Signos 'sospechosos'
Coletas, pendientes y otros accesorios ponen en peligro el futuro laboral en los hombres
"Mi pap¨¢ dice que t¨² no eres un pap¨¢, sino una mam¨¢, porque: llevas pendientes". Francisco Aparisi se qued¨® de piedra, pero, reaccion¨® con salero ante aquel mocoso que jugaba con su hijo en la playa. "Dile a tu pap¨¢ que los pendientes se pueden quitar, pero que su barriga ya no". Esta es una de las an¨¦cdotas m¨¢s, divertidas que recuerda, si bien alguna clienta ha habido que ha dejado de ir a su peluquer¨ªa por ese motivo. Claro que en su caso, al ser el jefe, el aspecto no le ha supuesto un traslado de destino como al ya famoso ujier del Congreso por llevar coleta.
Jes¨²s V¨ªctor G¨®mez Gonz¨¢lez aprob¨® las oposiciones a ujier de las Cortes el pasado mayo, y desde junio ejerc¨ªa satisfecho su funci¨®n en la puerta de entrada al edificio anexo del Congreso de los Diputados. Un buen d¨ªa de septiembre se encontr¨® con la sorpresa de su traslado a la sexta planta. Con pelo corto, aspecto pulcro y hablar pausado, es la ant¨ªtesis de un provocador. S¨®lo un peque?o pendiente en la oreja izquierda le da un ligero toque informal. Su min¨²scula trencilla apenas se ve si no gira la cabeza.Aunque Jes¨²s V¨ªctor, todav¨ªa no se ha cortado la coleta -como el joven punki Gabriel Mart¨ªnez Ejarque, qui¨¦n despu¨¦s de un incidente con el alcalde de Requena (Valencia) fue pr¨¢cticamente obligado por ¨¦ste a cortarse una hermosa cresta a lo mohicano-, s¨ª ha recurrido contra un traslado que considera discriminatorio. "S¨®lo s¨¦ que antes estaba en la puerta y ahora estoy aqu¨ª. Nadie me ha explicado nada ni me ha dicho el porqu¨¦", dice con desgana V¨ªctor, como le conocen sus compa?eros de trabajo.
Con coleta, pero oculto
"S¨ª", reconoce un portavoz de la oficina de gobierno del Congreso, "la coleta ha sido el motivo del traslado, pero no se trata de un castigo. No tenemos ninguna queja de ¨¦l en su trabajo, aunque al llevar una trenza llamativa nos ha parecido que no era lo m¨¢s razonable para un puesto de atenci¨®n al p¨²blico". Fuentes de la secretar¨ªa general de las Cortes aducen que la soluci¨®n adoptada permite conciliar el derecho del ujier a peinarse como quiera con la imagen que consideran debe dar la instituci¨®n.El joven, de unos 25 a?os, ha firmado un art¨ªculo aleg¨®rico en el bolet¨ªn del Congreso del sindicato Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) Sin mencionar su nombre, habla de alguien que "fue escogido de entre todos tan s¨®lo por querer ser como es y querer seguir siendo tal cual es. Terrible pecado que le cost¨® ser el proscrito, el desheredado". G¨®mez Gonz¨¢lez hace una advertencia sobre el "dedo acusador" y escribe: "Temblad y temed los gordos, los feos, los calvos, los tranquilos, los gigantes, los flacos, los melenas, los guapos, los nerviosos, los enanos. ?Temblad y temed todos!".
El caso de las barbas
No es la primera vez que una cuesti¨®n de apariencia personal provoca consecuencias laborales. "Ha habido problemas, en especial en el sector de la hosteler¨ªa", comenta Julio Santos, abogado de Comisiones Obreras. Santos recuerda uno de los m¨¢s sonados, por haber llegado hasta el Tribunal Constitucional: "Se trataba de un camarero despedido porque se neg¨® a cortarse la barba. El juez lo consider¨® procedente, ya que le pareci¨® razonable la exigencia del empleador por la mala imagen y car¨¢cter antihigi¨¦nico de la barba". El camarero solicit¨® el amparo del Constitucional, que lo deneg¨®.El asunto de la barba ha terminado siendo aceptado en lugares de trabajo en los que tradicionalmente estaba mal vista, como las oficinas de los bancos y los grandes almacenes. Sin embargo, la exigencia del traje con corbata para los empleados masculinos contin¨²a siendo la t¨®nica habitual. "No existen unas normas espec¨ªficas", manifiesta una portavoz de El Corte Ingl¨¦s. "Depende del de partamento en el que se est¨¦ destinado. No es lo mismo trabajar en el muelle de carga que en una secci¨®n de atenci¨®n directa al cliente". En este ¨²ltimo caso, el traje de los empleados equivale al uniforme de sus compa?eras, aunque "no se exige un modelo determinado".
Pero mientras que barbas y pelos largos han sido aceptados, la coleta sigue sorprendiendo como una provocaci¨®n. Y si no, que se lo pregunten al croupier del Gran Casino de Madrid que el a?o pasado sacrific¨® su ap¨¦ndice capilar ante la llamada de atenci¨®n de sus superiores y previa consulta al sindicato. "Las leyes no dicen nada al respecto", reconoce Santos. Para este abogado, "se trata de un abuso de los empresarios, porque sobre criterios est¨¦ticos no hay ning¨²n dogma"
Son los empleados que est¨¢n dentro de una cadena jer¨¢rquica los que encuentran problemas, frente a una actitud m¨¢s permisiva en el mundo de las profesiones liberales. Escritores, fot¨®grafos, actores, pintores o periodistas pueden hacer de su imagen lo que les parezca m¨¢s oportuno. Maradona o Pizo G¨®mez lucen sendos pendientes sin merma para sus regates, aunque a su compa?ero del Atletic Manolo Alfaro tal accesorio le influy¨® para que hace unos a?os no le contratara el Osasuna.
"Se supone que un periodista puede tomarse ciertas libertades", asegura Arturo Ruiz, que durante a?os ha lucido una hermosa coleta en sus entrevistas con empresarios y pol¨ªticos. "Trabajaba en una empresa de comunicaci¨®n y nunca nadie me dijo nada. Al contrario, creo que me favorec¨ªa, porque indicaba un cierto atrevimiento, creatividad y originalidad, que no era mediocre". Pero Ruiz, de 41 a?os, reconoce que ahora que busca trabajo acude a las citas con el pelo echado hacia atr¨¢s y sujeto con un gel.
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