La vejaci¨®n de Leila
Los informes del Instituto de Salud P¨²blica de Bosnia hablan de 38.000 mujeres violadas desde que comenz¨® la guerra
ENVIADO ESPECIAL Leila fue violada un d¨ªa de septiembre a las dos de la tarde en el barrio de Grbavica, en Sarajevo, ocupado por los chetniks (radicales serbios). La hora es lo que recuerda con mayor exactitud. Los informes del Instituto de Salud P¨²blica de Bosnia-Herzergovina aseguran que 38.000 mujeres han sido violadas en la ocupaci¨®n del pa¨ªs por Serbia y Montenegro, y que 9.000 de ellas quedaron pre?adas. Otras denuncias hablan de 50.000 mujeres. Ayer se celebr¨® la Jornada Europea de condena de estas violaciones masivas en, la antigua Yugoslavia. El relato de Leila es un rostro arrasado que poner delante del abismo de las cifras.
Las manifestaciones de ayer -la de Madrid se llev¨® a cabo ante el Ministerio de Asuntos Exteriores- estaban convocadas por la Red Europea de Mujeres. Pero nada como el testimonio de Leila puede ayudar a comprender el horror.La conversaci¨®n se celebr¨® a solas con ella, con la mediaci¨®n de una traductora, en una helada habitaci¨®n del hospital de Kosovo, el principal de la ciudad, objeto de frecuentes bombardeos. Leila, de 36 a?os, s¨®lo puso objeciones a dar su verdadero nombre y a que se le fotografiara directamente. Vest¨ªa humildemente. Un rostro delgado con sombras de angustia.. Pero no desde?¨® ninguna pregunta:
"Nac¨ª en Gorazde [ciudad sitiada por los radicales serbios desde hace ocho meses, situada al este de Bosnia] y me vine al barrio de Grbavica, en Sarajevo, en 1979. Estoy casada y tengo dos hijas, de 13 y 8 a?os. Antes de la guerra, mi marido era maquinista y yo ama de casa. Ahora ¨¦l est¨¢ en el frente. El 11 de mayo llegaron los chetniks al barrio. Ese d¨ªa, mi marido hab¨ªa ido al banco para retirar nuestro dinero. All¨ª se encontr¨® con unos vecinos que le advirtieron que no volviera a casa porque los chetniks hab¨ªan tomado el barrio".
"Recuerdo que estaba sentada en la cocina cuando un cami¨®n chetnik destroz¨® la entrada de nuestra casa. Yo no sab¨ªa lo que pasaba. Nosotros vivimos en el primer piso, y en mi casa fue el primer sitio en el que entraron. Ellos me sujetaron y me empujaron y me preguntaron en qu¨¦ pisos viv¨ªan las familias musulmanas. Pero los serbios que viv¨ªan en el edificio y que ten¨ªan armas obligaron a los chetniks a irse".
"Esa misma noche, despu¨¦s de las 12, vinieron m¨¢s y ocuparon el edificio por la fuerza. Hubo disparos durante toda la noche en las calles del barrio, pero no s¨¦ muy bien qui¨¦nes combat¨ªan. Pens¨¦ que ¨ªbamos a morir. No s¨¦ muy bien qu¨¦ es lo que ocurri¨®, aunque creo que hubo un acuerdo entre los serbios del edificio y los chetniks. Los chetniks prometieron que no har¨ªan da?o a los musulmanes. Pero por la noche nos metieron a todos los musulmanes y croatas en el s¨®tano. Los serbios se quedaron en sus casas. Por la ma?ana nos dejaron volver a nuestras casas. Nos robaron todo el dinero y las cosas de valor que ten¨ªamos. Mientras que a los serbios les dejaban salir para buscar comida, yo ten¨ªa que comer de lo que nos daba un vecino serbio".
"Mi hija mayor estuvo todo el tiempo viviendo en casa de un vecino serbio, que dijo a los chetniks que era su hija. La peque?a estuvo conmigo. Ninguna de las dos sufri¨® maltrat¨® alguno durante los seis meses que estuvimos all¨ª. Tuve que cocinar, lavar y cuidar a los chetniks que viv¨ªan en mi casa. Hasta que en el mes de septierribre, no recuerdo qu¨¦ d¨ªa, a las dos de la tarde, aparecieron dos chetniks a mi puerta".
"Sobre la mesa hab¨ªa comida que me hab¨ªan dado para mi ni?a. Uno de ellos me dio un golpe en la cara y me pregunt¨® qui¨¦n me la hab¨ªa dado. Les dije que un vecino serbio. Uno de ellos fue a buscar al vecino, pero no le encontr¨®. Entonces me dijeron que me quitara la ropa. Dije que no quer¨ªa. ?l empez¨® a gritar y me volvieron a pegar en la cara. Mi hija se ech¨® a llorar y se abraz¨® a mis piernas. La cogieron y la encerraron en el cuarto de ba?o. Entonces recuerdo que me quitaron la ropa a la fuerza. No recuerdo nada m¨¢s. Creo que s¨®lo uno me viol¨®, y s¨¦ que fue a las, dos de la tarde".
"Un vecino serbio me encontr¨® t¨ªrada en el suelo, inconsciente. Mi hija segu¨ªa llorando, y ¨¦l la sac¨® del cuarto de ba?o. Despu¨¦s de ese d¨ªa, mi hija y yo nos fuimos a vivir a la casa de mi vecino. Los chetniks no volvieron a tocarme. All¨ª estuve hasta el 10 de noviembre, d¨ªa en que 15 familias de Grbavica fuimos intercambiados por prisioneros chetniks. Volv¨ª a encontrarme con mi marido. ?l no esperaba volver a vernos con vida. Hab¨ªa decidido que su vida ya no val¨ªa nada y durante todo ese tiempo ha estado luchando en primera l¨ªnea".
"Estoy pre?ada desde hace tres meses. Si todav¨ªa puedo abortar y los m¨¦dicos dicen que no hay peligro, abortar¨¦. Si no, tendr¨¦ el ni?o. Habl¨¦ con mi marido y me dijo que si no hab¨ªa peligro que abortara, y que si hab¨ªa peligro que lo tuviera. Desde que he vuelto a encontrarle no he podido volver a acostarme con ¨¦l".
"Me siento muy mal, sin fuerzas, como vac¨ªa y rota, muy nerviosa. Todas las mujeres musulmanas de mi casa de Grbavica fueron violadas".
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