El Real Madrid gana 'a la italiana'
El Madrid gan¨® a la italiana el gran cl¨¢sico del campeonato. Sac¨® un rendimiento m¨¢ximo del contragolpe, las faltas y la disciplina para desactivar al rival. El Barcelona qued¨® preso del orden madridista y de un juego arbitrario y confuso, los defectos m¨¢s inesperados en el equipo azulgrana. En medio qued¨® un partido bacheado, salvado en gran medida por la formidable noche de Michel y los apuntes de Laudrup, un futbolista delicioso.El Barcelona se limit¨® el horizonte con la ausencia de Guardiola. El medio centro dicta el paso de los partidos con una precisi¨®n de relojero. Su naturalidad para orquestar el juego es decisiva en un equipo que guarda la pelota como un tesoro. Sin Guardiola, el Barca jug¨® sin centro de gravedad y qued¨® muy disminuido. Digiri¨® mal la presi¨®n del Madrid, vivi¨® inc¨®modo y acab¨® sujeto del frenes¨ª t¨¢ctico de Cruyff. Los jugadores bailaron de puesto cada cinco minutos. Ahora Goikoetexea era extremo derecho, luego lateral zurdo y m¨¢s tarde defensa por a otra banda. As¨ª con casi todos. Acabaron desorientados, dedicados a un juego sin control: el f¨²tbol que no entienden.
Zamorano abri¨® el partido a lo grande despu¨¦s de una jugada que manifest¨® los problemas del Barcelona. Ten¨ªa Ferrer la pelota por la izquierda y se sent¨ªa medio perdido. Jugaba con fuego, es decir con el bal¨®n. De repente, la circulaci¨®n estaba en manos de Ferrer, Nadal y Pablo, los menos dotados. El Bar?a estaba donde quer¨ªa el Madrid. Ferrer perdi¨® la pelota ante Michel, que tiene un pie de artista. Sali¨® el pase cruzado, con la defensa azulgrana al garete, hacia Zamorano, colocado en el pico del ¨¢rea. Lo que sigui¨® fue sensacional. Tom¨® el bal¨®n, encar¨® a Koeman, fint¨® hacia la derecha y, sin m¨¢s, dibuj¨® una par¨¢bola prodigiosa al ¨¢ngulo izquierdo.
El juego no estuvo despu¨¦s a la altura del gol de Zamorano. El Barcelona arregl¨® el descosido muy pronto. Fue una sutileza de Laudrup, que ley¨® en un instante la posici¨®n defensiva del Madrid. Vio la l¨ªnea de z¨¢gueros, meti¨® el empeine por debajo del bal¨®n y dibuj¨® un globo espl¨¦ndido. Amor sigui¨® la curva de la pelota y apareci¨® por detr¨¢s de los defensores. Luego, super¨® a Buyo con serenidad y oficio. Un gol de gran talento, aunque menos vibrante que la cosa de Zarnorano.
El partido entr¨® en un periodo de gran indefinici¨®n. El Barcelona apuntaba algo m¨¢s de juego, pero le faltaba armon¨ªa. En el peor de los casos, sufr¨ªa las carencias de Nadal como defensa, las dificultades de Ferrer, ante Michel y la mediocridad de Pablo, que no est¨¢ para las empresas de altura. Y, claro, la sensaci¨®n de desamparo por la ausencia de Guardiola. Sin embargo, la categor¨ªa de Laudrup y Stoichkov le dio al Barcelona una ligera ventaja en la primera parte. StoichIcov apareci¨® poco, pero dej¨® en feo a Nando y Rocha en algunos mano a mano. Una de sus apariciones, llena de vigor y potencia, origin¨® el momento m¨¢s debatido del partido Rocha, que perd¨ªa la carrera, le derrib¨® frente a la l¨ªnea del ¨¢rea, Se cantaba la expulsi¨®n y la falta pero D¨ªaz Vega hizo mutis.
Laudrup era una amenaza m¨¢s constante. Cada una de sus intervenciones estaba llena de fantas¨ªa, pero el equipo nunca estuvo a su altura. Aunque el Madrid parec¨ªa atascado, man ten¨ªa su amenaza ante una defensa experimental y con pocos re cursos. La mayor v¨ªa de peligro lleg¨® en una secuencia de falta frente a Zubizarreta. Todas la resolvi¨® con eficacia el guarda meta: un tiro venenoso de Prosinecki y el ob¨²s de Hierro El Madr¨ªd aprovechaba la actividad de Prosinecki y la disciplina para arrebatar la pelota a los jugadores m¨¢s espesos del Barcelona. Por ah¨ª vino el segundo gol, primo hermano del primero en el nacimiento.
Bakero se atropell¨® y perdi¨® la pelota en la media cancha del Barcelona. La jugada continu¨® por la banda derecha del Madrid y con la aparici¨®n y ca¨ªda de Michel en el ¨¢rea. El penalti levant¨® divisi¨®n de opiniones. Michel tir¨® duro y marc¨®. En su peor trecho, el Madrid hab¨ªa levantado el resultado.
La continuaci¨®n present¨® a un Madrid muy arropado, resguardado en su ¨¢rea, con la vista en los contragolpes. Era un proyecto m¨¢s cercano a las viejas tesis italianas que al discurso de Floro, pero funcion¨®. Michel decidi¨® dominar el partido y comenz¨® a crecer. Su actuaci¨®n devolvi¨® a la hinchada un futbolista espectacular, lleno de recursos y profundidad. No ha sido costumbre de Michel esta presencia monumental en los duelos con el Barcelona, pero esta vez tap¨® muchas bocas. Conquist¨® su callej¨®n con una autoridad tremenda y acab¨® por convertir el partido en un asunto con Zubizarreta. El portero le detuvo algunos tiros, pero sufri¨® un calvario en los cruces al palo largo, esos centros enroscados que Michel maneja como nadie. La hinchada, siempre esc¨¦ptica con ¨¦l, tom¨® nota y asisti¨® entusiasmada a su exhibici¨®n.
El Madrid intuy¨® que el partido estaba de su parte. Aunque el ingreso de Begiristain les resultaba peligroso, los madridistas se sintieron fuertes con el Barcelona atacado por los nervios, el ritmo discontinuo y las apreturas para realizar un tr¨¢fico correcto con la pelota. Las aventuras t¨¢cticas de Cruyff tampoco beneficiaron a los azulgrana, obligado el equipo a jugar demasiados partidos en uno. Los madridistas hicieron de forma sencilla toda la segunda parte: recuperaban muy pronto la pelota y la pon¨ªan en la banda derecha. La facilidad en la recuperaci¨®n termin¨® por contagiar a todos los jugadores. Al Barcelona se le escapaba el partido. La Liga volv¨ªa al punto inicial: los dos favoritos, igualados. El Madrid hab¨ªa salvado el momento crucial del torneo. Una derrota le habr¨ªa conducido a una nueva, traves¨ªa del desierto. El Madrid respira: ha cazado a su viejo rival y ha visto que tambi¨¦n es vulnerable.
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