Un refugio convertido en trampa mortal
Un periodista narra c¨®mo se salv¨® de milagro del bombardeo del hotel Al Rashid, en Bagdad
![Ram¨®n Lobo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F12940c80-6f03-48a7-bb70-f642eaefea15.png?auth=5044ccb4584723a2e07d68faf216fe275ff200fb9ea8f4bc60b49349b3964acf&width=100&height=100&smart=true)
Nunca imagin¨¦ que la elecci¨®n de hotel podr¨ªa suponer riesgo alguno. Al llegar a Bagdad procedente de Amm¨¢n, el domingo a mediod¨ªa, intent¨¦ lo imposible: una habitaci¨®n en el Al Rashid. Los m¨¢s de 200 periodistas extranjeros acreditados en Irak y los miembros de una denominada conferencia isl¨¢mica -un instrumento m¨¢s de adhesi¨®n y propaganda al r¨¦gimen- hab¨ªan copado las reservas. Amira, la recepcionista asiria muerta en el ataque, fue una de las tres que obr¨® el milagro: "Tenemos una que se acaba de quedar libre", me dijeron. "?Estupendo!", exclam¨¦. La 437, la m¨ªa, estaba orientada hacia la procedencia del misil. Al regresar en la madrugada, horas despu¨¦s del ataque, pensaba en el estado en que se podr¨ªan encontrar mis pertenencias, mientras pisaba cristales astillados, cables quemados, surcos de agua y maderas destrozadas. Subimos a oscuras, casi a tientas, por las escaleras, en compa?¨ªa de un polic¨ªa y de un mozo. Los efectos devastadores de la explosi¨®n hab¨ªan alcanzado a casi toda la planta cuarta. El pasillo era un infierno, pero sus extremos estaban intactos. La 437 era la primera de las que hab¨ªan sobrevivido al misil. Fue una cuesti¨®n de suerte no estar dentro.Cuando comenz¨® el ataque el pasado domingo, los periodistas televisivos dijeron con voz engolada: "El sitio m¨¢s seguro ahora es, sin duda, el hotel Al Rashid". Se equivocaron por completo. Lo que fue un refugio, casi un salvoconducto., para los medios de comunicaci¨®n durante los casi dos meses de guerra del Golfo, se convirti¨® el domingo, de forma inesperada, en una trampa mortal. La c¨¢mara de la CNN instalada en el piso 10 recogi¨® con nitidez el impacto de un misil crucero. La camar¨®grafa Tracy Fleming result¨® levemente herida. "Perd¨ª el sentido de todo", coment¨®. "Ha sido una experiencia desagradable". En la cinta que ella grab¨® se distingue con claridad el sonido del paso de dos misiles, instantes antes del impacto del tercero. El proyectil cay¨® a pocos metros de la estructura del edificio, cerca del aparcamiento de coches. Si en vez de hincar el morro en el suelo, en busca aparentemente del refugio antia¨¦reo m¨¢s fiable de Bagdad, hubiera seguido recto un poco m¨¢s, Al Rashid ser¨ªa el t¨ªtulo de una tragedia.
"Ha sido un verdadero milagro que no hayan ocurrido m¨¢s desgracias", dijo un testigo en la noche del ataque. El balance oficial es de dos muertos y una treintena de heridos, entre ellos algunos amigos: Mark Rafael, un mozo cristiano del sur de Sud¨¢n enamorado de Espa?a, y la mujer del t¨¦lex, ¨¦sa que minutos antes del ataque me dec¨ªa con una sonrisa: "Estamos incomunicados, las l¨ªneas est¨¢n cortadas, incluso con Amm¨¢n". Los dos est¨¢n ahora en el hospital con heridas en la cabeza y en la, cara.
El hotel Al Rashid es el mejor de Irak. Su impresionante vest¨ªbulo de m¨¢rmoles blancos est¨¢ siempre repleto de exposiciones de alfombras y de artesan¨ªa popular, de butacas y sof¨¢s, donde a cualquier hora del d¨ªa se sientan pacientemente decenas de taxistas preparados para iniciar la caza del d¨®lar -el ¨²nico norteamericano con buenos amigos en la zona- y hacerse con los servicios de cualquier periodista extranjero. Para convencer al potencial cliente le recitan el curr¨ªculo: "Yo trabaj¨¦ con Peter Arnet". Ellos son las v¨ªctimas del ataque norteamericano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.