La aldea perdida
Palacio Vald¨¦s lo dej¨® escrito en su novela: "Arcadia ya no existe; algunos hombres sedientos de riqueza, armados de piqueta, cayeron sobre ti, desgarraron tu seno virginal y profanaron tu belleza inmaculada". La aldea est¨¢ definitivamente perdida porque el paisaje est¨¢ destrozado, la piqueta no arranca buen carb¨®n y los empresarios se fueron con el dinero a otra parte: Arcadia es, efectivamente, un recuerdo del pasado.Pero un siglo despu¨¦s el carb¨®n sigue siendo la identidad de Asturias: la econom¨ªa deriv¨® de los pozos, la industria sider¨²rgica y el¨¦ctrica es hullera, la banca regional naci¨® de la piqueta, las ciudades surgen donde las chimeneas, la cultura pol¨ªtica es obrera: Asturias es minera.
El resto de la regi¨®n depende del campo y de la vaca, de los emigrantes que se fueron a Am¨¦rica y de los indianos que volvieron a Espa?a. En realidad, el Principado ha vivido hasta hace poco de la exportaci¨®n de dos materias primas, el carb¨®n y el campesino, de la econom¨ªa negra de las minas y de la econom¨ªa blanca de los campos y de los emigrantes, hasta que la crisis de los a?os setenta lo puso todo patas arriba en manos del Estado.
Eso lo destac¨® bien el gran economista Valent¨ªn Andr¨¦s ?lvarez: "Lo que somos y lo que tenemos los asturianos es la leche y el carb¨®n. A la riqueza que nos proporciona el suelo, la superficie de la tierra, la leche, hay que a?adir la que esa tierra misma oculta en sus profundidades: el carb¨®n. La gran actividad industrial procede toda ella de esos dos productos, de la leche y el carb¨®n, de la econom¨ªa blanca y la econom¨ªa negra. Y todo es un don de las monta?as, que son el alma m¨¢ter de Asturias. Ellas dieron a los asturianos muchos rasgos de su car¨¢cter e hicieron que en Asturias lo m¨¢s importante de su historia fuese impuesto por su geograf¨ªa".
Pero el carb¨®n, la leche y el territorio que marcan la econom¨ªa, la historia y hasta el car¨¢cter de la regi¨®n est¨¢n limitando tambi¨¦n su porvenir. El territorio, porque hace que el sistema de comunicaciones sea decimon¨®nico; la leche y el carb¨®n, porque no pueden competir, y la industria, porque es b¨¢sica, colocan a la regi¨®n en una crisis de modelo, en una crisis hist¨®rica ante el fin de la econom¨ªa de la primera revoluci¨®n industrial.
En la crisis ha vivido instalada la regi¨®n desde hace d¨¦cadas, desde que el carb¨®n y el hierro asturianos dejaron de ser competitivos. Entonces las fuerzas sociales de la regi¨®n se aliaron para pedir apoyos al Estado, los obreros reclamando trabajo y los empresarios exigiendo negocio; la alianza obrera y patronal, esta unidad de acci¨®n excepcional, hizo el milagro: el Estado pas¨® del proteccionismo a la autarqu¨ªa, de la intervenci¨®n a la nacionalizaci¨®n, a Hunosa y a Ensidesa.
Atada al pasado
Con la huelga general que se convoca, con las movilizaciones que se vienen haciendo, la historia centenaria contin¨²a: se trata del trabajo y el negocio de obreros y empresarios, se trata de defender al Principado, y para eso se juntan los sindicatos y la Iglesia, los pol¨ªticos y los profesores, los peri¨®dicos y los municipios: Asturias unida jam¨¢s ser¨¢ vencida.En realidad, la regi¨®n est¨¢ demasiado atada a su pasado: la econom¨ªa est¨¢ dominada por las empresas p¨²blicas, que dependen de los Presupuestos, no del mercado; las industrias son intensivas en trabajo y no en capital; los sindicatos marcan la pol¨ªtica y dominan a los partidos, y hasta la escenografia de las grandes movilizaciones y las huelgas son propias de otro tiempo.
El discurso regional es, en efecto, siempre reivindicativo, sindical, de defensa del pan y del negocio; eso vali¨® antes para defender las industrias b¨¢sicas y eso vale ahora para defender las industrias nuevas: el Estado debe modernizarnos. Y mientras no haga las inversiones necesarias y traiga las empresas suficientes, hay que defender Hunosa y Ensidesa, seguir en el pasado.
Aunque es cierto que frente a esta "estrategia de trinchera", seg¨²n la acaba de definir un dirigente empresarial, se abre paso otro planteamiento, consistente en invertir los cientos de millones que van a las empresas p¨²blicas obsoletas en crear las infraestructuras y la financiaci¨®n adecuadas para favorecer la natalidad empresarial y la creaci¨®n de nuevos sectores industriales, pues como acaba de escribir Jacques Attali, "contrariamente a las ideas en boga, no asistiremos a un triunfo de una econom¨ªa dominada por los servicios, sino que nos encaminamos a un mundo hiperindustrial".
Por nuestra parte, debemos asumir un proyecto regenerador a la altura del fin de siglo, una nueva idea de Asturias, donde el carb¨®n deje de ser el centro de nuestra econom¨ªa, las industrias b¨¢sicas el centro de nuestra pol¨ªtica y Madrid el centro de nuestros males. Pedimos con raz¨®n inversiones p¨²blicas, pero no podemos reclamar adem¨¢s que el Estado nos traiga las empresas, nos busque los mercados, nos venda los productos y nos pague las facturas: Asturias quiere ser un para¨ªso natural, no artificial.
Cierto que esta experiencia centenaria asturiana de alianza entre el capital y el trabajo para exigir Inversiones, y entre la industria p¨²blica y la privada para hacer negocios, ha contribuido a vertebrar una regi¨®n con unas organizaciones sindicales y pol¨ªticas bien plantadas que quieren hacer del hecho diferencial asturiano, esto es, del peso del Estado en su vieja econom¨ªa, una herramienta para abrir la puerta al porvenir. Sin embargo, para que la operaci¨®n tenga ¨¦xito debemos saber que, como dec¨ªa un gran pol¨ªtico catal¨¢n antecesor de Narc¨ªs Serra hablando de su hecho diferencial, un tal Francisco Camb¨®, "hay dos maneras seguras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable".
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