El eco de la imagen
Con esta sugerente exposici¨®n del artista estadounidense Robert Therrien, el Centro de Arte Reina Sofia, en Madrid, da inicio a un ciclo de muestras antol¨®gicas que nos acercar¨¢n al trabajo de nuevos creadores internacionales.Nacido en Chicago en 1947, Therrien parte del uso de una serie de im¨¢genes muy elementales, formas, que son inmediatamente reconocibles y a la vez -a trav¨¦s de esa suerte de neutralidad esquem¨¢tica que las define- extremadamente abiertas en su campo de evocaci¨®n. Son ¨¦stas, entre otras, el arco o la silueta de un p¨¢jaro, un mu?eco de nieve o el ojo de una cerradura, el cono truncado, una clave o un ata¨²d.
Con todo, la intensidad po¨¦tica que la obra de Therrien alcanza a partir de ese repertorio emblem¨¢tico no es tanto deudora, de modo directo, de su flexibilidad espec¨ªfica como de la sutil estrategia a la que lo somete el artista americano, deslizando esos signos en un tejido de matices equ¨ªvocos en el que -a trav¨¦s de la escala, el color, el empleo de medios y materiales diversos., la apropiaci¨®n del espacio o incluso su inserci¨®n en el seno de una determinada asociaci¨®n metaf¨®rica- adquieren una extraordinaria y f¨¦rtil ambig¨¹edad.
Robert Therrien
Centro de Arte Reina Sof¨ªa. Madrid. Hasta el 24 de febrero.
Percepci¨®n aislada
De alg¨²n modo, la percepci¨®n aislada de cada uno de esos factores arroja una id¨¦ntica impresi¨®n de simplicidad, que oscila entre un voluntario ingenuismo y una econom¨ªa radical - aunque nunca de car¨¢cter fr¨ªo - en los medios y efectos. Es la equ¨ªvoca tensi¨®n que Therrien establece a partir del encuentro entre factores distintos el que determina la particular qu¨ªmica a la que estos trabajos nos enfrentan en el terreno de la percepci¨®n y asociaci¨®n.Para mi gusto, el punto donde el trabajo de Robert Therrien alcanza su grado mayor de magnetismo -y que, en cierto modo, act¨²a como clave que cierra todo ese atractivo ciclo de energ¨ªas cruzadas- viene dado por su muy sugerente y, en definitiva, sofisticada utilizaci¨®n del espacio espec¨ªfico. De hecho, m¨¢s all¨¢ de las piezas particulares y de la utilizaci¨®n significante que en ellas se hace del espacio, Therrien tiende a plantear siempre, de ese modo econ¨®micamente complejo que le caracteriza, sus exposiciones como una suerte de instalaci¨®n integral -esto es, no como una mera suma de argumentos visuales aislados, sino como una unidad de sentido de orden superior, que nace de un equilibrio de interferencias entre las distintas partes-
Pues bien, en el caso de esta muestra planteada para el Reina Sof¨ªa, eso no s¨®lo es cierto para el planteamiento desarrollado en cada una de las salas, sino que, en una nueva vuelta de tuerca, lo es tambi¨¦n, desde un plano mental y aleg¨®rico que abre un v¨¦rtigo a¨²n mayor, para la totalidad del proyecto.
Debemos recordar, en ese sentido, que Therrien se ocupa siempre personalmente del dise?o de sus exposiciones, en el sentido de que, como vengo exponiendo, ello forma, y de un modo muy especial, parte fundamental de la concepci¨®n del sentido de su trabajo.
En esa l¨ªnea, la exposici¨®n de Madrid constituye un caso brillante, en el que Therrien ha sabido hacer c¨®mplice feliz de su discurso un ¨¢mbito, en principio ingrato, como el de la cuarta planta del Reina Sof¨ªa. Al final del recorrido de la exposici¨®n, los espectadores se encontrar¨¢n con la minuciosa maqueta de la muestra realizada por el artista; bien que a guisa, algo simplista, de "explicaci¨®n final", de lo que, por otra parte, ha resultado obvio a todo ojo sensible, ese ¨²ltimo encuentro deja patente el modo como Therrien plantea su proyecto como una unidad argumental.
Es en ese sentido en el que hay que entender la afirmaci¨®n del artista sobre el car¨¢cter "narrativo" de su trabajo, como una estructura secuencial en la que cada elemento puntual alcanza su sentido ¨²ltimo a trav¨¦s de su lugar en el conjunto y de la relaci¨®n que establece con los restantes, del eco que cada imagen encuentra, bajo modulaciones distintas, a lo largo de ese itinerario mental.
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