La 'amenaza Le Pen"
LOS RESULTADOS de la segunda vuelta de las elecciones cantonales de Niza son una indicaci¨®n sumamente preocupante de los cambios que se han producido en la mentalidad pol¨ªtica de la poblaci¨®n francesa. El candidato del Frente Nacional, el partido de Le Pen, contra el cual se hab¨ªan unido todas las otras fuerzas, de derecha y de izquierda, alcanz¨® el 49,35% de los votos. La candidata del partido liberal (UDF) gan¨® por un margen ¨ªnfimo, con el 50,65%. Es cierto que en ese distrito el Frente Nacional tiene una influencia considerable desde hace varios a?os y que en las cantonales de 1985 ya hab¨ªa alcanzado el 30%. Sin embargo, el progreso registrado en la votaci¨®n del domingo pasado es sustancial.En este caso se ha producido un fen¨®meno completamente nuevo en la escena pol¨ªtica francesa, pero que podr¨ªa ser menos raro a partir de ahora: la fuerza que ha sido capaz de derrotar al partido de Le Pen no han sido los socialistas ni tampoco la uni¨®n de las fuerzas de izquierda; ha sido la derecha democr¨¢tica. Los socialistas, y todos los que han querido votar contra una formaci¨®n profascista, han tenido que hacerlo a favor de la candidata del partido de Giscard d'Estaing (UDF), ¨¢liado del otro partido de la derecha constitucional, el RPR de Chirac. Ello permite medir el cambio hist¨®rico que se est¨¢ produciendo en Francia. Cuando en los a?os treinta se produjo el auge fascista, estimulado desde Roma y Berl¨ªn, fueron los partidos de izquierda los que levantaron la barrera que, con el Frente Popular, contuvo ese avance.
?Es exagerado comparar a Le Pen con los fascistas? Su actitud misma obliga a ello. No se puede olvidar que, lejos de condenar los horrores de los campos nazis, habl¨® de ellos como de un detalle. Toda su campa?a se basa en un autoritarismo grosero y antiintelectual, t¨ªpico de las propagandas fascistas. De todos modos, su punto fuerte, lo que le da votos, es un patriotismo racista y xen¨®fobo que encuentra eco en los barrios m¨¢s pobres, donde fermenta el odio contra el extranjero, sobre todo contra el ¨¢rabe, acusado de ser causante del paro que sufren los franceses humildes.
En todo caso, la amenaza hoy no es una Francia gobernada por Le Pen, por muchos votos que haya ganado en la elecci¨®n de Niza. Pero s¨ª se perfila como una posibilidad no descartable que la derecha francesa, al llegar al poder -Cosa probable en el a?o 1993-, est¨¦ sometida a una fuerte hipoteca del partido de Le Pen. Es una inc¨®gnita muy seria que pesa sobre el futuro. Y las elecciones. regionales del pr¨®ximo 22 de marzo -aunque no tendr¨¢n efecto directo sobre el Gobierno- van a ser un momento decisivo para dise?ar el nuevo perfil de la Francia pol¨ªtica de los pr¨®ximos a?os. Al aplicarse el sistema proporcional, en los consejos regionales se refleja con bastante exactitud la fuerza respectiva obtenida por los partidos en las umas. Y luego, en la elecci¨®n del presidente -el acto de m¨¢s relieve pol¨ªtico- se forman complejas alianzas, sin las cuales la mayor¨ªa resulta, por lo general, imposible.
El Partido Socialista va a esas elecciones en muy malas condiciones: los sondeos le atribuyen un 20% de votos, con un descenso del 10%; en ciertos casos puede quedar como tercer partido, detr¨¢s de Le Pen. Y no parece que el auge de los verdes -los sondeos les atribuyen entre el 10% y el 15%- pueda compensar el retroceso socialista. En cuanto a los partidos de la derecha democr¨¢tica, que tienen ahora 20 presidencias sobre las 22 regiones metropolitanas, ?qu¨¦ har¨¢n en los casos en que los votos de Le Pen les sean necesarios para alcanzar la presidencia? Ser¨¢ una decisi¨®n delicada. En esas derechas Europa ve a los probables integrantes del futuro Gobierno de Francia. Si hacen alianzas con Le Pen, ?hasta d¨®nde llegar¨¢ la hipoteca de ¨¦ste?
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