J¨®venes
Est¨¢ Li Peng en Madrid y el de los bons¨¢is le recibe. ?De qu¨¦ hablar¨¢n, aparte de negocios? ?Del asesinato -en masa- como una de las bellas artes? ?A qui¨¦n le importan los j¨®venes de la plaza china ensangrentada? Ni los j¨®venes ni sus j¨®venes ideales cuentan gran cosa.Hoy se est¨¢ produciendo el primer juicio a un insumiso en Madrid. Ya hay otros desparramados por toda Espa?a, condenados por haber perseverado hasta el fin en su ideal de no cumplir el servicio militar, por no aceptar la prestaci¨®n social sustitutoria que consideran vergonzante, un castigo camuflado, una violaci¨®n de la voluntad a realizar bajo un responsable que, la mayor¨ªa de las veces, detesta al que "no tuvo los cejones" de servir a la patria. Nuestro mundo macho no perdona el pacifismo, y a¨²n es m¨¢s mezquino: no perdona a los que no pasan por el aro, como pasaron ellos. Y no es ninguna tonter¨ªa: la aceptaci¨®n sin cr¨ªtica de la obediencia ciega del c¨®digo militar nunca pasa en vano por encima de las conciencias.
Santiago Botana, que ma?ana cumple 22 a?os, estuvo en mi casa hace pocos d¨ªas, con su madre y el fantasma de la sentencia, de la c¨¢rcel, planeando anticipadamente sobre sus cabezas. El muchacho lo tiene muy claro: ecologista, contra la sociedad de consumo, solidario, antimilitarista. Lucha, sin atacar, por su derecho a ser como es y a pensar como piensa. La madre, orgullosa del hijo y, al mismo tiempo, sinti¨¦ndose culpable por haberle transmitido, quiz¨¢ en los genes, los ideales de la juventud del 68, de aquella que, al envejecer, no se pring¨® con los que ahora reciben a Li Peng.
Hemos creado un mundo en el que hay que pedir perd¨®n por defender el deseo de crear un mundo mejor. Santi ir¨¢ a la c¨¢rcel, como otros, y ser¨¢ un preso m¨¢s de conciencia en un pa¨ªs formalmente democr¨¢tico.
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