Despu¨¦s de la batalla
Ruman¨ªa entra en la econom¨ªa de mercado en medio de la desorganizaci¨®n y el 'tir¨®n' de la inversi¨®n extranjera
La econom¨ªa privada llega ya en Rumania al 10% de la producci¨®n, y alcanza el 22% de las ex portaciones, pero todav¨ªa no ha conseguido cubrir las necesidades de la poblaci¨®n, ni siquiera para el simple hecho de acceder a lo poco que hay.Ceaucescu fue el ¨²nico dirigente de los antiguos pa¨ªses comunistas en negar que el fracaso de su sistema era definitivo, y fue el peor asesino de la historia reciente de Europa. En Rumania son a¨²n muy evidentes los signos de la destrucci¨®n, aunque comienzan a percibirse s¨ªntomas de una recuperaci¨® econ¨®mica, del cambio de sistema.
El sangriento final del r¨¦gimen anterior condujo a una situaci¨®n pol¨ªtica endurecida en la que se vino abajo la id¨ªlica unidad que representaba el Frente de Salvaci¨®n Nacional, un colectivo de partidos que ten¨ªan en com¨²n el deseo de liquidar el comunismo de Ceaucescu y su anterior militancia en el Partido Comunista.
Lo cierto es que, simpat¨ªas o antipat¨ªas aparte, el estado de las libertades p¨²blicas es muy similar en Rumania al que se disfruta en los restantes pa¨ªses del Este de Europa que han vivido la transici¨®n. Hay una Constituci¨®n democr¨¢tica, los peri¨®dicos circulan a centenares con textos que carecen de rodeos para expresar las distintas opiniones, y no hay un ejercicio desde el Estado de una represi¨®n ciega o sistem¨¢tica contra la oposici¨®n.
La lentitud del cambio
Pero los cambios son m¨¢s lentos de lo que todos quer¨ªan. Para el viajero, entrar en Rumania es algo as¨ª como penetrar en un escenario de pel¨ªcula sobre el comunismo hecha durante la guerra fr¨ªa. En la frontera con Bulgaria (un paso a trav¨¦s del Danubio por un puente de s¨®lo dos carriles), los veh¨ªculos se amontonan esperando el lento trabajo de los guardias de aduanas. Sus uniformes son los que se vieron en las im¨¢genes de la ca¨ªda del r¨¦gimen de Ceaucescu. Sus caras no denotan el menor aprecio por los viajeros. Los camiones, los autocares repletos de gitanos que apenas pueden acomodarse en el interior con los bultos, los autocares de turistas occidentales, sufren unos interminables registros que convierten el paso en una aut¨¦ntica tortura. No hay luces en la aduana, no hay posibilidad de utilizar el lavabo si no se ha conseguido cambio en leis de alguna moneda fuerte. El fr¨ªo penetra hasta los huesos y la parsimonia de los uniformados acaba por resultar insultante. Nadie ignora la raz¨®n: la principal fuente de corrupci¨®n en Rumania est¨¢ en las aduanas; lo confiesan sin rubor las propias autoridades del Ministerio de Finanzas. Cualquiera que pase ha de dejar algo de bot¨ªn para los aduaneros, a riesgo de que su veh¨ªculo no pase o sufra las consecuencias..
Como en todos los pa¨ªses del Este, el mayor interrogante surge cuando se intenta comprender el mecanismo de la nueva acumulaci¨®n de capital, el dinero que permitir¨¢ privatizar la econom¨ªa.
El grueso del dinero que se convierte en el capital interior se est¨¢ acumulando, sobre todo, en las frontera s. Hay contrabando de mercanc¨ªas que aprovecha las diferencias de precio con Bulgaria, con Serbia, con Grecia. Pero, sobre todo, la congelaci¨®n de los precios del combustible.
Rumania es un enorme paisaje de luces mortecinas. Las carreteras, los campos, las ciudades, la propia capital, Bucarest, ofrecen un t¨¦trico aspecto nocturno en el que s¨®lo algunas p¨¢lidas luces rompen la oscuridad. Ese espect¨¢culo no es, sin embargo, achacable s¨®lo a la falta de recursos del pa¨ªs (deficitario en el terreno energ¨¦tico) sino a una irracional utilizaci¨®n de los combustibles. En relaci¨®n con su nivel de desarrollo y sus necesidades reales, Rumania consume varias veces lo que ser¨ªa suficiente para cubrir el consumo energ¨¦tico tuviera una estructura l¨®gica su consumo. Adem¨¢s, el mantenimiento de los precios pol¨ªticos para el fuel y la gasolina y la irracionalidad de la distribuci¨®n provocan situaciones tan aberrantes como la de que un ama de casa prefiera dejar encendida la llama de la cocina durante mucho tiempo antes que enfrentarse al problema de no tener cerillas para volver a encenderla.
