Las dos convergencias
La singular situaci¨®n de Espa?a, vinculada en un devenir hist¨®rico de cinco siglos a dos realidades pol¨ªticas, econ¨®micas y culturales -Europa y Am¨¦rica-, le impone realizar un esfuerzo de imaginaci¨®n, audacia, eficiencia y capacidad pol¨ªtica excepcionales para dar respuesta a la doble inserci¨®n por la que est¨¢ apostando con vistas al siglo XXI. Tanto su entrada en la Comunidad Europea como su decidida integraci¨®n en la Conferencia Iberoamericana creada en la Cumbre de Guadalajara de 1991 son procesos paralelos, simult¨¢neos, diferentes en contenido y acciones, pero, si bien se miran y se quiere, potencialmente complementarios. El debate que en alg¨²n momento se produjo en Espa?a, en t¨¦rminos de optar entre Europa o Am¨¦rica Latina, parece claramente superado en la actualidad. El ingreso en la Comunidad Europea no ha tra¨ªdo como consecuencia un alejamiento de aquella otra comunidad, sino m¨¢s bien un redoblado inter¨¦s espa?ol por incrementar los lazos de cooperaci¨®n no s¨®lo bilaterales, sino de regi¨®n a regi¨®n, haciendo valer en el ¨¢mbito comunitario el peso de su dimensi¨®n iberoamericana. Hay elementos concretos en este sentido. Hoy la interlocuci¨®n y la cooperaci¨®n CE-Am¨¦rica Latina, pese a no ser del todo satisfactoria, es much¨ªsimo mejor que antes de la incorporaci¨®n de Espa?a. Del mismo modo, los flujos de inversi¨®n, comercio y cooperaci¨®n al desarrollo espa?oles hacia Latinoam¨¦rica se han incrementado significativamente en los ¨²ltimos cinco a?os, al mismo tiempo que se iba consolidando su pertenencia a la Comunidad Europea.
Armonizar intereses
Esta armonizaci¨®n de intereses y vocaciones que Espa?a ha venido haciendo con habilidad, entra a partir de Maastricht y el reto de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria en una coyuntura que exig¨ªr¨¢ pragmatismo y voluntad pol¨ªtica.
Frente a Maastricht estar¨¢ el compromiso espa?ol con la Declaraci¨®n de Guadalajara y los acuerdos que se adopten en Madrid. Existe el peligro de que ambos compromisos, el de la unificaci¨®n europea y el de la comunidad iberoamericana, sean vistos como antag¨®nicos y excluyentes, o bien como concreto el uno (Maastricht) y ret¨®rico el otro (Guadalajara), frivolidad, est¨¢ ¨²ltima, que acabar¨ªa por costar cara a la pol¨ªtica exterior espa?ola. Aqu¨ª es donde se precisa el m¨¢ximo esfuerzo: entender que, junto con la denominada convergencia con Europa -con sus cuatro exigencias b¨¢sicas en materia de d¨¦ficit, inflaci¨®n, tipos de inter¨¦s y deuda p¨²blica-, debe hacer una convergencia con Iberoam¨¦rica -con sus "otras" cuatro exigencias b¨¢sicas: derechos humanos, democracia, cooperaci¨®n, eliminaci¨®n de la miseria.
Mientras el proceso de uni¨®n europea avanza hacia una integraci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica, el camino iniciado en Guadalajara conduce a una integraci¨®n cultural y de valores pol¨ªticos junto a una concertaci¨®n internacional y cooperaci¨®n amplia para el desarrollo, que implica, por ejemplo, un compromiso por conectar mejor los dos procesos, favorecer el multilateralismo y el libre comercio, as¨ª como programas concretos de asistencia financiera y t¨¦cnica en el marco de la cooperaci¨®n comunitaria.
En el contexto de la Cumbre de Madrid, que dar¨¢ continuidad y desarrollar¨¢ los postulados comunes de la anterior, Espa?a, visualizando el nuevo escenario mundial, de bloques econ¨®micos, de refuerzo del multilateralismo y de globalizaci¨®n de los procesos, puede reafirmar que su pertenencia efectiva y actuante tanto a la uni¨®n europea como a una comunidad Iberoamericana, con la que siempre tendr¨¢ relaciones privilegiadas, constituye un activo ¨²nico dificil de conseguir por otro pa¨ªs desarrollado.
es director ejecutivo del Centro de Investigaciones y Promoci¨®n Ibero am¨¦rica-Europa (CIPIE).
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