Ganas y desganas
BAYONETONimes finaliz¨® con un mano a mano entre C¨¦sar Rinc¨®n y Joselito, porque Ortega Cano, herido, no pudo torear. Pero la corrida result¨® apasionante, porque hubo de todo. Ninguno de los toros se pareci¨®, y tampoco los toreros. Fue de esas corridas donde las ganas, tanto de los toreros como de los toros, se convierten en factor fundamental.
A C¨¦sar Rinc¨®n le tocaron el mejor y el peor toro. En su primero, pis¨® los terrenos del enemigo, le lidi¨® en un palmo y siempre d¨¢ndole ventaja. La nobleza del toro le permiti¨® una antolog¨ªa de pases, en la que destacaron los broches de pecho y un gran redondo comenzado de espaldas y terminado en trincherazo muy pasional. En su segundo ocurri¨® de todo. El toro tom¨® tres varas, el piquero Murillo fue obligado a saludar; tambi¨¦n en banderillas Monaguillo de Colombia, aunque ejecut¨® la suerte un poco a toro pasado. El astado parec¨ªa' prometer un mundo de bravura, pero tras castigarle muy bien Rinc¨®n tropez¨® y no fue ya el mismo de pie: rebuscaba y derrotaba, y el diestro tuvo que adaptarse a lo que hab¨ªa. La desgana del tercero de Rinc¨®n se llamaba mansedumbre. Y era peligroso. Pero el colombiano no se afligi¨®, sino que se empe?¨® en ense?arle a embestir. Un ga?af¨®n de a¨²pa, y Rinc¨®n le dobl¨® entre ovaciones. Entr¨® a matar con honradez, pero bicho malo nunca muere: el manso resucit¨® y entre descabellos le dieron a Rinc¨®n un aviso. Pero el p¨²blico le aplaudi¨® a rabiar, porque el idioma de las ganas, la belleza de las ganas, es internacional.
Flores / Rinc¨®n, Joselito
Cuatro toros de Samuel Flores; 3? y 4? de L¨®pez Flores. Bien armados, sobre todo 3? y 6?, de juego desigual. 5?, manso peligroso.C¨¦sar Rinc¨®n: oreja; palmas; aviso y ovaci¨®n y salida al tercio. Joselito: palmas; abucheo; bronca. Plaza de las Arenas, 22 de septiembre. Octava y ¨²ltima corrida de feria. Lleno.
Joselito protagoniz¨® las desganas. Es cierto que sus toros no brillaron por lo ganoso. Su primero lleg¨® a la muleta algo parado. Joselito busc¨® correr la mano, y dio algunos desmayados estimables. Mat¨® mal. En el cuarto de la tarde, el m¨¢s amorfo, Joselito se puso meditativo, y ¨¦l y el toro, atacados de apat¨ªa, no llegaron ni a una componenda: por supuesto le estoque¨® con desgana. Hubo abucheo. Quiz¨¢ el matador lo quiso arreglar en el ¨²ltimo, pero el toro era manso y Joselito hubo de abreviar, en medio de un broncazo.
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