Penuria callejera
Este hecho acent¨²a la evidente sensaci¨®n de penuria que se res pira en el pa¨ªs. Ya han pasado los peores tiempos en que no ha b¨ªa nada que comer, pero no es extra?o ver a gente arracimarse ante un escaparate para observar con envidia c¨®mo un pollo se asa. Los mendigos y los golfos del mercado negro de cambio, las prostitutas que merodean en torno a los hoteles son otros in quietantes indicadores de la pe nuria en que la poblaci¨®n a¨²n se desenvuelve. Penuria que es objetiva (un nivel de vida bajo. un desempleo que este a?o va a rondar el 10% de la poblaci¨®n activa, sin apenas protecci¨®n social) pero tambi¨¦n viene dada por un sistema de distribuci¨®n que apenas ha evolucionado. La econom¨ªa privada llega ya al 10% de la producci¨®n y alcanza el 22% de las exportaciones, pero todav¨ªa no ha logrado cubrir las necesidades de la poblaci¨®n, ni siquiera para acceder a lo poco que hay. Los rumanos siguen movi¨¦ndose por la calle con el esp¨ªritu del "por si acaso", encarnado en la bolsita o la cartera que todo el mundo porta consigo por si ve algo que pueda comprar.
Las grandes f¨¢bricas que encarnaban los sue?os aut¨¢rquicos del dictador Ceaucescu est¨¢n pr¨¢cticamente paradas y acabar¨¢n de pararse en el momento en que los desarmes aduaneros previstos se conviertan en un hecho. S¨®lo en los nueve primeros meses de 1992, la producci¨®n industrial ha experimentado una ca¨ªda del 23,5%, acumulable a las ca¨ªdas registradas en los dos a?os anteriores, que suman casi el 45%.
. En cuanto a los recursos exteriores, las inversiones han comenzado a fluir hacia el pa¨ªs, principalmente al comercio, tu rismo, transportes e infraestructuras. En los tres a?os que siguieron a la ca¨ªda de Ceaucescu, la inversi¨®n exterior ha ascendido a algo menos de 1.000 millones de d¨®lares, casi siempre en la moda lidad de joint ventures, un total que supera las 16.000. Los incentivos fiscales que la ley de inversiones extranjeras proporciona son un buen reclamo para el capital exterior. Y los m¨¢s avispa dos han intuido algo que resumen el consejero comercial de la Embajada espa?ola, Jorge Marin¨¦: "El potencial de crecimiento de este pa¨ªs es enorme, con unos recursos humanos muy cualifica dos y unos recursos naturales que explotar racionalmente".
La isla latina de Iliescu
"Rumania es una isla latina en un mar eslavo" El presidente Ion Iliescu repite la frase que es casi una consigna para los miembros del Gobierno rumano, y que no es sino el reflejo de un sentimiento generalizado de aislamiento. Un aislamiento que comenz¨® con la mineriada y que se ha intensificado por una causa de origen milenario: los conflictos con sus vecinos directos: h¨²ngaros y rusos.El presidente rumano acepta con una cordialidad extrema la entrevista para EL PA?S. Elogia el peri¨®dico (aunque sus colaboradores han insinuado antes que no est¨¢ contento con la imagen que de ¨¦l ha dado en ocasiones el peri¨®dico) y entra con soltura al cogollo de la conversaci¨®n.
"La democracia est¨¢ perfectamente asentada en nuestro pa¨ªs. Las transformaciones son profundas y evidentes. En tres a?os se ha pasado de un sistema totalitario a una sociedad libre, donde hay libertad de expresi¨®n, de manifestaci¨®n... no hay huella del monopolio. Como en Espa?a cuando se acab¨® el franquismo, aqu¨ª se crearon casi doscientos partidos pol¨ªticos que se han ido depurando por el juego electoral. Hubo un proceso de a?o y medio para elaborar una Constituci¨®n democr¨¢tica equiparable a la de cualquier pa¨ªs occidental que se debati¨® en el Parlamento y se aprob¨® en refer¨¦ndum".
La aceptaci¨®n de Rumania como miembro asociado por el Consejo de Europa es para el presidente un refrendo de este proceso, un reconocimiento de los esfuerzos rumanos para acceder a un r¨¦gimen democr¨¢tico homologado.
Estos avances, sin embargo, son insuficientes para traer la tranquilidad a los gobernantes rumanos. Su car¨¢cter insular en ese mar eslavo obliga a pelear en muchos frentes. "Los c¨ªrculos de Budapest fomentan los problemas en el interior de Transilvania. All¨ª, las minor¨ªas han convivido siempre sin problemas, los h¨²ngaros tienen derecho a su ense?anza, a su cultura, todos los derechos pol¨ªticos, y se sigue hablando de que son una minor¨ªa perseguida. Tienen 13 representantes en el Parlamento".
"Rumania es un pa¨ªs estable, donde se ha consolidado la democracia". Es su m¨¢s destacado mensaje. Y los logros obtenidos por la diplomacia rumana en los ¨²ltimos meses lo prueban. Iliescu reconoce que para ello han necesitado alguna ayuda, y cita con evidente placer la colaboraci¨®n espa?ola: "Los rumanos tuvimos un emperador espa?ol, Trajano, tenemos lazos hist¨®ricos muy fuertes. Espa?a nos ha ayudado para obtener el reconocimiento internacional en la Comunidad Europea. Mis contactos en la Expo con el Rey Juan Carlos y Felipe Gonz¨¢lez me han servido para constatar el inter¨¦s de los espa?oles por mi pa¨ªs".
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