El fin del 'nuevo orden'
A ra¨ªz del triunfo electoral de Clinton el articulista analiza el fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica neoliberal. A su juicio uno de los debates m¨¢s interesantes que se plantea en la actualidad es el del papel del Estado en la soluci¨®n de la crisis econ¨®mica.
El triunfo electoral de Bill Clinton y del Partido Dem¨®crata en Estados Unidos es la primera acta de defunci¨®n del neoliberalismo que ha dominado en el mundo desde finales de los a?os setenta, e inaugura un nuevo ciclo pol¨ªtico y econ¨®mico caracterizado por un gradual retorno a las pol¨ªticas aplicadas para salir de la crisis de los a?os treinta. El rechazo de los ciudadanos estadounidenses al dogmatismo liberal refleja su sentido de la realidad, ya que la magnitud de la crisis econ¨®mica y social exige una pol¨ªtica distinta a la aplicada por los Gobiernos republicanos de Reagan y Bush.El cambio de orientaci¨®n pol¨ªtica del electorado de EE UU, que apoya nuevamente propuestas de mayor intervenci¨®n estatal en la econom¨ªa (m¨¢s gasto p¨²blico en infraestructuras, protecci¨®n a la sanidad y educaci¨®n p¨²blicas), coincide con las tendencias que se manifiestan en Gran Breta?a, donde seg¨²n todas las encuestas el Partido Laborista ha recuperado las preferencias del electorado y, presionado por la poblaci¨®n, el propio Gobierno conservador ha anunciado cambios en su tradicional pol¨ªtica econ¨®mica neoliberal. Estos pa¨ªses que, con el triunfo de Margaret Thatcher en 1979 y Ronald Reagan en 1980, fueron la avanzada neoliberal en los pa¨ªses desarrollados (en el Tercer Mundo les precedieron las dictaduras militares), son ahora los primeros en adoptar pol¨ªticas abiertamente contrarias al mismo. No est¨¢n solos. El Gobierno de Jap¨®n, con su actual programa de obras p¨²blicas y subsidios al sector privado por 87.000 millones de d¨®lares para reactivar su econom¨ªa, ha acentuado su tradicional proteccionismo. Tambi¨¦n en muchos otros pa¨ªses se reabre el debate, sobre el papel del Estado en la econom¨ªa. En Francia e Italia crecen las presiones para que el Gobierno adopte una "pol¨ªtica industrial activa", es decir para que sea m¨¢s proteccionista. Incluso en Alemania la discusi¨®n sobre el auxilio estatal a Siemens y otras empresas privadas resucit¨® la pol¨¦mica. La propia Comunidad Europea est¨¢ elaborando un plan de pol¨ªtica industrial que prev¨¦ fuertes subsidios a la industria electr¨®nica (a pesar de fracasos tales como el sistema de alta definici¨®n), y a las industrias militar y automotriz mediante ayudas selectivas a la investigaci¨®n y desarrollo industrial y otras. Estas ayudas se suman a las m¨¢s cuantiosas que recibe la agricultura (m¨¢s de 100 millones de d¨®lares de subsidios directos e indirectos), que revelan un persistente proteccionismo.
La obsesi¨®n republicana
En EE UU, con el cambio de orientaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica y social interna que realizar¨¢n los dem¨®cratas, tambi¨¦n se producir¨¢ forzosamente un cambio en su pol¨ªtica internacional, repleg¨¢ndose m¨¢s sobre s¨ª mismo. Esto se explica porque gran parte del deterioro del nivel de vida de muchos ciudadanos estadounidenses es consecuencia del obsesivo empe?o de los republicanos, una vez desintegrado el bloque estalinista, por imponer y sostener a cualquier costo un nuevo orden que permitiese a EE UU mantener la hegemon¨ªa econ¨®mica y militar en el mundo. Este objetivo, ya presente en las bases del programa republicano de 1981, impuls¨® m¨¢s el ya desmesurado gasto militar y la intervenci¨®n militar de Estados Unidos en todo el mundo. En lo econ¨®mico requer¨ªa la plena vigencia del liberalismo para imponer su supremac¨ªa en el espacio mundial superando a Jap¨®n y Alemania. Para ello, por la imposibilidad de sostener un discurso liberal y a la vez aplicar barreras tradicionales a la competencia, apel¨® a una cierta forma de dumping social, trasladando a los trabajadores los costos de las pol¨ªticas monetaria y cambiarla orientadas a financiar los elevados d¨¦ficits externo y fiscal y favorecer las exportaciones. Desde 1981 a 1985 se elevaron las tasas de inter¨¦s para atraer capitales que financiaron el d¨¦ficit exterior de la econom¨ªa, pero que sobrevaluaron el d¨®lar provocando un fuerte aumento de las importaciones y una ca¨ªda de la inversi¨®n productiva. Tambi¨¦n un aumento del d¨¦ficit