Un centro para extranjeros era la tapadera de un locutorio clandestino
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Edilson Jos¨¦ da Costa, de 20 a?os, dirig¨ªa un locutorio clandestino en un bajo de? barrio de Carabanchel, seg¨²n la polic¨ªa. El muchacho ten¨ªa una amplia clientela de latinoamericanos y asi¨¢ticos. En el momento en que el locutorio fue desmantelado, dos clientes telefoneaban y 11 m¨¢s esperaban en la antesala del garito, que funcionaba con el anuncio de un centro de informaci¨®n a trabajadores extranjeros desde mayo. En poco m¨¢s de un mes, el brasile?lo deb¨ªa a Telef¨®nica ocho millones de pesetas.
"Vaya calle m¨¢s internacional tenemos", sol¨ªa decirle Loli, la peluquera de al lado, a su sobrina, que trabaja con ella. A partir de los primeros, d¨ªas del pasado mes de mayo, la calle de Bruno Garc¨ªa, en el distrito de Carabanchel, muy tranquila habitualmente, ve¨ªa un trasiego constante de "coreanos, filipinos y cubanos", como dice ella, que pasaban horas esperando frente a la peluquer¨ªa de Loli, que est¨¢ al lado de la puerta azul del bajo, en el n¨²mero 16 de la calle, donde la polic¨ªa desmantel¨® el martes el locutorio clandestino.El joven brasile?o que lo hab¨ªa montado hab¨ªa contratado con un carn¨¦ de identidad falso la l¨ªnea telef¨®nica a primeros de mayo y puso un cartel en la fachada que rezaba: "CITE, Centro de Informaci¨®n a Trabajadores Extranjeros". El fraude ha supuesto a Telef¨®nica una deuda de ocho millones de pesetas.
"Claro, pens¨¢bamos que el sitio ¨¦ste era para ayudar a esta gente", prosigue Loli mientras le ti?e el pelo a Luisa, una se?ora que vive enfrente. "Los s¨¢bados ven¨ªa tambi¨¦n mucha gente", observa Luisa.,
"Madre m¨ªa, los extranjeros nos van a invadir", a?ade otra clienta, quit¨¢ndose los rulos. "Claro, ellos van a ahorrarse el dinero, es igual que si yo cobro m¨¢s barato. As¨ª vendr¨¢ m¨¢s gente", razona Loli. La se?ora de los rulos, que vive dos calles m¨¢s all¨¢, tambi¨¦n en Carabanchel, cuenta una historia tremenda de un vecino suyo que se encontr¨® con una cuenta de tel¨¦fono de 190.000 pesetas. "Era uno que le pinchaba los cables".
Luces de madrugada
La vecina del tercer piso de la casa se encontr¨® con la redada, el martes, sobre las 20.30. "Eran siete en total, y hab¨ªa dos chicas. Estaban todos fuera. Aunque la polic¨ªa llevaba all¨ª todo el d¨ªa". "Desde luego, no se met¨ªan con nadie. Tambi¨¦n hab¨ªa l¨ªo por la noche. M¨¢s de un d¨ªa me he asomado yo a la ventana para tender la ropa y ve¨ªa luz a la una de la madrugada", comenta la mujer.
Cuando intervino la polic¨ªa -agentes de la comisar¨ªa de Chamber¨ª, que hab¨ªan vigilado la afluencia de extranjeros-, estaban telefoneando dos personas. Otros 11 esperaban para llamar. Eran siete ciudadanos chinos y seis hispanohablantes, que fueron identificados.
Una pareja de filipinos va y viene frente al portal, que tiene la reja echada. Llaman al timbre. "Es el primer d¨ªa que venimos a llamar, me lo dijo una amiga. Cobran por 30 minutos 7.000 pesetas por llamar a Filipinas", dice ella en un espa?ol rudimentario. Su compa?ero, un hombre bajo y regordete, con gafas oscuras, le pregunta inquieto si no podr¨¢n telefonear. "Llevan viniendo toda la ma?ana", comenta Loli, la peluquera.
Seg¨²n la polic¨ªa, Edilson, el brasile?o que supuestamente dirig¨ªa el locutorio clandestino, contrat¨® con Telef¨®nica a primeros de mayo tres l¨ªneas provistas de dos aparatos supletorios.
Las tarifas que aplicaba la oficina pirata no superaban las 5.000 pesetas la hora de llamada. La conferencia de 30 minutos hab¨ªa sido fijada en 3.000 pesetas, seg¨²n la polic¨ªa.
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