Recetas de fuera
Los rumanos buscan, en el menor plazo posible, c¨®mo integrarse en el mercado mundial
Si la instauraci¨®n de la democracia fue una ilusi¨®n colectiva para los rumanos, pronto pas¨® a primer plano el cambio cultural que supone la entrada en la econom¨ªa de mercado. Entre recetas externas, los rumanos buscan c¨®mo conseguir en el menor plazo posible su integraci¨®n en el mercado mundial. Un empresario espa?ol, Enrique Serra, de Epelsa, que busca socios rumanos, explica que su mayor dificultad es conseguir que se hagan a la idea de que no van a ser empleados ni funcionarios, que tienen que arriesgar. En Rumania, todos los trabajadores eran empleados del Estado.
Cuarenta a?os de comunismo no se borran de un plumazo. La forma de trabajar de quienes siguen bajo el viejo sistema y los que han conseguido trabajo en una empresa de nueva constituci¨®n es radicalmente opuesta.Sin embargo, como se?alan quienes conocen el pa¨ªs, las posibilidades de los rumanos son grandes: tienen un nivel educativo alt¨ªsimo, muy superior al de muchos de los pa¨ªses europeos que encabezan las listas mundiales de producci¨®n y consumo. Es f¨¢cil encontrar personas por la calle que hablan dos idiomas con soltura, y es muy f¨¢cil que comenten con naturalidad la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola y se conozcan los nombres de nuestra actualidad. S¨®lo tiene un problema: han vivido otra civilizaci¨®n durante muchos a?os.
A estos rumanos les sorprende la arrogancia occidental. Los numerosos observadores de pa¨ªses desarrollados de Europa que les dicen constantemente lo que tienen que hacer. Mihai Popa, director del gabinete jur¨ªdico del Ministerio de Finanzas, se expresa con una mezcla de iron¨ªa y modestia: "Cada vez nos dicen una cosa; pero siempre saben qu¨¦ tenemos que hacer los rumanos. Nosotros no lo tenemos tan claro".
Las recetas son siempre las mismas: control macroecon¨®mico de las magnitudes b¨¢sicas: inflaci¨®n, circulaci¨®n de dinero, pol¨ªtica fiscal... El problema es c¨®mo poner eso en marcha en una situaci¨®n tan complicada. Rumania pierde cada d¨ªa un porcentaje de su capacidad productiva, el desempleo galopa y no hay recursos para cubrir la asistencia a las personas que se quedan sin sueldo; el d¨¦ficit interno y externo se dispara, no hay capacidad apenas para cubrir la compra de las necesidades energ¨¦ticas y, por primera vez en muchos a?os, las importaciones de productos agr¨ªcolas han excedido a las exportaciones.
El panorama de cifras es desolador. Los salarios no han evolucionado en funci¨®n de la productividad, aunque la inflaci¨®n se ha encargado de dejarlos atractivamente bajos para la inversi¨®n extranjera. Pero hay f¨¢bricas que llevan meses sin producir y siguen pagando, no s¨®lo los salarios, sino subidas salariales. La inexistencia del sistema de cobertura social por la incapacidad del sistema fiscal para recaudar los fondos necesarios obliga al Gobierno, si no quiere enfrentarse a una dram¨¢tica crisis social, a mantener esta situaci¨®n insostenible. Las experiencias del Gobierno con algunos colectivos de trabajadores no son precisamente como para animarles a correr aventuras. Los mineros de Timisoara ya mostraron en m¨¢s de una ocasi¨®n su capacidad de hacer frente a algunas decisiones.
Los l¨ªderes rumanos son conscientes de a qu¨¦ se enfrentan y saben que la inversi¨®n extranjera va a llegar con cuentagotas en un momento de recesi¨®n a escala mundial. Pero prefieren mantener la calma, aunque eso a veces pueda parecerse a la inactividad.
Sin embargo, los informes del Banco Mundial y de otras instituciones aventuran algunos logros, como el de la racionalizaci¨®n del sistema cambiario o la eliminaci¨®n de tasas de protecci¨®n para una serie de productos. Rumania tendr¨¢ que cerrar una buena parte de su vieja estructura productiva y reactivar aquellos sectores donde es competitiva, como el textil, la madera y algunos subsectores agr¨ªcolas. En otros sectores deber¨¢ buscar la racionalizaci¨®n, como en el de la energ¨ªa, aunque los esfuerzos en este terreno se centran, sobre todo y por el momento, en la busca de nuevos recursos internos. En los ¨²ltimos meses, la multinacional Amoco ha cerrado un acuerdo con el Gobierno rumano para iniciar nuevas prospecciones petrol¨ªferas.
La Agencia Nacional de Privatizaci¨®n es la ni?a mimada del nuevo primer ministro rumano, Nicolae Vacaroiu, un experto en econom¨ªa. Hasta la fecha, su actividad se ha visto entorpecida, ha puesto en marcha un plan piloto con unas 60 empresas seleccionadas en diversos sectores. La legislaci¨®n que acompa?¨® la creaci¨®n de la agencia es generosa con el capital exterior, el principal destinatario de las ofertas. El presidente Iliescu lo explica con pragmatismo: "No se trata de buscar que nos ayuden, sino de encontrar el territorio del inter¨¦s com¨²n".
Hasta el momento, la participaci¨®n de los empleados ha cristalizado en muy pocas ocasiones, como es el caso de la empresa textil Branco, en la que los trabajadores optaron al 29% del capital, mientras la multinacional italiana Incom se quedaba con el 71% restante.
Proceso privatizador
En otros casos, la obligaci¨®n de la agencia consiste en reestructurar las empresas para hacerlas eficientes, pero no buscar un socio cualquiera, sino que garantice su funcionamiento y los intereses nacionales. Se trata de los sectores estrat¨¦gicos, como los de producci¨®n energ¨¦tica o de fabricaci¨®n de armamento. Se trata de constituir empresas aut¨®nomas, seg¨²n el modelo de muchos pa¨ªses occidentales.
En cuanto a las empresas que no reciban ofertas de capital exterior ni sean consideradas estrat¨¦gicas, se mira al sistema de bonos empleados por otros pa¨ªses, como Checoslovaquia y Hungr¨ªa. El proceso a¨²n tiene un resultado incierto, aunque hay algunos indicios positivos, como la actitud de los sindicatos, dispuestos a colaborar hasta un cierto punto en el proceso.
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