El ¨²ltimo descuento
La primera tienda de Galer¨ªas Preciados cierra en unos meses por la venta del edificio
En abril de 1943, la prensa de la ¨¦poca informaba de la inauguraci¨®n de "una instalaci¨®n modern¨ªsima y de exquisito gusto": el establecimiento comercial de Galer¨ªas Preciados -sucursal de Seder¨ªas Carretas-, entre las calles de Preciados, Carmen y Rompelanzas. Ahora, casi 50 a?os despu¨¦s, el edificio clasicista se desprende de las ¨²ltimas mercanc¨ªas porque la firma ha vendido el inmueble. En sus plantas vac¨ªas quedar¨¢n hitos de la historia cotidiana y la mitad de la vida de muchos empleados -galerianos- que llevan trabajando all¨ª 25, 30 y hasta 40 a?os.
"Es triste que no se conserve el edificio. Es la historia de mi vida. Es como cuando te cambias de casa despu¨¦s de muchos a?os, todo lo que dejas all¨ª...", afirma C¨¢ndido S¨¢nchez Gonz¨¢lez, de 49 a?os, que lleva 33 en Galer¨ªas, siempre en la secci¨®n de caballeros.Las dos plantas que subsisten con art¨ªculos en el antiguo edificio quedan vac¨ªas cada d¨ªa con descuentos sobre descuentos. Por el t¨²nel que comunica este inmueble con el de Callao llega el ruido de las obras de reforma para convertirlo en un edificio de oficinas de alquiler.
C¨¢ndido entiende que todo ha cambiado desde sus primeros tiempos. "Ahora la gente es muy pasota; antes les dec¨ªas qu¨¦ tela era apropiada, el corte que les iba y les convenc¨ªas. Hoy, llegan r¨¢pidamente a por algo, y, aunque les quede horrible, se lo llevan".
De aprendiz a gerente
Alberto Colchero empez¨® en la tienda de aprendiz hace 40 a?os. Trabajaba en la secci¨®n de tejidos y conoci¨® en la tienda a la que hoy es su esposa, que vend¨ªa uniformes y delantales. Colchero, actualmente gerente, explica que la venta del edificio tiene para ¨¦l un fuerte contenido emocional porque se cas¨® y estudi¨® all¨ª. "El fundador se ocupaba personalmente de nosotros y de la tienda", dice. Recuerda los malos ratos que pasaba cuando los que estudiaban por cuenta de la empresa se reun¨ªan en un sal¨®n para leer sus notas en alto.
"A pesar de mis recuerdos y los de otros, la venta del edificio es el sistema del nuevo comercio y constituye una pol¨ªtica acertada de la empresa. Sin embargo, para los antiguos, aunque suene paternalista, hay una filosof¨ªa especial que nos transmiti¨® el fundador, que subsiste a pesar de los cambios de due?o, y es algo que llevamos en la masa de la sangre. Estamos orgullosos de ser galerianos", asegura Colchero.
El fundador, Jos¨¦ Pep¨ªn Fern¨¢ndez empez¨® su negocio textil en Madrid con Seder¨ªas Carretas y estableci¨® las primeras Galer¨ªas Preciados poco despu¨¦s de que su primo Ram¨®n Areces inaugurara los almacenes El Corte Ingl¨¦s. Pero los herederos de Pep¨ªn Fern¨¢ndez no continuaron el negocio y la firma es ahora propiedad de la compa?¨ªa brit¨¢nica Mountleigh PLC, despu¨¦s de serlo, entre otros, de Ruiz Mateos (a quien el Estado se la expropi¨® en 1983 junto al h¨®lding Rumasa), el Patrimonio del Estado y el grupo venezolano Cisneros (que la compr¨® a Patrimonio por 750 millones en 1985 y la vendi¨® a Mountleigh en 1988 por 30.000 millones).
"S¨ª, se?ora, yo puedo atenderla", dice sol¨ªcito Colchero a una mujer que lleva en la mano un racimo de uvas de cristal rojo. "Muchos compa?eros seguimos siendo tenderos, a m¨ª no me molesta que me llamen as¨ª. Es m¨¢s, me gusta".
La tienda refresca al gerente sus tiempos de vendedor: las primeras promociones del d¨ªa de San Valent¨ªn, el enorme pino que se instalaba en Navidad, el rodaje de Las chicas de la Cruz Roja y los incidentes que se produjeron cuando Fernando Arrabal firm¨® ejemplares, hace casi 25 a?os, siendo Colchero jefe de la librer¨ªa. Cuenta que la cola de gente era impresionante y que muchas personas reclamaban por las pintorescas dedicatorias del autor, que vest¨ªa una capa tapizada de chapas. El asunto termin¨® en los tribunales porque el padre de un joven le denunci¨® por la dedicatoria: "Me cago en Dios y en la patria". Arrabal se defendi¨® alegando que se refer¨ªa al dios Pan y que se trataba de su gata Patra. El asunto termin¨® con su absoluci¨®n por trastorno mental transitorio.
Clientes de pueblo
Para Colchero uno de los cambios m¨¢s importantes ha sido el de la propia zona del edificio. Evoca los a?os cuarenta, cuando hab¨ªa poco tr¨¢fico en las calles, hoy peatonales, y un portero de librea recib¨ªa a los clientes en la puerta y les acercaba los paquetes hasta el taxi. Piensa a¨²n que se mantiene un tipo de cliente de los primeros tiempos: los residentes en los pueblos o peque?as ciudades.
"Todav¨ªa hay gente que se queda parada ante la escalera mec¨¢nica, mirando a un lado y a otro sin decidirse a subir", precisa Nico Serrano, una mujer de la empresa desde hace 25 a?os. Nico ha trabajado en la tienda de Preciados, pero tambi¨¦n ha estado en otras de la empresa y considera que es l¨®gico que vendan el edificio viejo, "porque no hab¨ªa casi paso entre los muebles de mercanc¨ªa". El almac¨¦n, obra del arquitecto Luis Guti¨¦rrez Soto, autor tambi¨¦n del Ministerio del Aire, se levant¨® sobre un solar estrecho, en forma de barco.
El jefe de exhibici¨®n y decorado, Enrique Veloso, comparte la opini¨®n de Nico tras preparar escaparates durante 25 a?os. Enrique opina que hay que avanzar con los tiempos. M¨¢s o menos lo que dice uno de los vigilantes de la casa, con 21 a?os de servicio, aunque para ¨¦ste tiene su parte dolorosa la venta del edificio, "como cuando se casa un hijo".
12 uniformes y 31 a?os en la empresa
"El primer uniforme que me puse era negro, con el cuello blanco y un lazo, la falda bastante larga", recuerda Margarita Mateo Ariza. "Parec¨ªamos monjas", bromea. Margarita comenz¨® a trabajar en Galer¨ªas con 15 a?os, de lo que se llamaba ni?a de secci¨®n."Creo que ya he llevado 12 uniformes, y es que, claro, he cumplido los 31 en la empresa", comenta. Hace 16, la indumentaria obligatoria de las vendedoras incluy¨® por primera vez el uso de pantalones. A los hombres no se les exige uniforme, s¨®lo traje y corbata.
Margarita echa de menos sus primeros a?os de trabajo "porque eran m¨¢s divertidos y siempre hab¨ªa alguna novedad". Recuerda especialmente que, en m¨¢s de una ocasi¨®n, alg¨²n cliente se met¨ªa en el ascensor confundi¨¦ndolo con el probador.
Dice que le da pena que vendan el edificio porque para ella es "como el emblema de la casa". "Pero parece que hay que avanzar con los tiempos", a?ade.
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