Victoria sin m¨¦rito del equipo de Jes¨²s Gil
El deb¨² oficial de Jes¨²s Gil como metomentodo, alineaciones incluidas, en ese Atl¨¦tico del que no en balde es el accionista inmensamente mayoritario, se sald¨® con la victoria de su equipo. No tuvo mucho m¨¦rito, conste, entre otros motivos, porque el Burgos es un conjunto casi desahuciado y al que s¨®lo sostiene en apariencia la verg¨¹enza profesional de sus jugadores y el entusiasmo digno de mejores causas de sus incondicionales. Luis Garc¨ªa y Alfaro, al final del primer periodo y el comienzo del segundo, y ambos en colaboraci¨®n con Lukic, marcaron las distancias entre un cuadro y otro. Gil los quer¨ªa a los tres juntos y el resultado le dio ayer la raz¨®n. ?Y ma?ana?El presidente rojiblanco estuvo bastantes minutos en el vestuario de los suyos antes del encuentro. No se supone que diese las consignas t¨¢cticas pero s¨ª que intercambiara impresiones con Isel¨ªn Santos Ovejero, un segundo entrenador que no desea dejar de serlo en las circunstancias vigentes porque no ve claras sus posibilidades de triunfar, y opinase con acento convincente en tomo al once id¨®neo. Sus insinuaciones en ese sentido son leyes, s¨ª, en estos momentos. Juanito, sin embargo, se salv¨® por una vez de sus cr¨ªticas. El defensa que no se ha puesto de acuerdo con ¨¦l en las condiciones econ¨®micas de la renovaci¨®n de su contrato, tiene un dudoso futuro en el Atl¨¦tico, pero todav¨ªa no ha sido relegado del todo.
El que lo est¨¢ por completo es el Burgos. Jos¨¦ Fern¨¢ndez Manzanedo, el improvisado preparador tras la defenestraci¨®n de Jos¨¦ Ram¨®n P¨¦rez, Monchu, no supo afrontar el reto que se le echaba encima m¨¢s que con el viejo y desprestigiado recurso de cada oveja con su pareja.
As¨ª, pues, el colista de la clasificaci¨®n no pod¨ªa aspirar al ¨¦xito m¨¢s que en funci¨®n de alguna carambola afortunada (le Boerenbach a bal¨®n parado o de Aguirre en su tosco empuje. Pero el Atl¨¦tico, hoy por hoy, no es m¨¢s que un simulacro de aspirante y se mueve m¨¢s a menudo a impulsos individuales que colectivos. De la inspiraci¨®n de uno u otro de sus elementos depende lo que alcance. Su tono firme de ¨¦pocas pasadas se le ha esfumado y anoche, por a?adidura, ni siquiera contaba con la referencia de Schuster, ausente por sanci¨®n.
El juego era un rosario de imprecisiones del Atl¨¦tico propiciadas por su crisis y la vigilancia intensiva del Burgos. No obstante, los marcajes hombre a hombre casi siempre tienen alg¨²n fallo, casi siempre consienten alg¨²n resquicio, al caminar por el filo de la navaja. Las probabilidades de una rectificaci¨®n a tiempo suelen ser entonces escasas. De eso se aprovech¨® Lukic, en las postrimer¨ªas de la primera parte, para cederle un bal¨®n ventajoso a ese depredador del ¨¢rea que es Luis Garc¨ªa. Con el apoyo de una mano o sin ¨¦l, se escap¨® de Tendillo y forz¨® que Herrera abandonase al mexicano para tratar de cortarle el paso. Su hueco no fue desperdiciado por el ariete, que, jugando mejor o peor, interviniendo m¨¢s o menos, rompe a la m¨¢s m¨ªnima baza que se le presenta.
Fue un gol de los que el t¨®pico futbol¨ªstico llama psicol¨®gicos. Pero no lo fue menos el de Alfaro en los compases iniciales de la segunda mitad. Lukic, un bullidor simple, pero incansable, volvi¨® a tener en sus pies la ocasi¨®n de entregar una buena pelota y se la entreg¨® a Alfaro para que ¨¦ste se reconciliase consigo mismo tras un fallo anterior. No es Lukic un delantero ego¨ªsta, no. Al menos, no lo fue ayer. Por eso pudieron comprenderse sus ademanes de protesta cuando sus compa?eros le ignoraron a ¨¦l. En cualquier caso, su experiencia giliana junto a Luis Garc¨ªa y Alfaro fue positiva.
Con el nuevo impacto del Atl¨¦tico la sentencia era inapelable. El Burgos, s¨®lo con tes¨®n, procur¨® rondar a Abel, primero, y a Diego, despu¨¦s, pero era romo. Su rival se hab¨ªa acomodado en el rect¨¢ngulo y ya s¨®lo se trataba de adivinar cu¨¢ntos goles m¨¢s lograr¨ªa al contraataque y con anchos espacios por delante. No consigui¨® ninguno m¨¢s. Un hecho significativo. No est¨¢ para dar mucho m¨¢s de s¨ª. Gil debe de saberlo y valorarlo cuando comente con Santos Ovejero o con quien sea las pr¨®ximas alineaciones. En El Plant¨ªo lo tuvo excesivamente f¨¢cil.
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