Iron¨ªa y sarcasmo
La objetividad debe ser la base de los buenos an¨¢lisis pol¨ªticos; conviene que en ellos las dosis de iron¨ªa y sarcasmo sean las justas. El art¨ªculo de Manuel Vicent James Baker, el domador (EL PA?S, 27 de octubre) altera ese principio. En ¨¦l, el autor nos muestra un dominio admirable de la prosa caricaturesca, pero una carencia notoria de ecuanimidad. Resulta divertido del art¨ªculo el que califique al personaje como alguien al que "le soldaron el om¨®plato al cuello para que girara la cabeza y el torso a la inglesa, como una sola pieza, que es lo elegante".La perspectiva se desvirt¨²a cuando Vicent utiliza adjetivos de "larguirucho correoso" y termina por ser preocupante cuando se nos hace ver que este hombre permaneci¨® insensible ante la muerte de su mujer y la drogadicci¨®n de sus hijos. Se presenta a Baker como el pol¨ªtico que "coci¨® los preparativos" de la guerra del Golfo con "sonrisa de porcelana". Cuesta creer que esta clase de ser tuviera como "modelo admirado" a Ernest Bevin (1881-1951). Vicent no sabe o no dice que Bevin, hu¨¦rfano, trabaj¨® desde los nueve a?os en los muelles londinenses y ejerci¨® los m¨¢s diversos oficios hasta llegar a ser ministro del Foreing Office y defendi¨® siempre la idea de un Estado palestino.
Prefiero totalmente el pragmatismo concordante de Baker, pese a negar el idealismo, "un mar donde siempre naufragan los idiotas", al mesianismo ideal de ¨¢rabes y jud¨ªos. Para domadores de pueblos ya tuvimos a Cal¨ªgula y Atila, y ahora tenemos a Pol Pot y Pinochet. Pese a todo, saludos muy cordiales a Manuel Vicent.-
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