Miles sonr¨ªe
La lluvia priv¨® al p¨²blico madrile?o el pasado mes de junio del que iba a ser el primer concierto europeo de una gira en homenaje a Miles Davis. En los casi cinco meses transcurridos desde entonces el quinteto reunido por iniciativa de Herbie Hancock, Wayne Shorter, Ron Carter y Tony Williams, ha ofrecido sesiones memorables por todo el mundo y ha recibido cr¨ªticas un¨¢nimemente entusiastas. Por tanto, el factor sorpresa no contaba en esta segunda convocatoria, aunque permanec¨ªa inalterable el inter¨¦s por comprobar directamente si las referencias no eran exageradas. Adem¨¢s la XIII edici¨®n del Festival de Madrid arrancaba precisamente con esta sesi¨®n.Al resguardo de la carpa de Conde Duque todo result¨® tal y como contaban las cr¨®nicas m¨¢s optimistas. Ah¨ª estaban cinco m¨²sicos enormes, concentrados en la recreaci¨®n de una est¨¦tica que alter¨® sin traumas el curso del jazz, liber¨¢ndolo cautamente de la dictadura del acorde y sentando nuevas bases para su desarrollo posterior. Buena prueba del m¨¦rito de aquella labor es que Hancock y compa?¨ªa han cosechado fama y prestigio con ¨¦xitos parciales, pero tambi¨¦n han sufrido, como el propio Miles, alg¨²n rev¨¦s en el intento de impulsar a¨²n m¨¢s lejos las ense?anzas contenidas en discos emblem¨¢ticos como E.S.P., Miles smiles o Nefertiti. La trascendencia y el atractivo de aquella m¨²sica surg¨ªa no s¨®lo de los hombres que la interpretaban, sino tambi¨¦n del ambiente y los precedentes que la inspiraron.
A Tribute to Miles Davis
Herbie Hancock (plano), Wayne Shorter (saxofones, tenor y soprano), Wallace Roney (trompeta), Dave Holland (contrabajo) y Tony Williams (bater¨ªa). Carpa de Conde Duque. Madrid, 27 de octubre.
Nadie en este quinteto parece haber olvidado el esp¨ªritu cooperativo que Miles supo infundir entonces, ni siquiera el quinto miembro del grupo, Wallace Roney, un trompetista de 32 a?os fascinado desde siempre por el estilo del maestro. Sin duda es el instrumentista ideal para evocar sin imitar las l¨ªneas lisas y profundas, concisas y ricas, que constru¨ªa el Miles consciente de su posici¨®n protagonista en el jazz moderno. Roney aporta un concepto de sonido similar, pero piensa arm¨®nicamente de manera distinta y su papel, el m¨¢s comprometido, queda favorablemente saldado gracias al equilibrio que sabe establecer entre lo familiar y lo nuevo, entre el recuerdo y el paso aventurado.
Hancock, Shorter y Williams juegan con la ventaja de volver sobre sus propias huellas, pero no recurren a las mismas soluciones de entonces, sino que ocupan sus espacios solistas con ideas frescas. Cada uno sabe qu¨¦ papel le corresponde. Williams plantea la situaci¨®n, Shorter presenta a los personajes y Hancock relata los detalles. El resultado es un mosaico sugestivo, de una riqueza arm¨®nica, mel¨®dica y r¨ªtmica no superada a¨²n 30 a?os despu¨¦s. Dave Holland, perteneciente a un grupo posterior de Miles y sustituto del titular Ron Carter, perfila l¨ªneas ortodoxas salpicadas de apuntes y acentos que ayudan a crear una forma de swing, absolutamente vigente y mil veces imitada.
El quinteto abri¨® las dos partes de su concierto con So what y All blues, heredadas de la anterior formaci¨®n de Miles. El resto fue un repaso por la m¨²sica libre y abstracta que ha necesitado del tiempo para ser comprendida. El p¨²blico aplaudi¨® a los cinco formidables m¨²sicos con Miles en la mente, y Miles, en alguna parte, seguro que sonre¨ªa.
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