Visa para un concierto

Parec¨ªa l¨®gico pensar que la sala del San Juan iba a convertirse el viernes por la noche en una concurrida pista de baile. No fue as¨ª; poco m¨¢s de 50 personas asistieron a la presentaci¨®n en Espa?a de este m¨²sico dominicano que en los ¨²ltimos a?os ha recorrido con ¨¦xito media Europa. Pero Francisco Ulloa, que de ni?o trabaj¨® en el campo y al que le cost¨® mucho esfuerzo poder comprar su primer acorde¨®n, hizo de tripas coraz¨®n y ofreci¨® una actuaci¨®n estupenda.Hubo un poquito de todo: cumbias y vallenatos, popurris de boleros y, sobre todo, merengue, con el acorde¨®n y el saxo en di¨¢logos endiablados, apoy¨¢ndose en el incansable ritmo 2x4 de bajo, conga, tambora (peque?o tambor de doble cabeza) y guayo (un cilindro cuya superficie estriada se raspa con un palo).

Merengue t¨ªpico de la Rep¨²blica Dominicana: lejos de las exquisiteces de Juan Luis Guerra, m¨¢s cercano a la tradici¨®n rural, pero igualmente capaz de contagiar ganas de baile. Para muchos, la m¨²sica m¨¢s veloz que pueda escucharse. Se, dice que de lo apretada que es no cabe una hoja de afeitar entre las notas.

Dotado de buena voz, y con un disco reciente en el mercado internacional, Ultramerengue, Francisco Ulloa confirm¨® sus cualidades. Que traer a un artista de su categor¨ªa apenas tenga repercusi¨®n en la prensa no augura nada bueno. Resulta descorazonador para quienes se esfuerzan por acercarnos sonidos alternativos a lo anglosaj¨®n, y da a entender que las fronteras musicales corren peligro de impermeabilizarse de nuevo.