La muerte de la madre de Alma
El fr¨ªo se cobra sus primeras v¨ªctimas en Sarajevo mientras empieza un temido invierno
La madre de Alma muri¨® el mi¨¦rcoles, un d¨ªa de niebla cerrada en Sarajevo. Antes de la guerra pertenec¨ªa a una de las familias m¨¢s ricas de la ciudad. Ahora, su pensi¨®n no bastaba para comprar un paquete de cigarrillos. El mi¨¦rcoles por la tarde, mientras la niebla sucia se mezclaba con el atardecer, a las cuatro de la tarde, el cuerpo de la madre de Alma yac¨ªa en el suelo de su casa, envuelto en una s¨¢bana. Hace meses que no hay madera para ata¨²des.
Por la calle, fr¨ªa, los ¨²ltimos viandantes acarreaban sus pesados bidones de agua, sus atados de le?a, como en la Edad Media, mientras desde las colinas los radicales serbios, que desde hace, m¨¢s de 250 d¨ªas martirizan Sarajevo con toda la fuerza de su artiller¨ªa, segu¨ªan barriendo calles, tejados y plazas, y los cascos azules de las fuerzas desplegadas por las Naciones Unidas tomaban aplicadamente nota del n¨²mero de ca?onazos.La ley de Murphy tiene en Bosnia-Herzegovina un campo de pruebas privilegiado. Todo lo que puede ir mal ir¨¢ mal. Y la comunidad internacional da la impresi¨®n de estar preparada para digerirlo.
?Cu¨¢nta desesperaci¨®n se puede soportar? El profesor Avif Smajkic, director del Instituto de Salud P¨²blica y de los Comit¨¦s de Salud de Bosnia-Herzegovina, lo sabe bien. Los informes que su departamento publica diariamente se basan en datos contrastados documentalmente y huyen de todo lo que huela a propaganda.
Por eso incluso chocan con las cifras que manejan otras instancias oficiales a la hora de evaluar el n¨²mero de muertos y heridos, el n¨²mero de mujeres violadas y embarazadas por los radicales serbios y todo lo que se refiere a los desastres de la guerra. Una guerra que se cobra nuevas v¨ªctimas en el este de Europa mientras las Naciones Unidas empiezan a pensar en algo m¨¢s contundente que el embargo para detener a Serbia y Montenegro, integrantes de la autoproclamada Nueva Yugoslavia. Un Estado que ha ocupado militarmente a dos tercios de otro Estado reconocido internacionalmente, la rep¨²blica de Bosnia-Herzegovina, causado 128.448 muertos o desaparecidos y provocado el mayor flujo de refugiados desde la II Guerra Mundial: 1.703.000 personas.
El ¨²ltimo informe publicado por el instituto que dirige el profesor Smajkic contiene datos que permiten evaluar los estragos causados por m¨¢s de ocho meses de guerra en Bosnia-Herzegovina. A las 128.448 personas muertas hasta el pasado 10 de diciembre hay que a?adir los 132.000 heridos, las 32.000 personas a las que su invalidez permanente les har¨¢ recordar esta guerra para siempre y los todav¨ªa m¨¢s de 100.000 detenidos que se encuentran en campos de concentraci¨®n serbios.
Tr¨¢gicos n¨²meros
Pero los n¨²meros de la tragedia que sigue campando sobre Bosnia-Herzegovina no se detienen ah¨ª: si antes de la guerra el n¨²mero de mujeres embarazadas era de 80.000 ahora son 55.000 (en Sarajevo, de 10.000 se ha pasado a 5.200).
Lo malo de las cifras es que cuando alcanzan cierto volumen acaban por volverse inimaginables. A la mente le cuesta concebir que haya, como recoge el informe, 38.000 mujeres violadas desde el pasado mes de abril, 9.000 de las cuales quedaron pre?adas en el acto de la violaci¨®n. Tambi¨¦n cuesta concebir las 69.000 personas que perdieron la vida en asesinatos en masa en ciudades como Bijeljina, Zvornik, Mostar, Foca, Kalinovik, Prijedor, Brcko y Bosanska Krupa.
Pero todo puede empeorar. "En los ¨²ltimos d¨ªas 165 personas", dice el profesor Smajkic, "han muerto al este de Bosnia [en ciudades como Srebrenica, VIasnica, Rogatica o Visegrad] que no ten¨ªan donde acogerse y carec¨ªan de alimentos". Es s¨®lo la punta de una tragedia que el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) viene denunciando desde hace meses y que ha empezado a hacerse tr¨¢gicamente realidad.
En Bosnia, el n¨²mero de camas por cada 1.000 habitantes se ha reducido de 19.858 a 13.859. M¨¢s de 6.000 camas, 360 ambulancias y 443.050 metros cuadrados de hospitales han sido destruidos por la guerra. Antes de la invasi¨®n de gran parte de su territorio, las autoridades legalmente constituidas ten¨ªan bajo su control 60 ¨¢reas municipales, que supon¨ªan un total de 2.328.000 habitantes. Mientras que ahora est¨¢n fuera de su control, es decir, bajo ocupaci¨®n serbia, 49 ¨¢reas municipales, con un total de 1.826.000 personas. Una evaluaci¨®n moderada de los da?os causados por el conflicto los eleva a un total de 150.000 millones de d¨®lares.
