Los coches conquistan la acera
?LEX GRIJELMO El sendero del caminante es cada vez m¨¢s largo. Quienes han optado por tirar de zapato para acercarse al trabajo, al quiosco, a la parada del autob¨²s, o para deslizarse sigilosamente hacia la casa del amante, deben tomarse m¨¢s tiempo: aumentan los obst¨¢culos. Tendr¨¢n que sortear los autom¨®viles que invaden' la acera, bajar a la calzada y exponer talones y tobillos a las ruedas; esquivar al pedicoj los parachoques que cierran el paso en las esquinas, saltar a la p¨ªdola alguna motocicleta o dar un rodeo para no interferir la cansina descarga de barriles de, cerveza en plena ma?ana.
Peor panorama encuentran a¨²n quienes emplean una silla de ruedas. Los que aparcan a lomos de la acera jam¨¢s piensan en ellos.
Muchos padres y madres que llevan a sus hijos en el carrito para no cargarlos en brazos tienen que alzar a pulso beb¨¦ y carrito, porque no hay espacio para llegar a la otra acera. Los autom¨®viles se han adue?ado de toda la ciudad, en contra incluso de sus desmemoriados conductores, que tambi¨¦n ejercen el oficio de peat¨®n en alg¨²n momento del d¨ªa. Los coches tapan ya las salidas de emergencia, rompen los bolardos y quedan aparcados a las puertas de cines y teatros, incumpliendo el C¨®digo de la Circulaci¨®n y llevando el riesgo impl¨ªcito en su taponamiento.
Incluso el coche en doble fila se ha convertido en algo arcaico, en desuso. La triple hilera, un invento m¨¢s moderno, se ve cada noche a las puertas de los restaurantes, de los espect¨¢culos, cualquier tarde en el gimnasio Abascal, los domingos en los alrededores del estadio Bernab¨¦ii. Algo tiene, eso s¨ª, de positivo: quien queda atrapado en el medio encuentra su justo jarabe.
Cada ma?ana, largas calles de tres carriles se encogen como la mala lana. As¨ª en Vital Aza como en O'Donnell. Un solo coche en esa situaci¨®n invalida un carril entero, porque nadie circula por ¨¦l, y a veces s¨®lo. dos autom¨®viles bloquean la calle: uno a la izquierda, otro a la derecha. En la calle del Doctor Fleming, por ejemplo, los vecinos escuchan cada ma?ana una serenata de bocinas en demanda de auxilio. Tal vez se despiertan todos menos quien ha dejado el coche como un cerrojo.
"Perdonen las mole tias. Estoy en el segundo B". El trabajador que acude agobiado a su empresa debe pulsar el timbre y esperar a que reaccione alg¨²n vago que no encontr¨® aparcamiento de madrugada, tal vez por no caminar unos metros. "Perdonen las molestias, estoy en el sex-shop ", dice el cartel de un coche en la calle del General Margallo. Habr¨¢ que entrar en el local para avisar al due?o del coche (el ciudadano acorralado no tendr¨¢ m¨¢s remedio que exponerse a semejante tentaci¨®n).
La Polic¨ªa Municipal contempla este panorama con inquieta impotencia. En Madrid s¨®lo hay plaza de aparcamiento para el 56% de los veh¨ªculos. La capital tiene matriculados 1.340.000 turismos. Y los lugares aptos para dejar el autom¨®vil suman s¨®lo 746.000: de ellos, 616.000 se pueden encontrar en la calle (no siempre en el lugar que uno busca), y 130.000, en los 106 aparcamientos subterr¨¢neos o en inmuebles. Las plazas en construcci¨®n son 13.000. En el centro de la ciudad, el 20% de los coches que circulan en hora punta est¨¢n buscando aparcamiento. Aumentar¨¢n las plazas, pero los coches crecen m¨¢s deprisa y seguiran atrapando a los autobuses en el atasco.
Puede que tama?o relato parezca exagerado. Pero ahora hay remedio. Cuando los propios hechos resulten de por s¨ª exagerados, ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil la soluci¨®n. A no ser que se elija, precisamente, un remedio exagerado.
El reportaje fotogr¨¢fico es obra de Ra¨²l Cancio.
Textos del pie de p¨¢gina de las fotograf¨ªas.
Papeles cambiados.
Los coches, en la acera, y los peatones, por la calzada. Ninguno de los veh¨ªculos tiene multa.Calle del Torrero (zona de Gran V¨ªa). Las 11.30.
La mujer acosada.
De una esquina a otra, los coches cercan su camino. Calle del Fornento (cerca de la plaza de la Marina Espa?ola). Las diez de la ma?ana.
Acera para carga y descarga.
El cami¨®n tapona una parte; los barriles, la otra. El bordillo, obviamente, destrozado. Plaza de Santa Mar¨ªa de la Soledad (junto a Tudescos). 12.30.
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