p¨²blico por el incremento de los intereses de la deuda. Pero EE UU puede obtener distintos beneficios seg¨²n el sentido en que manipule la cotizaci¨®n de su moneda, por el papel del d¨®lar en la econom¨ªa mundial. Por ello, para reducir el coste de la deuda p¨²blica y favorecer sus exportaciones, entre 1985 y 1991 el d¨®lar se devalu¨® casi un 50% frente al yen japon¨¦s y el marco alem¨¢n. Esto permiti¨® que entre 1986 y 1991 las exportaciones de EE UU aumentaran el 90% (frente a s¨®lo el 25% promedio en el conjunto de la OCDE). Gracias a esta evoluci¨®n, la participaci¨®n de EE UU en las exportaciones mundiales, que en 1987 era del 14%, en 1991 recuper¨® el mismo nivel de 1980 (18%), superando nuevamente a Jap¨®n (17%). Tambi¨¦n la productividad en la industria manufacturera se recuper¨® hasta un nivel similar al de Jap¨®n. Pero ninguna pol¨ªtica es neutral, pues provoca transferencias de rentas entre sectores sociales y econ¨®micos. En este caso, adem¨¢s de los pa¨ªses que debieron transferir cuantiosos recursos hacia EE UU, han sido tambi¨¦n los trabajadores estadounidenses los que han pagado los costos de esta pol¨ªtica con el deterioro de sus ingresos. Los salarios reales industriales en EE UU retrocedieron en estos a?os hasta quedar un 13% promedio por debajo de los de 1973; mientras en el mismo periodo en Jap¨®n y Alemania occidental aumentaron casi un 30%. (En 1990 el costo laboral promedio en EE UU fue de 15 d¨®lares la hora, quedando ya por debajo del de Jap¨®n que era de 16 d¨®lares, y m¨¢s a¨²n de los 23 de Alemania). A ello se a?ade el aumento del desempleo y la pobreza.
Recuperaci¨®n artificial
El car¨¢cter artificial de la recuperaci¨®n de la competitividad de EE UU se refleja en la reducida tasa de inversi¨®n productiva: en 1991 fue de s¨®lo 9% de su producto nacional bruto, mientras en Alemania super¨® el 13% y en Jap¨®n se aproxim¨® al 20%. En la industria manufacturera, a pesar de una cierta recuperaci¨®n de estos a?os, la productividad en EE UU no supera la de Jap¨®n. En tecnolog¨ªa tambi¨¦n ha perdido su anterior indiscutido liderazgo: seg¨²n la Agencia para la Planificaci¨®n Econ¨®mica de Jap¨®n, entre las 110 tecnolog¨ªas consideradas "cr¨ªticas", EE UU s¨®lo predomina en 43, mientras Jap¨®n prevalece en 33 y Europa en 34. En algunas industrias punta, semiconductores microelectr¨®nicos por ejemplo, Jap¨®n ha desplazado a EE UU y controla la mayor parte del mercado. El predominio japon¨¦s se extiende tambi¨¦n al mercado financiero, clave para la hegemon¨ªa econ¨®mica mundial. Estos resultados se reflejan en el nivel de renta por habitante, en la que Jap¨®n supera largamente a EE UU.
El fracaso de la pol¨ªtica neoliberal de los republicanos no s¨®lo se expresa en lo social sino tambi¨¦n en relaci¨®n con su objetivo de imponer un nuevo orden mundial bajo su hegemon¨ªa, crecientemente erosionada por el avance japon¨¦s. Esto fuerza a EE UU a renunciar al uso abusivo de los instrumentos que le conducir¨ªan hacia ella: el ilimitado gasto militar que garantice su predominio mundial, la manipulaci¨®n permanente de la paridad, del d¨®lar para recomponer su econom¨ªa y la defensa a ultranza del librecambio que favorec¨ªa la globalizaci¨®n y le permit¨ªa extender su dominaci¨®n a todo el espacio mundial. El debilitamiento de su econom¨ªa nacional y con ello del sustento pol¨ªtico interno para el despliegue de su estrategia internacional, obliga a EE UU a abandonar sus sue?os de dicho nuevo orden, que alcanza tempranamente su fin. La profunda crisis econ¨®mica mundial imposibilita solucionar la decadencia de su econom¨ªa mediante una mayor apertura al exterior. El Acuerdo de Libre Comercio con Canad¨¢ y M¨¦xico, y otros, con diversos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, permiten a EE UU mantener una pol¨ªtica de bloque frente a Europa y Jap¨®n, que, enfrentados a las presiones sociales internas derivadas de la crisis, probablemente competir¨¢n en mejorar pr¨¢cticas proteccionistas, aunque manteniendo, todos, un discurso liberal. La probable profundizaci¨®n de la crisis en 1993 anticipa el retorno a actitudes de aislamiento que arrastran consigo lacras pol¨ªticas de las que no s¨®lo tenemos memoria, sino tambi¨¦n recientes noticias.
Jorge Fonseca es profesor titular de Econom¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid.
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