Alain Tanner y Gonzalo Su¨¢rez crean dos visiones pesimistas del mundo
De entre la veintena de pel¨ªculas que ayer se proyectaron en la Seminci 91, tres de ellas -dos de producci¨®n espa?ola y una alemana- fueron otras tantas incursiones en el infierno, y no hace falta a?adir que en el infierno de este mundo, que es un asunto, como siempre, vigente. El suizo Alain Tanner busca ese infierno en un rinc¨®n apacible del Mediterr¨¢neo espa?ol. Gonzalo Su¨¢rez, en la pesadilla de un bestial -y por tanto humano- torturador a sueldo del r¨¦gimen militar fascista argentino.
El tercer infierno lo trajo el alem¨¢n Werner Herzog en el alma de un alpinista frente al reto de una monta?a en los Andes. Cine muy pesimista. No cabe, sin embargo, bajo sus coincidencias, imaginar pel¨ªculas m¨¢s dispares entre s¨ª. Alain Tanner cuenta, bajo la apariencia de la historia de una huida, la historia de un encuentro. El fugado es un joven periodista franc¨¦s que ha perdido, en el torbellino del mundo acelerado de hoy, el norte de los acontecimientos, tanto hist¨®ricos como cotidianos, y no sabe orientarse dentro del nuevo rumbo, o de la falta de ¨¦l, de la Europa actual, en la que, textualmente, "asistimos a una sublevaci¨®n de los ricos contra los pobres".
Es El hombre que perdi¨® su sombra una pel¨ªcula de apariencia suave y apacible. La tormenta, su lado inquietante y desapacible, va por dentro, y hay que buscarla en el sutil y elegante entrelineado de las im¨¢genes, primorosamente elaboradas y encadenadas por un Alain Tanner otra vez en plena posesi¨®n de s¨ª mismo, con pulso seguro. El filme se ver¨¢ pronto en Madrid y Barcelona. Atenci¨®n a ¨¦l: es bello, inteligente, libre, y lleva dentro una memorable creaci¨®n de Francisco Rabal: su r¨¦plica, pat¨¦tica, risue?a y serena, a la tormenta interior de Dominic Gould, protagonista del filme, es lo mejor de ¨¦ste.
En las ant¨ªpodas de esta paz encubridora de guerra est¨¢ la pel¨ªcula -su director dice que no es una pel¨ªcula, pero s¨ª puro cine, y dice la verdad- de Gonzalo Su¨¢rez El lado oscuro. Aqu¨ª el infierno emerge en estado puro y se coloca en primer t¨¦rmino, sin m¨¢scara. Es la representaci¨®n, al pie de la letra, del interrogatorio que un abogado de la comisi¨®n S¨¢bato -que investig¨® los cr¨ªmenes de los militares argentinos genocidas- hizo a un inteligente, locuaz, simp¨¢tico y diab¨®lico torturador a sueldo de la Junta militar fascista.
El silencio
La pel¨ªcula es un pu?etazo en el entrecejo. Un espeso silencio sigui¨® a la proyecci¨®n de este atroz documento, reelaborado en forma de pesadilla, y por tanto de ficci¨®n pura, en el cine Cervantes de Valladolid. Es uno de los raros, escas¨ªsimos hoy, intentos del cine por volver a ser un arte de vanguardia, una exploraci¨®n en lo no explorado. Y hay mucho riesgo, mucho talento y esfuerzo moral detr¨¢s de su elaboraci¨®n, ejecutada con un pie en la tierra y otro dentro del abismo. Por ¨²ltimo, en El grito de piedra, intentando escalar con sus c¨¢maras el famoso Cerro Torre de los Andes, Werner Herzog quiso tambi¨¦n indagar en su idea del infierno de este mundo. Pero se qued¨® tan s¨®lo en el limbo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.