Los taxistas en la oposici¨®n
La huelga en el taxi desvel¨® la falta de plataformas reivindicativas y de interlocutores sindicales
Los budapestinos gozan de un espl¨¦ndido servicio p¨²blico de transporte. El metro m¨¢s antiguo de Europa, eficientes tranv¨ªas y autobuses y servicio ferroviario de cercan¨ªas. El precio del transporte es, adem¨¢s, barato.La existencia de esta red alivia en gran manera las dificultades para el uso de coche propio. No hay demasiados coches en Budapest, y en este a?o se han dado de baja 10.000 unidades para eludir el alto coste de los impuestos. La calle es de los taxis, millares de veh¨ªculos que compiten entre s¨ª por capturar un pasajero para pasarle una cuenta a precios barceloneses en un pa¨ªs en el que el salario medio es de 11.000 pesetas al mes. Los turistas son, por supuesto, las piezas m¨¢s codiciadas y con ellos se aplica la ley de exprimir al m¨¢ximo al cliente. Ir al aeropuerto puede costarle al incauto hasta 3.000 pesetas si no negocia antes. Una carrera corta se llevar¨ªa el presupuesto de un d¨ªa de una familia h¨²ngara. Pero los taxis no bajan sus precios y esperan, agrupados en manadas en cualquier esquina de la ciudad, la aparici¨®n del cliente.
Los taxistas son un poder en Budapest. Dejaron buena constancia de ello al poco de iniciarse la andadura del nuevo Gobierno. La subida de los precios de la gasolina provoc¨® la reacci¨®n airada de los conductores de alquiler, que bloquearon los puentes sobre el Danubio y sumieron a la ciudad en el caos durante una semana. Los responsables pol¨ªticos se sorprendieron ante un fen¨®meno nuevo: no hab¨ªa representantes con quien negociar, no hab¨ªa una plataforma de reivindicaci¨®n, sino miles de col¨¦ricos taxistas actuando sin necesidad de celebrar asambleas, que se hab¨ªan movilizado por el procedimiento simple de la charla exaltada en una parada de taxis.
El ejemplo de la huelga de los taxistas es el ¨²nico de una confrontaci¨®n de envergadura entre el Gobierno y un sector social, pero un aviso a tener en cuenta sobre posibles conflictos incontrolados. La necesidad de la reforma econ¨®mica es tan evidente que ni el propio aparato del antiguo partido comunista, hoy Partido Socialista H¨²ngaro, se ha planteado hacer una oposici¨®n frontal a esta pol¨ªtica. Los sindicatos, herederos de los anteriores sindicatos ¨²nicos, son un feudo de los comunistas y el ¨²nico contrapoder organizado a la pol¨ªtica del Gobierno, seg¨²n la valoraci¨®n del propio ministro de Finanzas, Mihaly Kupa.
Los h¨²ngaros no est¨¢n acostumbrados a la miseria. La falta de un sistema de seguridad social, de leyes que prevean la existencia del desempleo y la brutalidad del proceso de cambio de r¨¦gimen (por mucho que haya sido gradualista la estrategia) han provocado que casi un tercio de la poblaci¨®n se mueva por debajo de los l¨ªmites que se consideran m¨ªnimos. En Budapest, en sitios previamente designados, el ayuntamiento y organizaciones caritativas ofrecen comida. Y hay decenas de millares de personas sin casa, trabajadores que viv¨ªan en pensiones baratas, que han perdido sus empleos y no pueden pagar otra habitaci¨®n. Pese a ello, la ciudad ofrece un aspecto que no anuncia semejantes bolsas de miseria, m¨¢s perceptible si se adentra el paseante en los numerosos soportales y patios interiores de las casas. La creciente pobreza significa que existe un tiempo limitado para poner en marcha medidas paliativas que mejoren la situaci¨®n.
Los miembros de la oposici¨®n son conscientes de esta situaci¨®n, pero hacen gala de una prudencia dif¨ªcil de encontrar en otro pa¨ªs. Marcel Nagy, de la Comisi¨®n de Exteriores de la Federaci¨®n de J¨®venes Dem¨®cratas, explica que la pol¨ªtica de su partido no es la- de la oposici¨®n sistem¨¢tica, sino que pretenden ganarse al electorado con una pol¨ªtica de racionalidad que les presente como una fuerza capaz de gobernar. Los J¨®venes Dem¨®cratas son una de las mayores originalidades del panorama h¨²ngaro: se trata de un partido afiliado a la Internacional Liberal, formado por menores de 35 a?os, cuya se?a de identidad m¨¢s poderosa es la de estar limpios de relaci¨®n con el r¨¦gimen anterior. No tienen un programa preciso, pero hacen gala de capacidad de movilizaci¨®n y de valor. Su secretario general, Victor Orban, salt¨® a la popularidad cuando, el 16 de junio de 1989, durante la manifestaci¨®n de homenaje a Irnre Nagy (el comunista que encabez¨® la resistencia a los sovi¨¦ticos en 1956 y fue fusilado por ello) se atrevi¨® a pedir la salida de las tropas sovi¨¦ticas del suelo h¨²ngaro, cosa que nadie hab¨ªa osado hacer hasta el momento.
El principal rival del Fidesz en la oposici¨®n son los Dem¨®cratas Libres, un partido formado por los disidentes hist¨®ricos del antiguo r¨¦gimen. En sus filas militan los m¨¢s prestigiosos opositores de las ¨²ltimas d¨¦cadas, personas de formaci¨®n intelectual reconocida, como Marton Tardos, el padre de la reforma econ¨®mica de 1968, o como Karoly Attila, otro economista de reconocido prestigio. Los Dem¨®cratas Libres forman un partido de centro izquierda y cosecharon en las primeras elecciones un 23% de los votos. La derrota del Partido Socialdem¨®crata, que no obtuvo ning¨²n esca?o, convierte a este partido en el ¨²nico capaz de captar un te¨®rico voto de izquierda que jam¨¢s se sentir¨ªa a gusto dentro del reconvertido partido comunista. Se da por hecho que el futuro gobierno ser¨¢ uno de coalici¨®n entre los Dem¨®cratas Libres y los J¨®venes Dem¨®cratas.
Espa?oles en Budapest
Por la delegaci¨®n comercial espa?ola en Budapest han pasado docenas de empresarios. Muchos de ellos dejaron el intento de inmediato: no es f¨¢cil hacer dinero r¨¢pido en Hungr¨ªa. "Los negocios en Hungr¨ªa", dice Mar¨ªa Luisa Ponce, de la embajada espa?ola, "requieren una gran paciencia". Quien la ha tenido ha visto sus esfuerzos recompensados, como la constructora Huarte o la publicista Aesma. Ahora se espera la decisi¨®n sobre el suministro de 100 millones de d¨®lares en material de ferrocarril. La espa?ola CAF est¨¢ bien situada junto a una firma alemana. El interlocutor del Ministerio de Finanzas no quiere ser identificado al declarar: "A igualdad entre una empresa espa?ola y una alemana, preferimos la espa?ola". Un efecto de la historia y la geograf¨ªa: es casi imposible un choque entre espa?oles y h¨²ngaros, y con los alemanes ha habido muchos.
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