El profesor Smajik se queja de que las organizaciones humanitarias no est¨¦n cumpliendo bien el papel que tienen asignado. "Cuando visitan Sarajevo, tanto los copresidentes de la conferencia sobre Yugoslavia [David Owen y Cyrus Vance] como los enviados especiales de la Unicef pasan tan de prisa que no tienen tiempo de ver cu¨¢l es la verdadera situaci¨®n humanitaria que se est¨¢ viviendo en esta ciudad", dice Smajik.
Como muchos habitantes de la capital bosnia, el director del Instituto de Salud P¨²blica ha perdido su esperanza de que el mundo pare la guerra: "Todo el tiempo he confiado en la opini¨®n p¨²blica europea e internacional. Ahora me gustar¨ªa poder seguir creyendo en ella", dice.
"Mi impresi¨®n personal", prosigue nuestro interlocutor, "es que sin agua, sin calefacci¨®n, sin electricidad, con una ayuda alimentaria insuficiente [fuentes de las organizaciones humanitarias dicen que los alimentos que recibe Sarajevo s¨®lo cubren entre un 25% y un 30% de sus necesi dades], la continuaci¨®n de los bombardeos har¨¢ que el invierno, que ya est¨¢ aqu¨ª, sea de una crueldad insoportable". El director del Instituto de Salud P¨²blica de Bosnia quiere ser optimista, pero sentencia: "Si al agresor se le permite continuar la guerra durante el invierno, la situaci¨®n de nuestras ciudades y de nuestros refugiados ser¨¢ terrible y habr¨¢ una matanza".
Para los altos mandos de la Fuerza de Protecci¨®n de las Naciones Unidas (Unprofor), el salvoconducto se llama off the record. Que nadie grabe ni recoja nada, ning¨²n nombre, ninguna frase que los agresores puedan emplear despu¨¦s para minar la sacrosanta neutralidad de los cascos azules.
El off the record es la ¨²nica manera de saber que los cascos azules son seres humanos, tienen sentimientos, e incluso algunos se muerden los pu?os de rabia porque "el mandato recibido del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas" no les permite ir m¨¢s lejos, les "tiene atadas las manos".
Pero ellos saben qui¨¦n est¨¢ cometiendo diariamente las atrocidades, qui¨¦n dispone de la artiller¨ªa y de la munici¨®n que abandon¨® el Ej¨¦rcito Federal yugoslavo, qui¨¦n est¨¢ cometiendo "cr¨ªmenes contra la humanidad", bombardeando ciudades, atacando a la poblaci¨®n civil, como ocurre en Sarajevo o en Gorazde, o poniendo en pr¨¢ctica la limpieza ¨¦tnica.
Pero no pueden decirlo, porque el mandato del Consejo de Seguridad "lo proh¨ªbe". Ellos saben que el embargo est¨¢ siendo violado a ' diario por Serbia y Montenegro, y que la exclusi¨®n a¨¦rea sobre Bosnia ha sido infringida m¨¢s de cien veces por la Fuerza A¨¦rea serbia.
Saben tambi¨¦n que las resoluciones de la organizaci¨®n internacional no se cumplen, que no se hacen cumplir y se vuelven pronto papel mojado. En el antiguo Club de los Delegados de Sarajevo, los mandos de Unprofor lo dicen, pero piden que todo quede en secreto, mientras las bombas estallan ah¨ª fuera, en las calles de la capital bosnia.
Un rostro en la niebla
La madre de Alma no es m¨¢s que otro rostro perdido en la niebla que envuelve Sarajevo. Ni siquiera muri¨® a causa de la guerra. Pero su cad¨¢ver envuelto en una s¨¢bana, en el suelo, sin unas m¨ªseras cuatro tablas, encierra toda la injusticia que el cielo parece empe?ado en verter sobre los bosnios. Un pa¨ªs de creaci¨®n reciente y ya acaso condenado a desaparecer.
Poblada mayoritariamente por musulmanes, la rep¨²blica de Bosnia-Herzegovina hab¨ªa logrado cuajar el sue?o dorado de Josip Broz, Tito: que convivieran pac¨ªficamente musulmanes, serbios y croatas. La verdadera Yugoslavia. Es el viejo sue?o que los musulmanes, ajenos a todo fundamentalismo, siguen defendiendo mientras la guerra se ensa?a contra ellos y sus ciudades con una crueldad que no ha hecho m¨¢s que empezar.
Las v¨ªctimas tienen un nombre. Mientras las bombas siguen cayendo sobre Sarajevo y el resto de Bosnia-Herzegovina, el cuerpo de la madre de Alma se enfr¨ªa un poco m¨¢s bajo la tierra del campo de f¨²tbol de Kosevo, convertido en cementerio, y las mesas y sillas de roble del hotel Belvedbre son convertidas en le?a. El d¨ªa es apenas una niebla sucia en Bosnia-Herzegovina.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.