El sonido de la Gran Manzana

Llenazo en la Plaza de la Trinidad en la sesi¨®n neoyorquina del Jazzald¨ªa donostiarra. Soberbia y apasionante velada en la que se mostraron dos de las v¨ªas m¨¢s inteligentes de las muchas que pueblan la gran manzana: el postfree en¨¦rgico, r¨ªtmico y vitalista del genial Lester Bowie, y el mainstream c¨¢lido, profundo y sin una chispa de revivalismo nost¨¢lgico de un todo estrellas reclutado por George Wein. Tras unos a?os de tinieblas y oscurantismo, el Festival de Jazz de San Sebasti¨¢n ha comenzado su nueva etapa de la mejor de las maneras. Tras un doble concierto como ¨¦ste, ya podemos escribir otra vez Jazzald¨ªa con may¨²sculas.La nueva banda de Bowie volvi¨® a demostrar que la creatividad del trompetista a¨²n no ha tocado techo. Genial de principio a final, el New York Organ Ensemble comenz¨® con aires de espiritual negro, se pase¨® despu¨¦s con un cierto cinismo nada malintencionado desde Nueva Orleans a Duke Ellington y desde las marchin'bands hasta el reggae, antes de desembocar en un exhuberante Somewhere bernsteniano. Una ducha contagiosa de ritmo plagado de ideas excitantes.

Los New York Jazz Giants buscaron el equilibrio entre sus dispares personalidades a trav¨¦s de unos arreglos minuciosamente estructurados y de una eficacia reconfortante. Tom Harrell, Jon Faddis, Bobby Watson, Lew Tabackin, Mulgrew Miller, Ray Drummond y Carl Allen estuvieron realmente gigantes, y s¨®lo a fuerza de exigencia podr¨ªa destacarse la c¨¢lida sonoridad del fiscorno de un Harrell sorprendente en cada solo o el electrizante discurso de Watson.

?xito tambi¨¦n notable en la Terraza del Ayuntamiento. Por la tarde se vibr¨® con los ritmos desenfadados a lo Louis Prima de Ray Gelato y por la noche se hurg¨® en el futuro del jazz a trav¨¦s de un grupo apadrinado por Wynton Marsalis que se perdi¨® en la b¨²squeda de la t¨¦cnica sin gota de personalidad.