Una ciencia inexacta
La econom¨ªa de los EE UU ten¨ªa que haber recuperado su pulso a mediados de 1991, pero no ha sido as¨ª. Parece que se ha tocado fondo pero nada es todav¨ªa seguro. El autor analiza las repercusiones pol¨ªticas de esta d¨¦bil coyuntura, sobre todo ante las elecciones presidenciales de noviembre de este a?o. Aunque se manifiesta contrario a las ideas republicanas, considera que no toda la culpa de lo que ocurre debe achacarse al presidente Bush.
Aunque se supone que se iniciar¨ªa una recuperaci¨®n en Estados Unidos a mediados de 1991, la econom¨ªa norteamericana ha seguido deprimida durante medio a?o. A consecuencia de ello, el presidente Bush ha perdido gran parte de su popularidad entre el electorado, desde una cota alta a finales de la triunfal guerra del Golfo hasta caer por debajo del tope crucial del 50%.?D¨®nde, seg¨²n las ciencias econ¨®micas, ha fallado el plan econ¨®mico de George Bush?
?Qu¨¦ cambios deber¨ªa ¨¦l, o la oposici¨®n democr¨¢tica, llevar a cabo?
?En qu¨¦ situaci¨®n se encuentra ahora la econom¨ªa norteamericana, y qu¨¦ direcci¨®n es m¨¢s probable que siga durante los pr¨®ximos meses?
Por ¨²ltimo, y lo m¨¢s importante, ?estar¨¢ George Bush en una situaci¨®n verdaderamente dif¨ªcil cuando lleguen las elecciones a la presidencia, en noviembre de 1992? ?Qu¨¦ posibilidades tiene, desde un punto de vista cuantitativo, George Bush, atacado por Patrick Buchanan desde la derecha conservadora y por el sector de los candidatos de la oposici¨®n dem¨®crata?
?stas son mis respuestas a esta media docena de preguntas cruciales.
1. Cualesquiera que sean los males actuales de la econom¨ªa norteamericana, el presidente Bush no tiene toda la culpa.
Digo esto aunque mi ideolog¨ªa no sea republicana y nunca haya sido un admirador del se?or Bush. La responsabilidad principal por la recesi¨®n norteamericana de 1991 debe achacarse al presidente (de la Reserva Federal) Alan Greenspan y a su Consejo de la Reserva Federal. Han hecho "demasiado poco y demasiado tarde" a la hora de luchar contra los vientos de la recesi¨®n mediante la expansi¨®n del cr¨¦dito. El presidente Bush as¨ª se lo ha indicado. El asesor econ¨®mico de Bush, Michael Boskin, ha suplicado mil veces a la Reserva Federal que baje los tipos de inter¨¦s, pero sin que su pol¨ªtica monetaria se vea perceptiblemente afectada.
Un ignorante
Pat Buchanan, popular entre los sectores casi fascistas de la extrema derecha, obtiene aproximadamente un tercio de los votos republicanos en las primarias. Buchanan no puede ganar la candidatura republicana. Y es una suerte, porque es un ignorante en lo que respecta a temas econ¨®micos. Pero ha, obligado al presidente, un hombre sin car¨¢cter, a anunciar que hab¨ªa cometido un error al haber consentido un aumento de los impuestos. Los libros de texto de historia no estar¨¢n de acuerdo en que los problemas de hoy se remontan a la ¨²ltima tentativa bipartisana de controlar el d¨¦ficit presupuestario.
2. La mayor¨ªa de los economistas, ya sean de la izquierda, la derecha o el centro, sigue creyendo que es a la Reserva Federal a la que hay que recurrir a la hora de asegurar una recuperaci¨®n con algo de vigor para mediados de 1992. Estos economistas se muestran cautelosos ante los regalos fiscales t¨ªpicos de los a?os de elecciones y ante los programas de gastos de emergencia. Insisten en que el est¨ªmulo fiscal deber¨ªa ser limitado y de car¨¢cter temporaL De otro modo, nuestro d¨¦ficit estructural pos-Reagan alcanzar¨¢ otra meseta superior y con car¨¢cter permanente.
Eso exacerbar¨¢ lo que ya es una sociedad norteamericana de alto consumo y, por consiguiente, "excluir¨¢" m¨¢s posibilidades de inversiones a largo plazo y empeorar¨¢ permanentemente nuestro d¨¦ficit comercial estructural.
Ret¨®rica fiscal
Los expertos en pol¨ªtica ahora piensan que la mayor¨ªa de la ret¨®rica fiscal quedar¨¢ en agua de borrajas. El presidente vetar¨¢ cualquier programa democr¨¢tico importante. La propuesta del propio Bush carece en gran medida de una base cuantitativa y tropezar¨¢ con la oposici¨®n del Congreso.
3. Afortunadamente, est¨¢n llegando algunas se?ales de que la econom¨ªa norteamericana ha tocado fondo y est¨¢ empezando a recuperarse. De ser as¨ª, es posible que cuando llegue el verano se haya restablecido la confianza de los volubles consumidores. La polimetr¨ªa -la ciencia que analiza la forma en que las tendencias econ¨®micas afectan a las elecciones pol¨ªticas-, aunque es menos exacta que la econometr¨ªa, sugiere lo siguiente:
Si el PNB de Estados Unidos crece entre marzo y noviembre a una tasa de m¨¢s del 2% anual, y la tasa de inflaci¨®n se mantiene por debajo de un 4% anual, el candidato a la reelecci¨®n podr¨¢ recuperar una buena parte de su popularidad perdida. Asimismo, todos los d¨¦biles candidatos dem¨®cratas tendr¨¢n dificultades a la hora de conseguir el apoyo del electorado independiente del centro.
A Europa, la cuenca del Pac¨ªfico, Canad¨¢ y Australia no les viene mal la ayuda de la locomotora norteamericana. Y por consiguiente, estas perspectivas relativamente optimistas ser¨¢n buenas noticias para ellos.
Sin embargo, puesto que la econom¨ªa no es ni mucho menos una ciencia exacta, los observadores comprender¨¢n que este escenario m¨¢s probable dista mucho de ser seguro. Si la recesi¨®n vuelve y empeora, otro gallo cantar¨¢. Y eso sigue siendo un riesgo con un tercio de probabilidades.
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