer la independencia de las tres rep¨²blicas b¨¢lticas. Pero el pueblo ha perdido la cuenta de los pa¨ªses que han hecho otro tanto. ?Son 30? ?40? Lo que saben es que hay que ponerse manos a la obra. No est¨¢n acostumbrados a hacerlo con eficacia ni determinaci¨®n. Hoy ya no puede haber excusas. Derrumbaron los s¨ªmbolos sovi¨¦ticos. No se ve ni una sola bandera roja ni un busto de Lenin.
Defensa militar
"Hace falta que sepan resolver las dificultades con habilidad porque hay asuntos muy enga?osos", dijo a este peri¨®dico el reci¨¦n nombrado embajador de Suecia en Estonia, Lars Grundberg, el primero en llegar a instalarse en Tallin. Para este embajador ha sido crucial el reconocimiento de independencia de estas rep¨²blicas porque ello "significa una garant¨ªa y un compromiso internacional muy serio que respalda la nueva situaci¨®n, contra cualquier tentaci¨®n central por cambiarla". Refiri¨¦ndose a las d¨ªficultades que plantear¨ªa la defensa militar de las rep¨²blicas b¨¢lticas, y en concreto la de Estonia, Lars Grundberg a?ade que habr¨¢ de negociarse entre Mosc¨² y Tallin el calendario de la retirada de las tropas sovi¨¦ticas. Para los pa¨ªses que dieron pronto el paso del reconocimiento de independencia, las rep¨²blicas b¨¢lticas van a ser un buen negocio, como insinu¨® este diplom¨¢tico sueco, que ya env¨ªa a su hijo a una escuela estona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.