El v¨¦rtigo de Europa
Par¨¢lisis y pesimismo en Bruselas, a la espera del refer¨¦ndum franc¨¦s sobre Maastricht
Los funcionarios de la Comunidad se fueron de vacaciones, felices y tranquilos. Dinamarca hab¨ªa dicho no a Maastricht, pero Irlanda hab¨ªa plebiscitado el tratado y los franceses, tan europeos, parec¨ªan dispuestos a ratificar tambi¨¦n la Uni¨®n Europea. Cuando regresaron a Bruselas, esta semana, se encontraron con el abismo de lo desconocido: una crisis econ¨®mica convertida ya en una marea de tensiones monetarias y, ante todo, la desaparici¨®n del id¨ªlico decorado franc¨¦s, sustituido por las sombr¨ªas encuestas en las que partidarios y enemigos de Maastricht andan demasiado cerca. Mientras tanto todo est¨¢ paralizado y nadie se atreve a tomar decisiones.
La Comunidad Europea (CE) se halla atenazada por la pesadilla de lo que puede suceder el d¨ªa 20, cuando los franceses vayan a las urnas. El presidente de la Comisi¨®n, Jacques Delors, ha anunciado que dimitir¨¢ si el resultado es no, porque considerar¨¢ desautorizada su estrategia de construcci¨®n europea y piensa que los franceses comprometidos con Maastricht perder¨¢n toda credibilidad.Detr¨¢s seguir¨¢n posiblemente, seg¨²n algunos c¨¢lculos moderados, hasta 10 comisarios de los 17 que forman la Comisi¨®n. No tanto por solidaridad con el presidente derrotado como por el cambio de horizontes. Quienes se enfrenten con la tarea de seguir dando vida a la CE, bas¨¢ndose s¨®lo en el mercado ¨²nico, ser¨¢n con probabilidad gentes totalmente nuevas. Un alem¨¢n podr¨ªa ser el encargado de sacar a la CE del atolladero.
Son muy pocos quienes desean hacer previsiones para la eventualidad del rechazo franc¨¦s a la Uni¨®n Europea. Todos saben que si se produce se abrir¨¢ un periodo de fuertes tensiones monetarias y que cada uno de los Doce intentar¨¢ resolver a su aire lo que hasta ahora se quer¨ªa hacer de forma concertada. Las reuniones de los ministros de Econom¨ªa y Finanzas de los Doce este fin de semana en la ciudad brit¨¢nica de Bath est¨¢n destinadas a resolver los aspectos t¨¦cnicos de una situaci¨®n de incertidumbre que puede dar al traste con el Sistema Monetario Europeo y descartar para muchos a?os una alternativa europea a la dictadura del d¨®lar. "Nadie ha previsto lo que hay que hacer en caso de una victoria del no porque nadie prev¨¦ c¨®mo reaccionar cuando se est¨¢ esperando un diagn¨®stico m¨¦dico sobre la posibilidad de un c¨¢ncer", aseguraba un portavoz.
Todos los observadores consideran que ante la peor de las hip¨®tesis habr¨¢ una reacci¨®n intentando ofrecer sensaci¨®n de normalidad para amortiguar las previsibles reacciones hist¨¦ricas del mundo monetario y financiero.
Los programas de gobierno de John Major, de Helmut Kohl o de Felipe Gonz¨¢lez quedar¨¢n en buena parte desvirtuados. La insistencia espa?ola en los nuevos fondos de cohesi¨®n, que deb¨ªan ayudar a los pa¨ªses m¨¢s alejados de la convergencia, se convertir¨¢ en una curiosidad de hemeroteca. En cada uno de los pa¨ªses socios del monumental proyecto europeo, empezando por Francia, se puede abrir una crisis pol¨ªtica de proporciones enormes y de, imprevisibles consecuencias. Todo esto se percibe con dram¨¢tica claridad desde Bruselas. "Los altos funcionarios, europeos se hallan en un estado de ¨¢nimo muy parecido al que sufr¨ªan a principios de los a?os ochenta, cuando est¨¢bamos en plena crisis del petr¨®leo, se planteaba el problema del cheque brit¨¢nico y todo el mundo hablaba de europesimismo". ?ste es el panorama hoy d¨ªa, seg¨²n uno de los portavoces de la Comisi¨®n Europea. "Hay una par¨¢lisis total, todas las decisiones van quedando aplazadas para despu¨¦s del d¨ªa 20 y los ¨®rdenes del d¨ªa de las reuniones aparecen vaciados de contenidos", aseguraba otra fuente. En cuanto a los comisarios, a?ad¨ªa uno de los observadores: "Hay una atm¨®sfera de final de reinado. Cada miembro de la Comisi¨®n se busca la vida por su cuenta".
El europesimismo de 1992 no es una cuesti¨®n puramente psicol¨®gica. Los a veces tan denostados eur¨®cratas de Bruselas aseguran que tienen incluso problemas de fatiga f¨ªsica. Por eso tambi¨¦n hacen mella entre los funcionarios algunos argumentos utilizados en la campa?a francesa, principalmente por los partidarios del no, que les han convertido en una especie de satanes de la burocracia.
El estereotipo del bur¨®crata de Bruselas -conspirador, centralista y corrupto- es, en buena parte de la propaganda del no, una figura: paralela a la del alem¨¢n que esconde sus ansias de dominaci¨®n, de exclusi¨®n racial y de dominio de Europa. A la justa irritaci¨®n apenas escondida por los alemanes se suma la irritaci¨®n de toda la Administraci¨®n europea, harta de aparecer en la picota como culpable de todos los males del continente.
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