El fr¨ªo anuncia que llega la noche

A casi 300 metros de profundidad, en el interior de una galer¨ªa h¨²meda, triste y opaca, el d¨ªa se distingue de la noche por el fr¨ªo. Cuanto m¨¢s aprieta saben todos que ha llegado la hora de intentar dormir. Los 36 miembros de las ejecutivas mineras del SOMA-UGT y CC OO que hoy cumplen su quinto d¨ªa de encierro en la cuarta planta del pozo Barredo, expresan de esta manera su protesta por el plan de reconversi¨®n.Al pozo han llegado en los ¨²ltimos d¨ªas numerosas muestras de solidaridad. En una pared se van colgando los telegramas seg¨²n se reciben.

En el exterior el movimiento de gentes es constante. No han faltado las visitas de destacados dirigentes de organizaciones pol¨ªticas asturianas y de cargos "municipales vinculados al PSOE y a Izquierda Unida. Incluso en la Nochebuena una concentraci¨®n de mineros y sus familias para solidarizarse con los encerrados.

Abajo es posible que estas noticias, seg¨²n van llegando filtradas, levanten la moral de los encerrados. Pero no se sabe. El d¨ªa de Navidad aceptaron que bajara un grupo de periodistas con la ¨²nica condici¨®n de no hacer declaraciones. S¨®lo im¨¢genes y comprobaci¨®n visual del lugar en el que se encuentran. Si acaso, alg¨²n comentario sobre lo que est¨¢ ocurriendo en el exterioro el reconocimiento de la nostalgia que se pasa en esas circunstancias en fechas tan se?aladas.

La galer¨ªa en la que est¨¢n los 36 sindicalistas, encabezados por Jos¨¦ ?ngel Fern¨¢ndez Villa, secretario general del SOMA y vocal de la ejecutiva federal del PSOE, adem¨¢s de diputado auton¨®mico, y Antonio Hevia, secretario general del sindicato regional de la Miner¨ªa de CC OO, est¨¢ hormigonada en un ¨¢rea bastante ventilada, a unos 40 metros de la ca?a (la principal conducci¨®n hacia el exterior del pozo) y a unos 20 minutos a pie de los talleres de los que se extrae el mineral. Es un lugar oscuro y muy h¨²medo. En el medio, junto a los ra¨ªles de las vagonetas que conducen a donde se extrae el carb¨®n, discurre constante un reguero de agua. Del techo caen algunas goteras.

Los encerrados, que van en fundados en gruesos jerseys, sin afeitar y con casco permanentemente, han extendido numerosos cartones para evitar la humedad que producen el barro y el agua acumulados en el suelo. Sobre ellos han extendido unas rudimentarias colchonetas. Con eso y algunas mantas intentan sobreponerse al fr¨ªo. Uno de ellos ha sufrido un peque?o accidente, como consecuencia de la oscuridad, y han tenido, que darle cuatro puntos de sutura. Un poco m¨¢s all¨¢, en una galer¨ªa transversal, hay una mesa en la que las horas van cayendo entre juegos de cartas y charlas sobre cuestiones banales. Se come tres veces al d¨ªa. Hay fruta en abundancia. Arriba, en la lampister¨ªa, est¨¢ el almac¨¦n general, en el que se han ido acumulando v¨ªveres, muchos de ellos cedidos gratuita y solidariamente. Los dos portavoces de los sindicatos que hacen de enlace entre el exterior y el interior, Ricardo L¨®pez y Marino Artos, van bajando las existencias seg¨²n se necesiten.

No se puede fumar ni hacer ning¨²n tipo de fuego. No hay nada m¨¢s peligroso en el interior de una mina. Eso es una de las cosas m¨¢s dif¨ªciles de llevar. En Nochebuena, sin embargo, no falt¨® la muy asturiana sidra achampanada. Esa noche incluso hubo comunicaci¨®n con el exterior por medio de un tel¨¦fono por el que los familiares pod¨ªan transmitir unas palabras de aliento.

Mientras tanto las horas pasan lentas en una oscura galer¨ªa.