El 'd¨¦ficit democr¨¢tico' no tiene remedio
Los esfuerzos de Helmut Kohl por introducir un poco m¨¢s de democracia en el funci¨®namiento de la Uni¨®n Europea no han hallado suficiente eco en el borrador de tratado que se va a encontrar hoy sobre la mesa.Precisamente antes de comenzar sus debates, los Doce recibir¨¢n al presidente del Parlamento Europeo, el espa?ol Enrique Bar¨®n, quien les transmitir¨¢ la ya conocida opini¨®n de los eurodiputados: el proyecto de tratado es un engendro.
En teor¨ªa, el Parlamento Europeo obtendr¨¢ poder de codecisi¨®n en todo lo que se denominan "pol¨ªticas comunitarias" aquellas en las que el Consejo de Ministros se pronuncia adem¨¢s, y salvo excepciones concretas, por mayor¨ªa cualificada. El problema es que el mecanismo de "codecisi¨®n parlamentaria" (poder de veto final) es tan complicado que queda reducido a una especie de absurdo.
Los eurodiputados ya han anunciado que, si no se aligera ese tr¨¢mite, pasar¨¢ a engrosar la lista de motivos por los que est¨¢n, dispuestos a emitir un dictamen negativo.
Su voto, aunque no tiene poder vinculante, podr¨ªa influir en el de algunos Parlamentos nacionales, que s¨ª se pueden negar a ratificar el tratado.
La cumbre de Maastricht, en cualquier caso, supondr¨¢ una ampliaci¨®n de las "pol¨ªticas comunitarias", es decir, del campo de competencia de la Comunidad Europea en detrimento de los Gobiernos nacionales, que traspasar¨¢n su soberan¨ªa. Hasta ahora, la Comunidad reglamentaba unitariamente, por ejemplo, la pol¨ªtica agr¨ªcola o la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas. Ahora se introducen ocho nuevas competencias: pol¨ªtica econ¨®mica y monetaria; pol¨ªtica social, de educaci¨®n y formaci¨®n; medio ambiente; grandes redes de comunicaci¨®n; industria; salud p¨²blica; cultura y cooperaci¨®n al desarrollo.
Acuerdo b¨¢sicoSalvo el tema de pol¨ªtica social, sobre el que el Reino Unido no quiere ni o¨ªr hablar, existe ya un acuerdo b¨¢sico entre los Doce sobre esa ampliaci¨®n de competencias comunitarias. Eso no quiere decir que no se vaya a plantear una seria discusi¨®n en Maastricht sobre estos puntos, porque cada pa¨ªs quiere que se introduzcan numerosas excepciones concretas.
Espa?a, por ejemplo, solicita conservar el derecho de veto en casi el 80% de los aspectos comprendidos en medio ambiente, y muy fundamentalmente en cualquier decisi¨®n del Consejo de Ministros que suponga un gasto econ¨®mico a sufragar por cada pa¨ªs.
Las discusiones previas a la cumbre ya consiguieron dejar fuera de la lista comunitaria tres cap¨ªtulos inicialmente previstos: energ¨ªa, protecci¨®n al consumidor y protecci¨®n civil. En los tres casos se observ¨® que pon¨ªan en juego demasiados intereses econ¨®micos como para dejarlos en manos de una mayor¨ªa y renunciar al derecho de veto.
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