Mafia y libertad
CONDENAR LOS asesinatos del pasado mi¨¦rcoles en Santander puede parecer poco ¨²til por reiterativo. Pero la eficacia de la condena no radica, tras m¨¢s de 700 asesinatos de los liberadores de Euskadi, en los argumentos que se expongan, sino en la demostraci¨®n de que frente a la constancia asesina existe la constancia de la raz¨®n, aquella que basa su legitimidad en el sentido com¨²n, en el respeto a la vida y en la exigencia del cumplimiento, sin paliativos, de la legalidad vigente y democr¨¢ticamente asumida.Elegir el papel de justicieros de la libertad cuando est¨¢ desarrollada en las leyes y en la estructura pol¨ªtica del Estado s¨®lo se explica desde la esquizofrenia o el profesionalismo mafioso. Es decir, desde la irrealidad psicop¨¢tica o desde una pr¨¢ctica cotidiana en la que la muerte es el oficio y de ello se vive. Hablar de negociaciones pol¨ªticas, ilegalizaciones partidarias o todo lo que remita a un mundo con connotaciones racionales, por discutibles o m¨ªnimas que sean, es aceptar unas reglas de juego imposibles. ?C¨®mo negociar con quien s¨®lo esgrime la dial¨¦ctica de las pistolas y la extorsi¨®n?
Ante el fin del asesinato como arma pol¨ªtica. s¨®lo cabe responder con las razones que un Estado de derecho puede oponer: la acci¨®n conjunta de los ministerios de Interior y Justicia, la consolidaci¨®n cotidiana de los pactos pol¨ªticos antiterroristas y la condena moral, desde la convicci¨®n personal a los medios de opini¨®n p¨²blica, desde lo individual a lo colectivo.
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